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Al diablo con el diablo (Mi amigo el diablo)

Comedia. Fantástico Stanley Moon, un joven cocinero, tímido y con poca confianza en sí mismo, está enamorado sin esperanzas de la guapa Margaret Spencer, su compañera de trabajo. Tras un fallido intento de suicidio, Stanley recibe la visita de George Spiggott, un caballero desconocido que le ofrece la solución a todos sus problemas: lo único que le pide a cambio es que firme un contrato vendiéndole su alma. Stanley lo toma por un lunático, pero George le ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
20 de agosto de 2007
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El principal interés de la película es ver a la famosa pareja de humoristas británicos Peter Cook y Dudley Moore desenvolverse en una producción ambiciosa.

La película tiene un desarrollo bastante amable y ligerito, sin apenas tensión. El argumento es una mera excusa para los ingeniosos diálogos entre Cook y Moore, llenos de inteligencia y rebosantes de jugosos "oneliners". Algunas situaciones son hilarantes, como cuando Dudley Moore es convertido en una monja, o cuando George Spigott explica a su víctima el motivo porque se reveló contra Dios.
Villamota
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2 de julio de 2009
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Proyecto personal de la pareja de cómicos Peter Cook (auténtico predecesor de gente como Stephen Fry o Steve Coogan) y Dudley Moore puesto en manos de un Stanley Donen desganado y en horas bajas que se limita a facturar una alicaída versión domada de la sátira “pop” propuesta por Richard Lester. Filmada de un modo plano y exangüe, además de feo con esa catarata de “zooms”, alarga demasiado los “gags” y en ningún momento es tan divertida como pretende (francamente, su “remake” es más gracioso pese a su gomosa parte final), aunque desde luego conserva cierta capacidad de corrosión y algún diálogo venenoso, amén de una química espléndida entre los dos actores, no tanto con la muy británicamente caballuna Eleanor Bron, quedando entre sus logros (junto con la rotunda presencia de Raquel Welch, claro) esa encarnación del diablo funcionarialmente dedicado a la jodienda cotidiana y por supuesto la irónica canción “Bedazzled”, interpretada aquí por Cook y que sería lúbricamente versionada por una displicente Anita Lane y un ardorosamente mendicante Nick Cave.
Adrián Esbilla
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4 de marzo de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siete pecados capitales que pueden transformarse en siete deseos siempre que intervenga aquel al que llaman el Príncipe de las Tinieblas, Lucifer.
Pero quizás nunca pudimos ver sus perversas acciones realizarse de un modo tan divertido como en esta ocasión.

Algunos que de cine nada entienden sólo son capaces de relacionar a un director con su trabajo más famoso, ignorando otros títulos que pueden adornar su filmografía con la misma dignidad; al nativo de Carolina del Sur Stanley Donen, un habilidoso artesano que siempre probó en diferentes géneros aunque sin duda enamorado de los musicales, se mantiene en las páginas de la Historia cinematográfica por haber codirigido el inmortal clásico "Cantando Bajo la Lluvia" junto a Gene Kelly. Pero también fue el responsable de "Página en Blanco", "Siete Novias para Siete Hermanos", "Charada", "Una Cara con Ángel" o la maravilla "Dos en la Carretera".
Tras ésta, considerada una de sus obras maestras y la mejor de su etapa de los '60, rechaza dirigir (muy curiosamente) la adaptación de "Hello, Dolly!" y se encarga de otro proyecto que para algunos pasará desapercibido: una comedia concebida y escrita por dos genios del humor negro satírico que ha explotado en Inglaterra en la década, Dudley Moore y Peter Cook, ambos tomándose un respiro de su famoso programa para la BBC "Not Only, but Also" y asumiendo su primer papel protagonista en un film. Y la primera secuencia que vemos en "Bedazzled" es suficiente para comprender su tipo de humor.

Stanley, un hombre pequeño, apocado, de expresión estúpida y marcado por una terrible indecisión está en una iglesia pidiendo a Dios fuerzas para hablar con una compañera de trabajo del bar-restaurante donde trabaja más mal que bien, una preciosa chica de la que está enamorado pero con la que nunca se ha atrevido a intimar llamada Margaret; sin embargo estas plegarias no las escucha el Todopoderoso, sino su némesis el Diablo, que estaba fisgando por uno de los ventanales. Y así comienza esta sátira tan "british" y tan "kitsch" de la leyenda de Fausto, con un suicidio interrumpido (el de Stanley) y una oferta que no puede rechazar.
Conociendo al dúo Moore/Cook se sabe que en el guión radica toda la esencia de esta película tan simpática, cuya narrativa está dividida en dos partes. Por un lado esos siete deseos que el Diablo concede al protagonista a la orden de "¡Julie Andrews!" (simplemente genial) con el fin de conquistar a su amada, invitándonos a reflexionar sobre el motivo de que tales deseos únicamente terminen en desgracia para subrayar el inmenso egoísmo que nos aqueja como humanos, y el cual tendemos a ignorar (poco a poco Stanley demuestra que anhela a Margaret sólo como un ideal, acorde a sus propios intereses, sin pensar en ella como mujer ni un momento).

