The Vampire

Modesto y curioso film estadounidense de ciencia ficción y de terror de los años 50 del siglo XX con claras referencias al clásico literario (R. L. Stevenson) --y cinematográfico (Rouben Mamoulian)-- "El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde" y, también, con ligeras insinuaciones a --entre otras películas-- "Drácula" (T. Browning) y secuelas y "El hombre lobo" (G. Waggner) y continuaciones.

Dirigido por Paul Landres, realizador especializado, particularmente, en series televisivas, aunque también en westerns de serie B y en otras obras de suspense, thriller psicológico y misterio.

Estamos, pues, ante una interesante película sin pretensiones --y sin demasiada originalidad--, pero que resulta, gracias a la intriga, y a cierta estética de cine negro, entretenida y acogedora.

Entretenida película serie B con formato algo televisivo del especialista en este medio Paul Landres que firmó numeroso episodios de series como Daniel Boone, Bonanza, Cheyenne, 77 Sunset Street, El hombre del rifle y otros. Realizó para el cine esta película y "The Return of Dracula". Con una estética "vintage" bien conseguida, queda bien muy reflejado el sueño de la buena vida américana de los años cincuenta siempre amenazada por oscuros fantasmas, en este caso no es el comunismo sino los peligros de la ciencia. Un buen hombre ingiere accidentalmente una adictiva droga que desata sus peores instintos animales lo que le conduce a una cadena de horribles crímenes que le llevan, sin tener culpa alguna, a su destrucción. Más que una película de vampiros es una especie de thriller con una base de Dr. Jeckill y Mr. Hide. Tiene un reparto repleto de efectivos actores de reparto a los que hemos visto con placer en tantas y tantas películas (Herb Vigran, Kenneth Tobey, Dabs Greer, el estupendo Paul Brinegar y la guapa Collen Gray). Se podría pasar por alto la muy cutre caracterización del monstruo y queda un distraído producto típico de los programas triples de cine de barrio, en aquellos tiempos de blanco y negro o colores chillones, que distrajeron nuestra miserable infancia; al menos la mía.

De esos filmes que no figuran en las antologías del cine fantástico y de terror, y sin embargo tiene su interés. Tratan el tema vampírico como un virus, completamente independiente de los conceptos prevenientes de la tradición centroeuropea y del libro de Bram Stoker, y más próximo al virus X que origina al personaje delos comics Marvel llamado Morbius.

Sin embargo el filme investiga el drama que sufre un abnegado médico, que, por un terrible error, consume una pastilla que le transformará en un monstruo más próximo a Mr Hyde, que actúa de noche, despertando sin recordarse de nada, pero con una sospechosa mala sensación. Es un filme resultón, que no pasó a ser un clásico, pero que debería tener mayor presencia cuando se habla de aquella época.

Muy modesto film de género fantástico, que se ve sin problemas aunque al final sepa a poco.
Sin embargo, con pocos mimbres logra que no aburra en ningún momento.
Buena fotografía en blanco y negro y entrañables secundarios de serie B como Kenneth Tobey, siempre eficaz.
No tengo mucho más que añadir sobre este digno, honesto, pero francamente mediocre film fantástico, bien representativo de una época cinematográfica que se alejaba ya sin remedio del cine de los cuarenta y principio de los cincuenta y se adentraba en los sesenta, donde la televisión tuvo mucho que decir.

Mientras escribo esto, escucho La vie en rose, y ciertamente no sé de qué color verían la vida estos improvisados vampiros, buenas personas cuyo único error fue tener un dolor de cabeza en el momento menos oportuno. La pastillita equivocada, un descanso reparador y a partir de ahí una colección de cadáveres con esas dos marcas pequeñas y juntas en el cuello que todos los espectadores sabemos de sobra de que se trata pero que al policía de la localidad le hace pensar en insectos. Ya saben, algún mosquito elefante o similar.
Claro que nosotros jugamos con todos los ases en la mano. Primero, porque la película se llama “The vampire”. Segundo porque sabemos perfectamente que el doctor Beecher se tomó por error las pastillas que su hija le dio confundiéndolas con las que le había entregado un investigador fallecido que experimentaba con murciélagos. Son pistas y detalles que nos solidarizan con un hombre bueno al que la fatalidad le ha conducido a esta situación y por mucho que nos exprimamos el cerebelo la solución no parece fácil.
Los efectos especiales y de transformación no son para tirar cohetes. No es excesivamente larga y se agradece. Los beneficios en taquilla poco “chupables”. Quizás la valoro con un aprobado porque no ha conseguido provocarme la risa floja de la maldad.