Haz click aquí para copiar la URL

Brindis al amor

Musical Un cantante y bailarín de éxito, a pesar de que atraviesa una etapa muy crítica, está decidido a volver a Broadway, el escenario que le dio la gloria y la fama.
1 2 3 4 >>
Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
18 de diciembre de 2006
54 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podríamos hablar de dos grandes épocas en el musical americano. Una primera, que correspondería, básicamente, a los años 30, con las películas de Busby Berkeley y las míticas de Fred Astaire y Ginger Rogers. Y una segunda, que, según los críticos, se iniciaría en puridad con "Un día en Nueva York".
Esta segunda época, la del musical integrado (los números musicales sirven para hacer avanzar la trama, insertándose armónicamente en ésta), culmina, a nuestro juicio, con "Cantando bajo la lluvia" y "Melodías de Broadway 1955", que representan la cima del clasicismo.
Pero, si "Cantando bajo la lluvia" representa ese momento eufórico y optimista que se alcanza cuando se llega a la cumbre de la montaña tras el duro esfuerzo, "Melodías de Broadway 1955", reflejando también un estado alegre y festivo, muestra, sin embargo la nostalgia y la melancolía de saber que en la cumbre no se puede permanecer mucho tiempo, y que pronto habrá que descender de nuevo. "Cantando bajo la lluvia" mira, pues, con satisfacción a la cuesta que se ha subido. "Melodías de Broadway 1955" mira a la rampa que queda por bajar.
Por eso, "Melodías de Broadway 1955" nos parece el mejor musical de la historia. Porque sabe combinar la alegría propia del género con cierta sensación de tristeza. Nunca se podrá repetir un momento como ése, con un Fred Astaire eterno, como siempre, con una Cyd Charisse en pleno esplendor de su arte y belleza, y con esos secundarios geniales (mención especial para Jack Buchanan y, por supuesto, para nuestro querido Óscar Levant).
Y también es un gran musical porque las canciones y los números musicales son inolvidables. Imposible es no recordar la euforia de "That´s entertainment" o "A shine on your shoes", el romanticismo maravilloso de "Dancing in the dark", la clase y la suavidad de "I have to change my plans", la divertidísima parodia que representa "The girl hunt" o esa tristeza y melancolía que traslucen "By myself" y el "That´s entertainment" que cierra la película, por poner algunos ejemplos.
Dijo Gene Kelly que no era posible encontrar un sólo autor en los musicales. Por supuesto. Todos los que participaron en esta película tienen parte en su resultado. Haremos una mención especial a Vincente Minnelli, que demuestra, a nuestro entender, que fue el mejor director de musicales. Gracias, pues, Vincente, Cyd, Fred, Jack, Óscar y Nanette (Fabray), entre otros, porque, gracias a películas como ésta, la vida tiene un poco más de sentido.
Cantan los protagonistas en el segundo número de "That´s entertainment" que el adiós trae las lágrimas. Y es verdad. Pero no menos cierto es que podemos enjugar esas lágrimas en cualquier momento, porque "Melodías de Broadway 1955" siempre nos estará esperando para compartir un rato agradable con aquellos amigos que, allá por 1953, se reunieron para que hoy, cincuenta años después, volvamos nosotros a disfrutar con ellos.
Triplets
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5 de febrero de 2007
31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento en que el musical ya no es lo que era, viene muy bien recordar que hubo un tiempo en que el género fue el rey y que se producían muchos más musicales que de ningún otro género especialmente en el períodoque oscila entre 1935 y 1950.
Este película, obra maestra del musical, cuenta con la presencia de la inagotable fuente de recursos e inspiración en movimiento que fue Fred Astaire y la impagable presencia de una Cyd Charisse en el esplendor de su belleza y talento. En ella, se encuentran algunos de los números más recordados del musical norteamericano: "Shine on my shoes", "That's entertainment", "Dancing in the park", "Louisiana Hayride" y el último que es un delicioso y magistral homenaje al cine negro.
El guión es soberbio. Y las interpretaciones memorables. Todo con el esmero y el lujo de una producción MGM de 1955. ¡Qué elegancia! !Qué glamour! !Qué sentido del humor! !Qué maravilla! ¡Éso es el verdadero espectáculo!
Grace
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2 de diciembre de 2020
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra se su director Vincente Minnelli y del género musical, "Melodías de Broadway 1955" o The Band Wagon" alcanza la perfección formal y estilística representando magistralmente la cúspide del género, junto a otro clásico por antonomasia, el maravilloso "Cantando bajo la lluvia" de Gene Kelly y Stanley Donen rodado el año anterior.

La música de Arthur Schwartz, el guion de Batty Comden y Adolph Green, un elenco actoral en estado de gracia, un coreógrafo de excepción como Michael Kidd y la inspirada dirección de Minnelli, son las claves para convertir este viejo espectáculo de Broadway en una de las cumbres del cine musical clásico.

La trama mira en el ombligo de la creación y montaje de estos espectáculos teatrales, optando por una defensa del show, del "entertainment", en toda su pureza, sin necesidad de artificios culturalistas o intelectuales, representados en el film por la impostada representación de Fausto que la compañía pretende estrenar, para terminar presentando un espectáculo de variedades de mayor sencillez pero cuajado de ese sentido del espectáculo tan brillantemente definido en la inspirada composición "That's Entertainment" que interpreta la compañía en el número final del filme.

