Amigos hasta la muerte

Western cómico crepuscular que mezcla una historia lineal con un montón de flashbacks que van aclarando los detalles de las extrañas relaciones de amor y amistad entre Chuck Jarvis (Rock Hudson), Billy Massey (Dean Martin) y Kate (Susan Clark), en las cuales se basa la comicidad. El guión está trabajado, las interpretaciones son notables y la factura técnica es aceptable –el tiroteo del final en el bosque incendiado está realmente logrado–. En su contra, hay unos cuantos tramos lentos en momentos en los que era fundamental aportar más viveza.

Con un tono de cierta comedia a lo largo del film, el director George Seaton realiza este Western de forma acertada con dos intérpretes de lujo como Rock Hudson y Dean Martín, seguidos por unos secundarios aceptables entre los que destaca la atractiva Susan Clark. La historia es interesante, y en ella destaca una estupenda fotografía filmada casi integramente en exteriores naturales, lo cual dignifica este Western. No es una gran película de este género pero se deja ver con interés, y el tono de comedia de muchas secuencias, dentro del drama del argumento, hace pasar un rato relajante viendo cine del de siempre.
Este film está rodado en el sistema panorámico Todd-AO 35mm., que es semejante al Cinemascope con una gran nitidez de imagen.

La película es flojita, no nos engañemos. Si le doy el aprobado es por la simpatía que he sentido siempre hacia todo lo relacionado con el amigo Dino, pero, sinceramente, como western no vale mucho.

En mi opinión peca de un ritmo algo lento; veo innecesaria además la inclusión de tantos flashbacks (con un par de ellos ya habría quedado suficientemente explícita la gran amistad que unía a los protagonistas en la infancia); la historia es demasiado simple; y el personaje de Rock Hudson es un tanto insulso.

Como puntos positivos destacar los toques de humor que aporta el personaje de Dean Martin, su graciosa banda sonora (de sonido algo atípico en este género), y su ajustado metraje que, dicho sea de paso, podía haber sido acortado algo más incluso.

Resumiendo, gustará, sobre todo, al que antes de verla encontrara en ella algún aliciente, ya sea ver de nuevo en pantalla al guasón de Dino soltar alguna de sus míticas frases relacionadas con el alcohol o las mujeres, ya sea la agradecida presencia de Susan Clark, o ya sea simplemente el bigote de Rock Hudson. Si no vais un poco predispuestos lo más seguro es que os defraude porque, sin duda, estamos ante un título muy menor del género.

Chuck Jarvis (Rock Hudson), quien ejerce como sheriff, se ve en la tesitura de tener que dar caza al que fuera su gran amigo desde la infancia, Billy Massey (Dean Martin), acusado de asaltar un tren. A lo largo de la persecución que sirve como eje de la película iremos conociendo cómo surgió dicha amistad y por qué se fue deteriorando. Algo a lo que ayudó la presencia de Kate (Susan Clark), una mujer deseada por ambos pero que se acabó casando con Jarvis.

Amigos hasta la muerte es otro de tantos westerns y su mayor aliciente se encuentra en el trío protagonista. Lamentablemente, la química entre Hudson y Martin no es tan buena como debiera (por lo menos no tan buena como lo es entre el primero y Clark, por ejemplo), las escenas que narran la infancia de ambos resultan algo anodinas y el último tramo (a excepción del intenso clímax final) se hace un poco pesado. A pesar de esta retahíla de males (menores o, al menos, no cruciales) la película mantiene el tipo con dignidad y, aunque resulte prescindible, se deja ver con agrado.

Dos hombres y un destino(ojalá Santa Fe) sería su padre, la vida perra, la amistad imperecedera, por el amor de una mujer, muchas aventuras y desdichas dicharacheras, malos buenos, muchos ambiguos, dos viajes, por lo menos, idas y vueltas, huellas, memoria, balacera y un villano de opereta de medio pelo que asola.
Tiene cierta clase, algunos buenos diálogos, sutil humor y una historia bonita aunque más o menos tópica, pero los flashbacks son horrorosos, la participación del malo sirve al final de cutre deus ex machina y hay como una sensación general de flojera que comienza desde los mismos actores protagonistas tan gastados, cansados, carcomidos, castigados por el paso del tiempo y los vicios, especialmente Dean Martin que está aquí para el desguace el pobre, cine de los setenta, los años de la gran resaca, el pago de los excesos optimistas de lo sesenta, y se nota a la legua, como cierta pereza que contamina el transcurso de este argumento simpático trazado a través de los restos o despojos que dejaron los wester de antaño, tantos, que no dejará este porque ya casi que echa la persiana, el definitivo cierre, es, pues, sí, por lo tanto, crepuscular, fin de raza, acabado, como aquella Whisky uruguaya con la que nada tiene que ver apenas, pero a la que ahora, pardiez, asociaciones extrañas o fortuitas de ideas y películas, el diablo las carga, mucho me recuerda, fracaso, desolación, abandono, humor, leve fatalismo, tragedia en sordina, el más débil o poco suertudo, como él se refiere a sí mismo, no pudo aguantar la soledad que conlleva o depara el trío, que le tocara la peor parte en el reparto del triángulo o quién sabe nada nadie, que fuera demasiado experto en las mujeres, es decir, en los hombres.
No tiene mayor pega, es hasta querible, pero como que le sobran vueltas y revueltas, metraje, ello, con media hora menos sería más estupenda, casi perfecta.