Domingo sangriento

Magnífica película de venganzas, con ese plus de calidad que tienen los films con dicha temática como eje en los recios 70. Ernest Borgnine esta magnifico en la piel de ese granjero, temeroso de Dios al cual, ante la amenaza que suponen para él y su nieta, la invasión en su apartado del mundo hogar, de tres mastuerzos que huyen tras robar un banco, se le presenta la ocasión para poner en práctica la frase de la biblia: "La venganza es mía, dice el señor". Recuerdo haberla visto en su época varias veces, pues era un fijo en los circuitos de los cines de la época, (estreno, reestreno, sesión continua, cine de verano, etc.…).Absolutamente recomendable.

En su momento circuló bastante esta película y, acordándome de ella, he conseguido de alguna forma una copia vulgar al estilo de los pases televisivos de antes, con nitidez justita y recortada a pantalla cuadrada... pero se ve y aún así se sigue. Qué bueno sería que todas las buenas películas estuvieran siempre disponibles con sus formatos y calidad originales.

Interesantes las facetas que plantea este film sobre los eternos temas, que se brindan a tantas interpretaciones, de la maldad y qué hacer realmente con estos sujetos. Existe gente como algunos periodistas, psicólogos, etc., que parecen sentir incluso simpatía por los asesinos a juzgar por sus ideas de minimizar las penas y que se les ponga en libertad sin mucha dilación, porque creen que el asesino (y he oído a quien ya ni siquiera emplea esa palabra, cambiándola por el curioso término "victimario") pues en poco tiempo está arrepentido y deseando convertirse en un trabajador "útil a la sociedad". Yo sólo veo que los hechos hablan: el famoso y siniestro asesino en serie Ted Bundy se fugó dada la ridícula vigilancia que tenía, y le costó la vida a varias chicas más; en España recuerdo bien al menos un caso (seguro que hay más) de un violador y asesino a quien autorizaron una salida de fin de semana y la empleó para violar y asesinar a otra chica, etc., etc. Este tipo de sujetos, cuando los llevan detenidos, se van riendo. Y en la cárcel, reciben cientos de cartas de mujeres como locas por tener sexo con ellos (esto es un dato bien conocido e incontestable: Charles Manson, el propio Bundy...) En este film, el protagonista entiende que estos asesinos son muy reales y es muy peligroso ser ingenuo cuando hay vidas de inocentes en juego. Fantástica interpretación del gran Ernest Borgnine, como siempre lo hizo.

La carrera de Ernest Borgnine empezó a flaquear a partir de mediados de los setenta, sus películas eran cada vez peores y ésta precisamente es un claro ejemplo de ello. Aquí interpreta a un rudo granjero que vive con su joven y atractiva nieta. A su granja llega un trío de atracadores asesinos que pretende refugiarse allí de la policía. Sin embargo, las cosas se complican cuando el granjero les hace frente.

La película plantea el dilema moral entre la postura defendida por el personaje de Borgnine que ampara la mano dura al delincuente y crítica la permisividad de la ley y la sensación de impunidad existente. Mientras que su nieta aboga por una posición más tolerante criticando a los que se toman la justicia por su mano y justifican la venganza.

El problema es que la historia no da para mucho y está filmada con torpeza. Su interés es muy limitado y enseguida hace aguas. El protagonista se pasa hora y media jugando con sus prisioneros torturándoles hasta el previsible desenlace.

A Ernest Borgnine le pegan los papeles de cascarrabias gruñón, aunque aquí empieza siendo un abuelo pedazo de pan, religioso y cariñoso con su nieta, al que van a amargarle el domingo solo por mala suerte. Pero, ¿es una buena persona puesta al límite o se pasa un poco de la raya?
Ahí está la cuestión de esta especie de invasión doméstica, que nos hace pensar una vez más en la famosa segunda enmienda y en la ley del talión.
La película bebe un poco del estilo de Sam Peckinpah, e inevitablemente me recuerda a “Perros de paja”, con esa violencia que empezaba a verse en Hollywood, reflejo de un mundo y sociedad que desde luego no son de color de rosa.
Contrasta la inocencia de la nieta con la mala leche de los atracadores y en cómo se va poniendo la situación. No es tan fuerte como la de Dustin Hoffman que he mencionado, ni como otras invasiones domésticas posteriores en el cine (creo que “La última casa a la izquierda” se lleva la palma), pero supongo que sí llegaría a impresionar un poco al público de su época.
Es entretenida y da que pensar sobre la moralidad y la ley del más fuerte, pero en el fondo es un thriller que da menos de lo que parece, y en el que en realidad no pasan tantas cosas en su escasa hora y media. Quizás se deba a que, personalmente como espectador, no me impacta al haber visto ya demasiado cine o que se le nota el paso del tiempo, pero no me impresiona en exceso su planteamiento.

Me resultaba muy interesante que un hicksplotaition como este fuera desarrollando su final hacia el revisionismo, o sea, hacia la crítica del uso de las armas y la violencia ---epítome de este mensaje es el momento en el que el abuelo, cegado por la ira, apunta a su propia nieta--- cuando el conflicto puede resolverse por medio de la ley. Hubiera sido innovador para el subgénero. Pero un último giro de guion esfumaba esta idea colocando la película en la lista de vulgares hicksplotaition de la época.

Entretenida y para pasar el rato.