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Baby: El aprendiz del crimen

Thriller. Acción. Comedia Baby (Ansel Elgort), un joven y talentoso conductor especializado en fugas, depende del ritmo de su banda sonora personal para ser el mejor en lo suyo. Cuando conoce a la chica de sus sueños (Lily James), Baby ve una oportunidad para abandonar su vida criminal y realizar una huida limpia. Pero después de ser forzado a trabajar para un jefe de una banda criminal (Kevin Spacey), deberá dar la cara cuando un golpe malogrado amenace su ... [+]
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Críticas 189
Críticas ordenadas por utilidad
12 de julio de 2017
214 de 329 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza muy bien, cuenta con actores de primera, aunque resulta engañosa en este sentido puesto que en el tráiler aparece Jon Bernthal como si fuera a ser uno de los protagonistas y sale muy poquito.

En este inicio se muestran escenas muy bien rodadas, una gran persecución y un estupendo plano secuencia presentando al protagonista, el cual tiene menos carisma que un pan de tres días. A partir de aquí comienza una historia de amor en la que la química entre los actores es inexistente. Vamos, que se enamoran por que lo dice en el guión. Salvo algún puntillo gracioso y el personaje de Jaime Foxx, la peli comienza a ir cuesta abajo a gran velocidad hasta la parte final en la que se queda sin frenos y que comentaré en la zona de spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
profesional25
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16 de junio de 2017
130 de 182 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ladrones de bancos; tiros; persecuciones a todo gas; clásicos del rock, del funky o del pop... Y sí, un reparto en estado de gracia. Eso es Babby Driver, el regreso a la dirección de Edgar Wright, quien nos tenía muy abandonados desde su última película en 2013 (Bienvenidos al fin del mundo). Por cierto, para los olvidadizos, el mismo responsable de Zombies Party.

Así pues, con este calor asfixiante y en pleno verano, qué más se le puede pedir a una película que entretiene y te hace olvidar el infernal fuego que te atrapa entre el cielo plomizo y el agrietado asfalto. Pues nada más que lo que 'Baby Driver' ofrece: dos horas de puro espectáculo cinematográfico.

Edgar Wright escribe y dirige, con su sello propio, una película que refresca al género de ladrones de bancos, policíaco y de acción de la última década. Tiene hermanos mayores como 'Ronin', 'The Town' o 'The Italian Job' -y menos pretensiones que 'Drive', por suerte para nosotros-. Pero 'Baby Driver', desde su nacimiento -con una huida antológica y un plano secuencia posterior más bárbaro si cabe, mediante- crece por sí sola y se erige como un tótem del género.

El guión, repleto de diálogos sólidos y escenas vertiginosas, desborda dinamismo hasta completar dos horas de metraje sin perder frescura. Mezcla acción, comedia negra e, incluso, ciertas gotas de drama, en un abrir y cerrar de ojos. Casi sin enterarte, como Baby al volante, te mueve de un lado a otro de la pantalla. Y utiliza algo tan trillado como la nostalgia por los clásicos del rock, del funky o del pop, de una forma muy sutil y a la vez tan evidente como un golpe en la cara, para agrandar más su estela de entretenimiento y espectáculo. Dos cometidos que cumple y para los que está hecha.

Y ello porque esa banda sonora, que llena cada fotograma y se funde con las balas de los tiroteos o las ruedas quemadas en el asfalto, es gloria para los oídos. El oído y la vista convergen en uno solo gracias al pulso de Wright -la música es vital en su filmografía-, que sabe llevar en todo momento y por buen camino el ritmo de la película.

Por ello 'Baby Driver' tiene la vitola suficiente para perdurar en el tiempo. Al menos entre aquellos a los que nos gustan este tipo de películas que te hacen olvidarte, por un momento, del día rutinario. De esas joyas que llegan sin hacer ruido, pero rompen por completo los esquemas.

Cine al servicio de la diversión. ¿Qué tiene fallos? Claro, como todo en esta vida. Pero son tan pequeños al lado de sus aciertos que no necesitan siquiera ser mencionados. Así que una recomendación, abrochaos los cinturones y a rodar por la carretera del espectáculo visual y auditivo que nos brindan Wright y los suyos.


Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine
Argoderse
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18 de junio de 2017
76 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos dicen que la música en las películas está sobrevalorada, que es una barata manipulación de emociones en un arte donde debería sobresalir lo visual.
Demasiado poco se rebate ese argumento, para lo muy equivocado que está.