De qué modo más sutil nos alecciona la pareja sobre cómo nos puede destruir la melancolía debido a aquello que no podemos codiciar; ya sea multimillonario, un estirado intelectual, una estrella de la música "pop" o una mosca (éstos dos los mejores "episodios" del film), Stanley y Margaret serán la perfecta imagen del mito de Aquiles y la tortuga. Por otro lado la historia se centra en las intervenciones malignas (lo que también provoca al anterior el fracaso más absoluto) y en la propia personalidad del Diablo, aquí perfilado como George; y se debe recalcar que es una muestra de genio absoluto la visión que se logra de este rey del Mal.
Pues Peter Cook no crea a un malvado y repulsivo ser, sino a un individuo elocuente, carismático y de pura elegancia británica, sin olvidar su lado más rebelde, sociópata e irritante; el objetivo de que Lucifer parezca un distinguido y nihilista hombre de negocios de West Brompton es logrado por el cómico. Y sus conversaciones y debates con el ingenuo Stanley acerca de la religión, la Biblia, los estúpidos actos de Dios, la condenación eterna, la decadencia de la Humanidad y la insignificancia del alma (muy criticados en el momento en que se estrenó el film) es lo que magnifica la película y añade constantemente notas del humor más mordaz y perverso que podamos imaginar.

Momentos tan divertidos como la explicación de George sobre lo de dejar de ser el ángel favorito de Dios (sentado él un buzón y Stanley bailando alrededor), esa secuencia que transcurre en el patio de un convento con todas las monjas saltando (tomado de un "sketch" de "Not Only, but Also", aunque pudiendo pertenecer al "Flying Circus" de los Monty Python) o el duelo final entre Dios y George sirven de sobra para subrayar la ácida burla y en general la mala baba que se esfuerzan en imprimir Moore y Cook al guión, desarrollado con dinamismo por el bueno de Donen.
A los colores vivos de la fotografía de Austin Dempster y la dirección artística que provee Terry Knight cabe destacar la música, exclusivamente compuesta (¿cómo no?) por Moore, las buenas actuaciones de la guapa y camaleónica Eleanor Bron (quien se esfuerza por estar igual de genial en cualquiera de sus personalidades), Michael Bates, Barry Humphries y Robert Russell (como "Envy" y "Anger") y la intervención corta pero intensa de la escultural Raquel Welch (¿quién fuera Moore?, ya saben a qué me refiero...); de hecho Cook, en una decisión un tanto desconcertante para los productores, quiso bautizar al film con el nombre de la nativa de Chicago.

Con una buena respuesta de los críticos y un resultado más que satisfactorio en taquilla (teniendo en cuenta su limitado presupuesto), esta "Bedazzled" seguro que no es recordada como una de las obras más notables de Donen, aunque sí logra lo suficiente para ser una de las más notables dentro de la comedia de los '60 (sobre todo la anglosajona).
Mucho mejor, desde luego, que el más espectacular pero menos ingenioso "remake" de Harold Ramis, con Brendan Fraser y una explosiva Elizabeth Hurley en el papel de Satán (sin duda inspirado en Welch) como protagonistas...
Chris Jiménez
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11 de diciembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película comienzo con el deliberado desenfado de una comedia que propone su historia como un interesante juego de complicidades y de dobles intenciones llenas de sentido y de buena factura cómica.
Pero, pasada la sorpresa inicial, el argumento va perdiendo enjundia y las prometedoras expectativas apenas pueden cumplirse, siempre el en contexto de una producción muy correcta desde el punto de vista formal.
En algunos momentos ofrece ciertos rasgos de mejoría, y se agradece la buena voluntad de S. Donen por sacar máximo partido a un guión que no daba más de sí.
Buena actuación de P. Cook, de D. Moore, y de E. Bron mientras que la presencia de R. Welch es sólo testimonial.
ABSENTA
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10 de octubre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
359/05(06/10/21) Entretenida comedia británica dirigida y producida por el estadounidense Stanley Donen, afincado en esa época en Inglaterra, donde este mismo año estrenó la sublime “Dos en la carretera”, siendo esta que ocupa la hermana fea de la pareja. Esta ligera comedia está escrita por el comediante Peter Cook, que también protagoniza como el Diablo/George, teniendo a su lado a su compañero de binomio de comediantes que trabajaban en tv (tras aparecer en la revista "Beyond the Fringe", protagonizaron la serie tv "Not Only ... But Also" en la televisión británica y la siguieron con otros programas), ambos escribieron o improvisaron la mayor parte de la película, ello en un relato ‘faustico’ (un hombre vendiendo su alma al Diablo) mezclado con el estilo visual Swinging London/mod de la década de 1960, que tan a gala llevaban por ejemplo Los Beatles. Un relato que mezcla todo tipo de humor, aunque de modo desigual, con slapsticks, frases, cultura popular (como el modo de entrar en los Deseos al grito de ‘Julie Andrews’), cinismo, comedia negra, MUssollini, surrealismo (el modo de salir d ellos Deseos haciendo pedorretas), erótico, el Paraíso (un pantano pantanoso al sur de Croydon), haciendo chanzas sobre el racismo, la homofobia, el sexismo, el catolicismo, el matrimonio, el capitalismo o el materialismo. Fluyendo de la historia una inherente misoginia por el modo de tratar a la mujer, o bien como una mujer sin carácter en el objeto de obsesión del protagonista o como La Lujuria, muy sexy Rachel Welch.

