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El incinerador de cadáveres

Drama. Terror El señor Karel domina a sus familiares, amigos y empleados. Sólo está preocupado porque el tránsito de los difuntos hacia el más allá sea lo más limpio y rápido posible, todo mediante la incineración de cadáveres en el cementerio que regenta. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
13 de diciembre de 2010
63 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Una familia en el Zoo, de visita. Es una familia decente, una pareja con parejita, niño y niña, y los animales en jaulas.
Karel, el cabeza de la familia, es el pulcro vendedor de su producto mercantil, la incineración. En sus charlas y conferencias nada de tabaco ni alcohol, y el café como mucho clarito.
Piensa a todas horas en un Tíbet de libro, con fotos del Potala, de Lhasa; en la transmigración de las almas, en acelerar la conversión en polvo, la rápida entrada en el ciclo, la liberación: lo de 20 años, en 75 minutos.

Constante primer plano de Karel, de su rostro gordezuelo y melifluo, pestañas de cerdo. A todo el mundo manosea con desenfado: toca cuello, espalda, hombros, mejillas, también a sus ayudantes con apellidos de músico, Strauss, Dvorak. Pone la mano en la gente como para adherir su alma e irla orientando hacia el Éter.

Karel, que querría ser Karl, tiene con la incineración una obsesión monotemática, entre demente e imbécil a la hora de enfocar la cuestión judía embobado por el señuelo de las putas rubiamente arias. Obsesión que origina un pesado soliloquio transmigratorio en el que la idea de reencarnación se mezcla con los delirios de grandeza y el resentimiento del acomplejado.

2) Es una película de terror, centrada al 95 % en el protagonismo de un tibio y lerdo psicópata, cuya fijación incineradora sirve para metaforizar el nazismo como locura a gran escala, al proyectar en la ingeniería social la manía de ver lo crematorio como liberación (ajena).

3) Lo experimental y centroeuropeo no da para tanto hermetismo, tanta atmósfera intelectualmente misteriosa como era de esperar. La idea queda en argumento elemental y la omnipresencia del protagonista acaba apisonando.