¿Acaso no vibramos cuando una nota está en el lugar correcto?
¿No asociamos una canción bien escogida a imágenes en movimiento?
¿Es que no hemos tarareado bandas sonoras cuando nos embarga la emoción del momento?
Somos seres musicales, funcionando mejor cuando suena el acorde perfecto.

Para probarlo, ahí que ha creado Edgar Wright esta deliciosa 'Baby Driver': una canción de casi dos horas a ritmo trepidante, punteada por los disparos de atracos, metronometrada por los frenazos de las persecuciones y a todo volumen para que no perdamos detalle de sus matices.
¿La historia? Esa misma, la de siempre. Poco importa una canción, siempre que en sus notas se hable desde el corazón.
(Y a tópico suena, pero espero que no te dé pena)

Baby es conductor de atracos, no en busca del golpe perfecto, sino del día en que por fin deje de necesitarlos.
Para él las caras no importan, solo el sonido de las llantas quemándose, mezcladas con la canción adecuada, mientras navega entre el caos urbano como si pudiera anticiparse a él.
Al final del día, solo necesita seguir escuchando una pista en el silencio, y ni las caras de sus asociados ni el dinero conseguido importan demasiado.

Entonces aparece Debora: ya la hemos visto de pasada, rompiendo levemente el compás perfecto de esa canción infinita que es la vida de Baby.
Pero, lejos de querer romperla, lo que Debora busca es combinar sus respectivas canciones, que nunca suenan mejor que cuando están juntas.
Nada más y nada menos que el clásico amor imposible de dos jóvenes, que cada vez que miramos detrás tienen a alguien diciéndoles que dejen de soñar y que vuelvan al trabajo.

La canción de Baby crece salvaje y agresiva, mientras él se da cuenta de que esa sinfonía de amenazas, portazos y tiros nunca va a dejar de oírse tras sus auriculares.
Quizá Baby sea un crío en más aspectos que en el nombre, siempre obediente, siempre dispuesto, atrapado para siempre en una infancia que se terminó cuando solo le quedó vivir conectado a un Ipod tras el que nadie pudo obligarle a madurar.
Y por eso su rebeldía adolescente ha llegado demasiado tarde, espoleada por una hermosa chica que le pide conducir hacia el horizonte, con un coche caro y el plan más pobre que se tenga.

Hay crueldad en 'Baby Driver', y nos olvidamos de que existe porque su propio protagonista la ha ignorado hasta que no ha podido más.
Pero también, como en las mejores historias, hay esperanza, buenos sentimientos y amor, escondidos, casi sepultados por una maraña de ruidos que nunca alborotan más que cuando deben apagarse.
Edgar Wright conecta con ese "homo musicalis" que sintoniza ritmo propio, y nos dice que, de vez en cuando, está bien apagar la radio que escuchamos todos los días.

Y yo me quedo sorprendido, porque una historia que conecta tan bien con un impulso tan primario sepa que parar es necesario, y buscar otro ritmo algo casi involuntario.
No se debería dejar la música sonar... sin escucharla con una imagen, una sensación, una persona que la haga perdurar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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13 de julio de 2017
67 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor:
-Sus adrenalínicas persecuciones de coche, muy bien rodadas y con excelente música.
-El retrato de su protagonista, un introvertido conductor que quiere que la música que escucha haga de banda sonora de sus acciones y al que le cuesta relacionarse, hasta que conoce a una chica con la cual conecta.
-La interpretación de las dos chicas, así como las del protagonista y el padre adoptivo de éste.
-Que el director saque a varios de sus personajes de la mejor tradición pulp del género negro.

Lo peor:
-Que da la sensación de que el director (quién también escribe el guión) no sabe cómo acabar su película, cometiendo incongruencias en el desarrollo de dos personajes en el guión, como si se dejara llevar por el frenesí de sus persecuciones de coche, sin frenar un poco más .
-Que recuerda a "Drive" y en mi opinión sale perdiendo en comparación con ésta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bardo Embrando
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10 de julio de 2017
111 de 179 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni un sólo segundo de silencio. La película más invasiva que he visto jamás, es como ver la tele con la radio puesta. A Edgar Wright le han dicho demasiadas veces que es un maestro porque se lo ha creído y nos regala dos horas de videoclip con escenas de acción sincronizadas con la música random que suena durante todo el metraje, que un rato puede tener gracia, pero acaba asfixiando. Es un thriller con personajes caricaturescos que no encajan en una historia que no tiene nada de especial. No entiendo muy bien sus buenas críticas más allá de los aspectos técnicos y su hábil montaje.
Hotel Overlook
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