Toda la película transpira la alegría de vivir característica del género, pero, en esta ocasión, teñida de un punto de tristeza o nostalgia, quizá consciente de que, alcanzada la cumbre, es irreversible iniciar el descenso.

Minelli enlaza la acción, casi sin que nos apercibamos, con los números musicales, haciendo avanzar la trama y definiendo de forma sublime los sentimientos o estados de ánimo de sus personajes.

Fred Astaire, casi interpretándose a si mismo, está magistral entonando el nostálgico "By Myself" mientras se aleja por el andén de la estación, consciente de una realidad que le ignora porque sus días de gloria pertenecen al pasado, aparece desbordante de vitalidad y entusiasmo junto a Leroy Daniels en el dinámico número “A Shine On Your Shoes” y es la elegancia personificada cuando comparte plano con Jach Buchanan para interpretar el distinguido “I Guess I’ll Have To Change My Plan”.

Pero donde brilla especialmente en escenas inolvidables que forman parte de la historia del cine, es junto a una bellísima Cyd Charisse en la mágica escena en que pasean por Central Park a luz de la luna, entrelazando sus manos y bailando con los compases de “Dancing in the Dark” o parodiando el mundo de la novela negra de Micky Spillane en el espectacular número coreográfico “The Girl Hunt”.

Como los buenos musicales clásicos “The Band Wagon” tiene la virtud de saber transmitir hoy, como lo hizo ayer, sentimientos de alegría, fuerza y ganas de vivir, mediante un sortilegio cuyo ritual solo conocen los magos como Minellli, o los propios Kelly y Astaire, un sortilegio que hace que el espectador se sienta capaz de bailar sobre las nubes con Cyd Charisse o que se sienta feliz junto a este bailarín cincuentón que, pasada su etapa de gloria, descubre que la esencia de su felicidad reside en actuar cada día junto a su troupe, al lado de la mujer que ama.

“That’s Entertainment”!
Maximillian
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
27 de julio de 2005
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente musical dirigido por Vincente Minelli, conocedor del género, a partir de un guión de Betty Comden y Adolph Green. En la obra se funden las canciones, la coreografía y el baile con la historia que narra la película, de tal manera que ésta es la que da unidad y explica los sucesivos números musicales. El lenguaje cinematográfico asimila el musical, lo incorpora a su estructura narrativa y resulta una película con personalidad propia, con una unidad bien definida, que utiliza los números musicales para explicar los sentimientos de los personajes, su alegría de vivir, sus deseos y ambiciones. Son memorables las actuaciones de Fred Astaire en los números de música, baile y voz titulados "By Myself", "A Shine On Your Shoes" y, junto con la deslumbrante Cyd Chasisse, se supera en los titulados "Girl Hunt" y "Dancing In The Dark". La mano de Minelli da a la obra un toque de lujo, una áurea brillante y un contenido que aúna admirablemente espectáculo y entretenimiento. Las canciones se deben a Howard Dietz y Arthur Schwartz. Estrenada en 1953, es algo posterior al musical norteamericano más deslumbrante de los años 50 del siglo pasado "Cantando bajo la lluvia", de Gene Kelly. Junto a éste "The Band Wagon" se sitúa en una posición destacada por su calidad, equilibrio entre forma y fondo, coherencia narrativa y brillantez visual. Adviértase el paralelismo entre el título de la película de Kelly y el de la canción estrella de la de Minelli, que serviría de punto de referencia a Lars von Trier en el año 2000.
Miquel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
29 de enero de 2010
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me encanta por sus múltiples vericuetos y resonancias. Algunos la sitúan junto a Cantando bajo la lluvia, como paradigma de un cierto cine que funciona como centro aglutinador de todo el historial de este género.

Es decir, este Fred Astaire puede reconocerse como un prototipo ideal del bailarín-cantante-actor que finalmente depone su ego ante el descubrimiento del verdadero amor y el verdadero compañerismo. Su lenguaje corporal es único, es etéreo, es insondable.

Esta Cyd Charisse puede aceptarse como el maniquí vivo, trascendente, de todo sujeto de experimentación alegórica. Un símbolo, un objeto de deseo, una figura de humo que se entrega a todos los disfraces y a todas las poses, permaneciendo siempre fiel a su eje.

No hay minutos de relleno en esta maravillosa muestra de un cine hoy imposible. Imposible de realizar, tal vez, imposible de apreciar, casi imposible de disfrutar por la mayoría de los buscadores de tesoros perdidos.

Si el cine marca la muerte de la Civilización del Ojo, según dice Ignacio Gómez de Liaño, entonces esta película designa, dentro de esa gran muerte, la pequeña muerte o el pequeño desmayo de cierta sensibilidad extraña que atesoran acaso los niños, los locos, los pintores de paisajes mentales.

Un cine de belleza sin por qué, sin pretensiones ni prejuicios visibles, se nos muestra en esta película viva como muy pocas.
Karlés Llord
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow