Almas desviadas

Sobre el papel podría haber sido una buena película de genuino género negro, tan abonado a excelentes trabajos. Pero como está dirigida por el casi ignoto Richard L. Bare y además el guión de David Lang es interesante pero mal confeccionado, pues tenemos un regular trabajo cinematográfico.
Se puede ver, no aburre, pero decepciona sin paliativos, no en vano según pasan los minutos la historia se va tornando más y más inverosímil, con momentos algo chuscos en cuanto a mínima credibilidad y, lo que es peor, narrado en un ritmo tan desigual que el interés general se va diluyendo sin remedio.
Menos mal que tenemos en pantalla a las preciosas y buenas actrices Dorothy Malone y Virginia Mayo, que muy bien podrían haber invertido sus respectivos papeles, y el protagonismo de un aquí sufriente al creerse el abogado más listo del mundo, Zachary Scott.
También se agradece la siempre grata presencia del excelente característico Elisha Cook Jr, en un papel que deambula entre el más listo del mundo y el más estúpido (de todo tiene).
No convence, pero, vaya, tampoco aburre, repito.

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Lo dicho, mujer rubia, que le da cien patadas en belleza a la orejas de soplillo de Raquel Welch, busca panolis para quitarles todo. Mujer rubia los busca con dinero para quitarles todo hasta la calderilla. Mujer rubia que no es de bote y no tiene orejas de soplillo y está 1.000.000 de veces mejor que la idem ama el dinero y este dinero le quemará hasta dejarla sin las orejas. Hasta aquí mis chascarrilos que son 100 % verdad y sobre la soplillos 250 % de verdad. El DVD de Flaxy Martin viene con un libreto que hará las delicias del que todo lo lee y todo lo copia si su camello se lo dice, pero creo que su camello si le sacas de Los esenciales del cine negro poco sabe. Y qué mala puntería tiene Elisha Cook Jr., pero es normal ya que si la tuviera buena Flaxy Martin sería una obra maestra y la película duraría 20 minutos menos.

Flaxy Martin es un curioso thriller que reúne a los personajes prototípicos del género: a) el abogado corrupto que bebe los vientos por b) la femme fatale manipuladora, que además se acuesta con c) el gangster duro e implacable servido por d) un sicario de pocas luces con tendencias psicóticas. A ello se le suma una estupenda fotografía en B&N, una música muy conseguida de William Lava, y el cóctel Warner está servido. Sí, lo sé, la premisa es ridícula: que un abogado, por hábil que sea, se acuse de un asesinato que no ha cometido, con el fin de ser exonerado y fugarse con la mujer que le encela, es bastante rebuscado e inverosímil, pero el ruido y la furia del guión no se detienen ante nada. Hay un reparto de campanillas: Zachary Scott, siempre un punto demasiado histérico y desagradable para mi gusto, aquí bordando su papel de imbécil; Virginia Mayo, una de nuestras estrábicas favoritas, y que ese año encadenaría Juntos hasta la muerte y la gloriosa Al rojo vivo. La pantalla se enciende cuando ella aparece. Dorothy Malone, siempre seductora y morbosa, es la tímida bibliotecaria (no te lo crees ni por un momento) que aparece en la vida de Scott para salvarle de la policía y del putón que le tiene sorbido el seso. Está para comérsela. ¿Quién mejor para el papel del asesino psicótico que Elisha Cook Jr., siempre untuoso y repulsivo? Y en el papel del gangster, Douglas Kennedy, secundario de toda la vida que otorgaba verosimilitud a sus personajes (esa sonrisita que le dirige a Scott cuando le condenan en el juicio). Dirige el poco conocido Richard L. Bare. Se casó cinco veces y vivió hasta los 101 años, cifras apabullantes. Y fue el creador y conductor de la serie Granjero último modelo, que le granjeó fama y dinero. Flaxy Martin no se estrenó en España, faltaría más, pero su aparición en DVD supone una alegría para los fans del noir, que somos legión. A no perdérsela.

