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Amadeus

Drama Antonio Salieri es el músico más destacado de la corte del Emperador José II de Austria. Entregado completamente a la música, le promete a Dios humildad y castidad si, a cambio, conserva sus extraordinarias dotes musicales. Pero, después de la llegada a la corte de un joven llamado Wolfang Amadeus Mozart, Salieri queda relegado a un segundo plano. Enfurecido por la pérdida de protagonismo, hará todo lo posible para arruinar la carrera ... [+]
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Críticas 170
Críticas ordenadas por utilidad
8 de junio de 2005
209 de 228 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque se trate de la adaptación de una obra teatral, se agradece que este 'Amadeus' se aparte del estilo convencional que suele abundar entre los "biopics" hoolywoodienses, habitualmente edulcarados y politicamente correctos. 'Amadeus' es una adpatación genial y perfecta de la obra de Peter Shaffer, quien firma también aquí el guión.

'Amadeus' está plagada de momentos memorables de buen cine, que impacta y divierte al mismo tiempo, como la escena en que un Mozart agonizante y en la cama dicta a Salieri su famoso 'Requiem', mientras éste no da crédito a la música que aparece en su cabeza cuando traduce esas partituras mentalmente, que Mozart parece estar improvisando por lo fácil que le resulta escribirlas y el ritmo al que lo hace.

'Amadeus' corría el riesgo de caer en el ridículo, pues presenta a Mozart como una criatura infantil, inmadura y que roza el retraso mental, por no decir que lo alcanza de lleno, por su comportamiento y su ya emblemática carcajada, pero este detalle sirve magistralmente a Milos Forman para justificar la envidia y la profunda ira que siente el personaje de Salieri, que en esos momentos es el músico preferido y más destacado de la corte.

La admiración mezclada con incomprensión y odio que Salieri siente por Mozart es el motor fundamental de esta admirable película, y los actores protagonistas ofrecen uno de los mejores duelos interpretativos que se han visto en una pantalla. Tanto Tom Hulce (Mozart), como F.Murray Abraham (Salieri) hacen creaciones magistrales y ambos fueron nominados al Oscar por sus papeles, ganando Murray Abraham merecidamente y, de paso, dándole la vuelta al inferior talento de su personaje frente al de Hulce.

Las secuencias de las representaciones musicales de las óperas son magníficas, como todo en la película, y, junto al excelente guión y la inspirada dirección, aspectos como la dirección artística, la fotografía, el montaje o la banda sonora adornan y enriquecen una de las mejores películas de la década de los 80.
Amor Perro
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13 de septiembre de 2005
109 de 117 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Necesita la genialidad aposentarse en seres igual de iluminados en todas sus facetas? Por lo que se ve, no. El Mozart que nos presenta M.F. es un cretino infantiloide, voluptuoso, borrachín, con una sonrisa que habla de lo cercana que está la genialidad de la anormalidad; lo que si necesita la envidia, es de hacerse escoltar por buenas compañías.
La condena de la envidia es estar al lado de lo deseado. Así, la tragedia de Salieri no es su mediocridad, sino el castigo de ser testigo de una genialidad irrepetible, casi divina. De hecho, el duelo que se establece a lo largo del film, no es entre dos contrincantes Salieri “versus” Mozart. Salieri admira a Mozart. Asiste a sus estrenos arrobado sabiendo que aquello que está escuchando tiene el don de la inmortalidad al estar hecho desde la suprema belleza e inspiración. De este modo, el duelo lo establece Salieri contra Dios, contra ese Ser Supremo que al inicio de la obra le concede su deseo, sin saber la amargura que este llevará al toparse con la genialidad en el cuerpo de un ser mezquino y amoral, no en el suyo desde siempre consagrado a honrar a la divinidad.
M. Forman realiza un ejercicio de orfebrería a lo largo de todo el film convirtiéndose en un director de orquesta, donde todos los elementos que componen un film tan complejo (imagen, sonido, decorados, banda sonora) están armonizados y aparecen ante nosotros para hechizarnos. Es curioso el uso que hace de la banda sonora, dejando de lado su función mero fondo subrayante para hacerla protagonista de ese proceso de creación que nos va mostrando (fascinantes todas las secuencias en las que vemos cómo compone Mozart; cruel el instante en que Mozart adapta la marcha que Salieri le ha dedicado, tras escucharla una sola vez). Así, no es la imagen la que nos hace testigos, sino la música la que se presenta y nos sienta en primera fila.
Pero está sinfonía, necesita de buenos ejecutantes. Ya estamos habituados a que en el cine de Forman los repartos sean magistrales; de hecho, circula como una leyenda negra, sobre todo entre los que fueron protagonistas, de tras haber trabajado con Forman se ven condenados a tener una carrera irregular, pues ningún papel alcanza a lo que esté director extrae de sus interpretes. El dueto Hulce y su némesis: F.Murray Abraham está extraordinario, hasta quedar en nuestro imaginario cinéfilo como estos personajes. Finalmente, la ironía del destino se encargó de reparar las humillaciones sufridas por Salieri y fue F.Murray Abraham el que ganaría el Oscar por su interpretación. Un premio más que justo pues compone uno de los “malos” más fascinantes de la historia del cine. Los momentos sublimes se suceden como cuando lee las partituras originales de Mozart, la decadencia de su vejez, o todas las secuencias donde experimenta la humillación y vemos la intensidad de su odio contenido, pero no domesticado.
“Amadeus” es una bendición, una película que se halla a la misma altura de la genialidad y la envidia que relata.
Strhoeimniano
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26 de marzo de 2007
73 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
W. A. Mozart es presentado como un bufón (genial, eso si) en una imagen deformada y exagerada del compositor. Salieri aparece como un personaje perverso y maquiavélico y como el causante de la muerte de Mozart. En una de las escenas finales de la película (magnífica, por otro lado) Mozart dicta a Salieri en su lecho de muerte su grandioso e inacabado “Réquiem”. El padre del genial compositor aparece como un personaje dominante que ejerce su influencia sobre Mozart, aún después de muerto. Todo ello no se corresponde en absoluto con la realidad… ¿y qué más da si nos encontramos ante una grandiosa película?