El tratamiento de la imagen juega sus mayores bazas en las deformaciones del espacio con lente angular, así como en unas originales transiciones escénicas, con el monologante primer plano como pívot, cambiando de lugar y momento al ritmo del soliloquio, en una especie de oleaje de la corriente de conciencia.
Este recurso formal se utiliza con brillantez en varias ocasiones, que resaltan entre lo mejor de la película.
Archilupo
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16 de mayo de 2007
48 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director checo Juraj Herz expone en El incinerador de cadáveres la ambivalencia de las ideologías como vehículo de ascenso social, sobre todo a partir del inexorable advenimiento del dogma nazi en la antigua Checoslovaquia, supuesto instrumento purificador de costumbres, de culturas, de razas.
El señor Karel ejerce su influjo sobre quienes le rodean; su capacidad, como incinerador, para discernir entre lo físico y lo etéreo, para desligar cuerpo y espíritu, le convierte en el intermediario hacia lo irreal, hacia aquello que escapa al conocimiento. La música de Zdenek Liska compone, a este respecto, una atmósfera quimérica.
Karel vive por y para su negocio, sinónimo de representatividad en el escalafón estamental. Como predicador surrealista de valores elitistas, el protagonista halla en los preceptos hitlerianos cierta vinculación con sus pretensiones ‘filtradoras’: la distinción entre el alma, abocada a trascender en la eternidad, y lo corpóreo, totalmente prescindible, mero vehículo de la esencia del individuo.
La incorruptibilidad de la ascendencia aria es, precisamente, la noción elemental de los principios nacionalsocialistas; Karel, por su parte, propone otro tipo de criba, más humilde, menos dolorosa.
Solal
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24 de marzo de 2010
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
098/22(18/03/10) Hipnótica rareza inclasificable del cine checo, casi cine de arte y ensayo. Una obra no apta para todos los paladares al ser un film complejo que utiliza la metáfora de un cremador de cadáveres de Praga para mostrarnos el sinsentido de las ideologías y de cómo un tipo pusilánime encuentra el refugio de su locura sociópata en la filosofía tibetana y en el Nazismo que se encontraba a las puertas de Chequia. El realizador Juraj Herz firmó el guión con el escritor de la novela homónima en la que se basa, Ladislav Fuks, y al poco de estrenarse se prohibió con lo que ha pasado a ser una obra maldita y por muchos incomprendida. La historia es un colosal alegato en contra los totalitarismos, en contra de la limpieza de sangre, en contra de la degeneración ideológica, para ello utilizan el vehículo de un personaje aterrador, Karel Kopfrkingl (descomunal Rudolf Hrusínský), entusiasta incinerador de cadáveres en un cementerio praguense, que se toma su trabajo como si de un iluminado se tratara, un aséptico personaje que bebe de las creencias místicas tibetanas de ‘El libro tibetano de la vida y la muerte’ y que al estar a punto de ser ocupados por los nazis gente de su alrededor le comienza a inocular el valor de limpiar las malas hierbas que pueden ser judíos, drogadictos, débiles, afeminados y para ello nadie mejor que él que puede hacer en 75 minutos que todo se convierta en polvo, incluso llega a pedir más hornos y de más potencia para poder ‘asear’ a el pueblo más eficientemente, maravillosa alegoría de lo que pasaría más tarde en ‘Los Campos de la Muerte’ hitlerianos, lugares que el director conocía muy bien pues él estuvo recluido en uno, Ravensbruck. La cinta tiene su punto fuerte en su fascinante puesta en escena, tiñendo de un terror psicológico asfixiante cada fotograma, con una voz en off plácida y tenebrosa a la vez, con primeros planos asfixiantes, grandes angulares enfermizos, ojos de pez que transmiten agobio, el fotógrafo Stanislav Milota hace un trabajo en glorioso blanco y negro sublime, sumado a una banda sonora inquietante de Zdenek Liska, que te llega a poner el vello de punta, resultando un clima malsano turbador, inteligentemente Juraj imprime unos sutiles toques de humor negro que hacen no sea tan seca la película y se digiera mejor. Recomendable a todos los amantes de Grandes Obras Mágicas que se salen de lo normal. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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17 de agosto de 2010
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosísima película de ritmo vivo y montaje novedoso y dinámico (los cambios de secuencia son magistrales), que indaga una de la vías de la locura más escalofriantes: la obstinación por la salvación del alma humana, a pesar del propio humano y de su alma. Una monomanía grandilocuente y extrema como la que empujó a Hitler a intentar remodelar el mundo. Mezcla elementos que parecen opuestos pero que podrían tener un extraño vínculo. Ciertas teorías del nazismo situaban el origen de la raza aria en el Tíbet, y el propio Himmler sentía un enorme respeto e interés por el budismo, especialmente el tibetano.

No sé si era la intención del director establecer ese paralelismo (a pesar de que es sabido que el nazismo respetó el budismo alemán, incluso permitió un congreso internacional), pero en cualquier caso el contraste, absurdo y casi inverosímil, entre el mensaje antimilitarista y eminentemente pacífico del budismo, y la violencia intrínseca del nazismo, retratan muy bien la incongruente estupidez humana.
ruanorosa
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26 de febrero de 2008
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante filme procedente de la antigua Checoslovaquia sobre un incinerador que quiere que los difutos se dirijan al más allá de la mejor y rápida forma. Desconocía totalmente esta película, pero gracias a esta web he podido descubrirlo, eso sí, cuesta mucho encontrarlo y además en V.O.S. ya que en español no existe, que yo sepa. Eso sí, verla subtitulada no es una desventaja, creo que es mucho mejor que si es vista doblada. Como ya he dicho es una peli impresionante, con una dirección de Juraj Herz excelente, unas actuaciones de lo más creíbles y realmente magistrales (sobre todo el protagonista), un montaje maravilloso y una fotografía con unos planos inmejorables. Una de las cosas que hacen que la peli sea aún más buena es su ambiente en B/N, ya que le da un aire agobiante, asfixiante a veces e incluso enfermizo. Una gran película, lamentablemente desconocida y muy difícil de conseguirla, y aunque no es una obra maestra se queda cerca. ¡Magnífica!
Marcos Sastre
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