A Virginia Mayo le sientan como anillo al dedo estos papeles de mujer embaucadora de esa especie homínida extendida geográficamente por todo el orbe denominada en latín, clarísimamente macarrónico, “pardillus máximus”. No soy de los que consideran que hasta ahí llegan sus capacidades artísticas. Considero que la chica da para más, pero es cierto que donde exprime al máximo sus talentos es en este tipo de papeles, sobre todo si se añade una pizca de fingida inocencia, un buen chorro de seducción y se riega todo con algunas lágrimas de cocodrilo (sin abusar).

Por su parte, a Zacchary Scott, le tengo algo encorsetado en un cine serie B, donde cumple con creces lo que se espera de él. Sin embargo sería injusto dejar de reconocer que, a pesar de esa sempiterna imagen suya que podría ponerle cara perfectamente a Don Quintín el “amargao”, el hombre nos ha dejado buenos momentos interpretativos en películas como La máscara de Dimitrios, El sureño, Mildred Pierce o Flamingo Road, estas últimas con una devora partenaires como Joan Crawford.

Aunque ambos actores están en su línea y cumplen con corrección, también es cierto y totalmente lógico que los productores intentaron seducir a la taquilla promocionando por encima de todo la imagen de Virginia Mayo, quien además hacía poco que había participado en otro “noir” del mismo director “Smarts girls don’t talk”.De ahí que la película se acabara titulando Flaxy Martin, el nombre de la actriz en el film y en los reclamos publicitarios se determinase la materia prima de su corazón: “La chica con el corazón de hielo”. Las referencias a Scott y a Dorothy Malone acabaron minimizadas, casi ninguneadas, a pesar que su cuota de pantalla era infinítamente superior a la de Miss Mayo. La lógica vuelve a imperar. La seducción como la tentación viven arriba y venden más que los rostros inexpresivos y las chicas bien tan modositas ellas.

Donde la cosa adquiere condiciones catastróficas es en el guion. Su estructura es muy endeble y como todo aquello que anda cogido con pinzas acaba descolgándose a trozos por todas partes. Los escrúpulos de un abogado en nómina de la mafia americana son de hacérselo mirar pero se riza el rizo rizado cuando acepta incriminarse a él mismo con tal de salvar a su amada Flaxy, ya saben la pelandusca que aparenta un triple juego cuando en realidad solo tiene uno, ella misma y el dinero. Los conocimientos jurídicos de nuestro letrado no le salvan de acabar en un tren camino del presidio, pero ¡oigan! esto es una película y el guardia un alma bendita que le pone facilísimo la fuga. A partir de ahí, se trata de ver si la venganza se sirve o no fría, y no se sabe muy bien porqué pero la diosa Fortuna o un representante avispado que encontró un papelito para su actriz, pone en su camino a una buena chica (Dorothy Malone, ¡que tiempos aquellos!). Para lo que tiene en mente el leguleyo, dos son una multitud, claro que para un final feliz de los que gustaban en aquella época de romances y sueños americanos la Dorothy de turno resulta imprescindible.

Por cierto, siempre me pareció curioso lo rápido que se enamora la gente en las películas, sobre todo en las americanas de aquellos años.

Una última mención (honoris causa) para Elisha Cook Jr. un excelente secundario que a base de repetir siempre su papel de matón de tres al cuarto y de andar por casa, acaba sabiéndoselo al dedillo. En esta película tiene algunos extras adicionales que nos confirman lo que ya intuíamos, que cuando lo eligen es por algo.

Producción muy tensa, seria y de excelente tono narrativo en que las situaciones se recortan siempre sobre el fondo sombrío de la delincuencia en un magnífico trabajo de ambientación.
Enseguida la intriga se adueña de un celuloide que acentúa cada guiño del guión con una inesperada señal de alarma.
El espectador queda prendido por el argumento y la magnífica interpretación del elenco facilita el éxito de cada lance.
Película ambiciosa, muy bien elaborada desde el punto de vista cinematográfico y palmario ejemplo de que un buen thriller no necesita tramas rebuscadas, escenarios complicados ni planteamientos casi inverosímiles.
La naturalidad como carta de presentación.