El marginal (Serie de TV)

El marginal es una serie cruda, donde en mi opinión, la trama principal (que tampoco es que carezca de interés) pasa a un segundo plano absorbida por la que es la auténtica protagonista de la serie: la cárcel.

Una cárcel que no deja de ser televisiva y donde los autores se han tomado las suficientes licencias para adaptarla a lo que han necesitado, pero que no por ello deja de ser un reflejo muy adecuado de uno de algunos de los mayores dramas de américa latina: la profunda corrupción de las instituciones públicas, las sobresaturación del sistema penitenciario, las duras condiciones de vida de los reclusos ...

Una cárcel donde veremos intensos diálogos, actores dando vida a personajes interesantes y con matices (algunos de ellos de forma espléndida) y una trama con capacidad para sorprender en base a unos giros interesantes.

Vaya por delante que esta no es esta una serie novedosa, pues muchas series carcelarias se han hecho ya, pero sin duda es una serie muy buena. Para mí, la gran serie de este año 2016.

Llego a ésta serie por la recomendación que le hizo Raúl González (presentador, actor y locutor venezolano) a Jaime Bayly hace pocos días atrás (23-3-2017) en su programa de televisión.

He visto prácticamente todos los capitulos de la primera temporada (2016), y les tengo que decir que me sorprendió y enganchó desde el principio.

Es la primera serie que veo en éstos últimos veinte años, ya que no me gustan y sí me interesan más las películas (cine).

LO QUE ME GUSTÓ:

1) Es argentina. Tiene todos los giros y expresiones de mi país, y es un placer ver algo tan bien hecho en mi idioma.

2) La actuación de Gerardo Romano, como director de la cárcel, en la cual hace lo que se le canta. Es un papel que arranca serio, pero luego incorpora muchos toques divertidos/irónicos, llegando casi al descontrol. Es de todos, el papel que más me ha gustado. Sus diálogos son de lo mejor de la serie.

3) La actuación de Claudio Rissi. Actorazo principal, que aporta su gigantesca experiencia en cada intervención.

4) La actuación de Nicolás Furtado, en su papel de Diosito. Inolvidable, con momentos de ternura e inocencia.

5) La acción del primer capítulo

6) El guión y las actuaciones de los primeros capítulos.

LO QUE NO ME GUSTÓ:

El interés de la trama va decayendo, sobre todo en los últimos capítulos, en donde ya cuesta engancharse, y vemos diálogos y personajes que rellenan en lugar de aportar.

EN RESÚMEN:

Estamos ante una serie muy buena, que engancha, que va de más a menos a medida que llegamos al final.
Bien ambientada y actuada, puede competir con otras a nivel internacional.
Dá la impresión de que se han mezclado actores con personas que no actúan pero que han tenido alguna experiencia similar a la del guión, con lo cual se ha ganado en realismo.
No podemos exigirle a una obra como ésta una coherencia al cien por cien, y que todo cierre y sea súper-creíble. Tenemos que tener en cuenta que hablamos de entretenimiento y debemos pasar por alto ciertas cuestiones que pudieran parecer ilógicas trasladadas a la vida real.

Las líneas de guión y a la vez adictivas de "El Marginal" traen a la mente aquella gran película de mediados de la década pasada "Crónica de una fuga", también de encierro, abusos y bajezas de un sistema de justicia mal afamado, que refuta el principio de las cárceles y mina las posibilidades de reforma entre los infractores para sacar de ellos la mayor ventaja y donde las ganancias económicas ensombrecen todo valor y la llamada "ley del mínimo esfuerzo" es actividad de todos los días.

Su hilarante historia deja al descubierto el trabajo de buenos guionistas —entre ellos el de Adrián Caetano—, quien vuelve a incursionar magistralmente y hace un serial sí muy sombrío, pero impecable, donde los directores van acorde y no se deslindan de temas como la anarquía que prevalece en la cárceles.