En efecto, “Amadeus” es una impresionante obra cinematográfica. La maravillosa puesta en escena, la fotografía, las grandes interpretaciones (sobre todo la de F. Murray Abraham en el papel de Salieri, que le proporcionó un Oscar) y la banda sonora hacen de “Amadeus” una de las mejores películas de la década de los ochenta (se llevó ocho Oscar) y una delicia para los sentidos.

Pero, a parte de todo esto, el guión de “Amadeus”, basado en la obra teatral homónima de Peter Shaffer, y obviando las inexactitudes históricas mencionadas, contribuye a la grandeza de esta obra. La película nos muestra la contraposición entre la mediocridad, representada por el compositor Salieri, frente a la genialidad de Mozart. La mezcla de admiración y envidia que Salieri siente por el gran compositor es todo un estudio sobre el comportamiento humano.

En resumen, una gran película a la que no califico con un diez unicamente porque me considero un amante de la Historia...veraz.
Vime
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7 de septiembre de 2007
49 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
La calidad artística de uno es inmensa, la del otro, aunque también admirable, está a años luz de la del primero. Me refiero por supuesto a F. Murray Abraham y a Tom Hulce, y sí, también a Mozart y Salieri. Tom Hulce nos regala una actuación soberbia, llena de sentimiento de todo tipo, una risa para el recuerdo y un carácter fortísimo. Por otro lado, hablar de Abraham es hablar de un actorazo con mayúsculas; quizás su interpretación de Antonio Salieri sea una de las tres mejores actuaciones en la historia del cine. Si la envidia tiene rostro, ese es el de un Salieri consumido, un inconmensurable Abraham que todo lo hace perfecto, repito: perfecto. Salieri odia a Dios por darle a ese libertino joven (una versión que quizás diste de la del auténtico Mozart) un talento que él merece más por su castidad. Odia a Mozart por ello, pero a la vez ama su música, ahí está el más interesante matiz del personaje.
Merece la pena ver la película por la música, por la interesantísima historia, por la fiel recreación de la época; pero una cosa está clara, lo mejor: F. Murray Abraham, que tocó ese año 1984 un techo interpretativo al que muy pocos han llegado. Un aplauso por él.
adrian vigo
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1 de abril de 2009
41 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salieri, desde su penumbra histórica, musical, es quien narra la historia de Mozart, porque sin el resplandor del genio en su periferia, el Salieri de "Amadeus", cuyo único deseo real es ser sin que el otro sea, no es nada.

Más allá de lo narrado en la película, a Salieri se le está rescatando poco a poco una obra más que apreciable, ganándose con el tiempo el aura de autor oscurillo y de culto, pero lo cierto es que, por mucho esnobismo que quiera aplicársele, el envidioso Antonio nunca llegó a acercarse al menor de los méritos mozartianos: algo muy lógico en alguien que sólo era humano cuando su némesis artística sin duda resultaba como mínimo de otro planeta.

Forman realiza un colosal trabajo de ambientación, lo cual está muy bien, pero lo más importante es que interioriza de forma personal y autoral, el duelo callado de Salieri con Mozart y el de Mozart consigo mismo dando como resultado un filme de una exuberancia preciosa, vivísima, casi inmortal, un formidable homenaje a la capacidad de maravilla que suscita una música sublime. Inlcuso aunque esta música sublime proceda de un hombrecito ridículo de carcajada histérica y personalidad casi ridícula.

El personaje Mozart devora a cualquiera que fuese la persona que existiese debajo de él (si es que existía persona alguna). Seguramente os caerá mucho mejor Salieri, que exhibe una doliente humanidad por debajo de su aspecto de cuervo sombrío y que no puede dejar de reconocer el genio de aquel al que odia, en una exhibición de envidia tan concentrada como autoconsciente. Pero bueno, esta es una historia sobre ellos dos, pero también sobre la música, una música por encima de amores, desamores, odios, inquinas, celos, vulgaridades y demás...

...una música que pese a quien pese, atravesará la eternidad intacta.
Neathara
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