El tema principal del relato es aquello de "Ten cuidado con lo que deseas… se puede convertirse en realidad”, donde nos viene a decir que es mejor que las cosas sucedan al libre albedrio. Ello para una comedia a la que le falta garra e impulso, pero aun con sus irregularidades (quizás porque tenía bajas las expectativas), con sus dejes de la época (los zooms), con algunos gags desequilibrados, donde algunos se estiran perdiendo su inicial gracia, con algunos momentos zafios, hay una Eleonor Bron que es de traca que se sienta magnetizado el protagonista por ella (con ese rostro con más pintura que una puerta), pero tiene sus momentos divertidos, algunos gags ingeniosos, algunos giros delirantes, una escena de striptease de ‘El Cuerpo’ (como era conocida la actriz de ascendencia española Rachel Welch), unos entreactos entre Deseos desternillantes en la maldad traviesa del Diablo, y además hay una sabrosa química entre Cook (encarnado de modo formidable a este gamberro Diablo, elegante larguirucho, simpático, ingenioso y picarón) y Moore (con un papel menos aprovechado cumple con su rol). Ah, y en la puesta en escena también tiene buenas bazas, con la cinematografía de Austin Dempster en tonos fulgentes propios de una comedia distendida, o jugando con lo velado en varias escenas, como esa primera charla entre Charles y Stanley vista entre cristales sucios, o la escena de seducción de La Lujuria (Welch) vista a través del visillo de las cortinas; también está la irónica canción “Bedazzled”, interpretada aquí por Cook y que sería versionada por Anita Lane y un Nick Cave.

El tímido protagonista Stanley (Dudley Moore) es un cocinero fast-food enamorado en secreto de una camarera, Margaret Spencer (Eleonor Bron), que tras pasar por un momento bajo de autoestima (no quiero spoilear), entra en contacto con un singular Diablo, George Spiggott (Peter Cook), este le ofrece 7 deseos a cambio de venderle su alma (está en su búsqueda de tener el favor de Dios obteniendo 100.000 millones de almas), esto lo utilizará el cocinero para poder ‘conquistar’ a su amada, pero el Diablo ejercerá de eso para ir saboteando los deseos.

-Primer deseo: Stanley desea ser culto en el habla y locuaz. George Spiggott lo convierte en un intelectual hablador y pretencioso con un marcado acento galés. Margaret se convierte en un personaje igualmente pretencioso, que está de acuerdo con todas las creencias de Stanley con entusiasmo; Se critica a los culturetas y la represión sexual
-Segundo deseo: Stanley desea ser multimillonario con Margaret como su esposa "muy libidinosa"; Se critica el hedonismo y al superficialidad de los snobs millonarios.
-Tercer deseo: Stanley desea ser una estrella de rock; Se adentra en lo efímero de la fama en un mundo que machaca éxitos para colocar otros en su lugar.
-Cuarto deseo: Stanley sin pretender comenta algo que deriva en deseo, y esto lo lleva a ser "una mosca en la pared". Se convierte en mosca en la pared de una morgue, donde el inspector de policía le muestra a Margaret varios cadáveres, con la esperanza de que identifique a uno como Stanley. Cuando el inspector invita a Margaret a una fiesta del escuadrón antivicio, Stanley lanza un ataque contra él; Muy imaginativo segmento meclando la animación con lo real. Se ataca el abuso del poder.
-Quinto deseo: Stanley desea una vida tranquila en el campo con Margaret y con niños, y Margaret prepara la cena de aniversario. Sin embargo, pronto se hace evidente que Margaret es la esposa de otro hombre; Se aborda con cinismo la hipócrita vida bucólica en el campo, así como los supuestos matrimonios felices.
-Sexto deseo: Stanley intenta enmarcar un sexto deseo que George no pueda arruinar. Desea que Margaret y él se amen, que sean buenas personas, cariñosas, que vivan lejos de la gran ciudad y estén siempre juntos. Esto, este particular Diablo le da una solución perversa, que me recuerda al chiste del ‘negro’ sediento en el desierto que encuentra la Lampara maravillosa y pide al Genio los tres deseos, ‘No tener falta de agua ser blanco, ver muchos culos’ y el Genio lo convierte en inodoro.
-Hay un séptimo deseo, pero quiero spoilear.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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