La historia se centra en Miguel Palacios, un policía infiltrado dentro de la penitenciaría de San Onofre, con el objetivo de resolver el secuestro perpetrado desde adentro por uno de los cabecillas y al que Pastor —como ahora se hace llamar— tendrá que ir acercándose sigilosamente, para obtener su confianza. Pero la labor se complicará al haber dos bandos, mucha mala fé y ambición, por lo que resolver el asunto inicial será tan complicado como su propia supervivencia dentro del penal y sin duda obtener la libertad.

El thriller en efecto cae en el estereotipo al mostrar la miseria humana dentro del lugar, no obstante, las posibilidades se dan gracias a una maraña de situaciones dentro y fuera de San Onofre que propiciarán a su protagonista a sometimiento psíquico o a los requerimientos de quienes le rodean, ya sea desde favores que tambaleen al jefe de la banda al interior en pabellones, hasta los afectivos de quien menos se espera haga ese tipo de demandas.

El talento actoral no defrauda y las intervenciones como de Adriana Salonia (Lucrecia) y Ana Garibaldi (Gladis), aunque discretas, en algunas de sus escenas cuentan con un humor negro suficiente para descargar la tensión del resto de los personajes. Cabe destacar a los antagonistas Claudio Rissi (Borges) y Nicolás Furtado (Diosito) con sublimes participaciones, conducen al telespectador hacia donde ellos quieren; Gerardo Romano (Antín) con un personaje de cierta dualidad que genera empatía, pero sumamente provocado por la ambición, donde todos parecen imponérsele, pero desmarcándose en el momento menos esperado.

"El marginal" cuida no sólo aspectos de guión, dirección y la parte histriónica, no olvida la fotografía, la dirección de arte y la locación, acentúa a través de los encuadres esa estética del inhóspito lugar, pero también recobra las condiciones que las penitenciarías mantienen en muchas partes del mundo.

La gran serie de Argentina en 2016.

He visto la primera temporada y me ha gustado. Magníficamente interpretada. Dura, sobria, directa... Se rodea de personajes marginales, con circunstancia propias que entregan limpiamente, aunque la suciedad que habita en ellos sea evidente.

Descubre la corrupción en una cárcel argentina. Ignoro si refleja una realidad, aunque probablemente no, solo sea ficción. Interpretada con solvencia, hace creíble todo lo que allí se cuenta. La trama es abigarrada pero nunca oscura ni tendenciosa.

Parecerá un thriller más sobre un pobre policía infiltrado en una cárcel muy violenta en donde las cosas se descontrolan. Pero nada más lejos de lo que resulta ser. El ritmo es perfecto para narrar al detalle cómo se tejen los hilos de la corrupción. Miguel/Pastor (el protagonista) descubre que está atrapado en una red más grande. La trama se desarrolla en torno al secuestro, pero no todo gira en torno a ello hay un universo en cada uno de los personajes, hasta los secundarios tienen un desarrollo, una historia que contar. Ninguno pasa desapercibido.

La escenografía sorprende que no caiga en lo ya visto: en los lugares estáticos, y distribuciones básicas de celdas, pasillos, patio, oficina, enfermería. Si no que con una gran habilidad escénica nos muestran, desde la primera, los diversos rostros de la cárcel de San Onofre, sus recovecos llenos de historias, el patio con sus improvisadas habitaciones hechas de cartón y trozos de telas digno de un documental de cárceles de la vida real.
La música es otro elemento que se vuelve importante en el contexto, enriquece las escenas, nos recuerda el por qué nos encontramos allí. No es un fondo musical, es la voz de algún preso que se pierde en la multitud y está a la par de las excelentes actuaciones de los que sí tienen rostro. Son muchos los aspectos positivos que destacar en esta serie en donde todo aporta y es parte de la historia que pretende contar. La dirección deja margen para que el actor haga y eso se nota en la fluidez y la coherencia con sigo mismos de los personajes (que por cierto muestran una gran diversidad y los saca de los estereotipos que pudiéramos prever)