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Un sombrero lleno de lluvia

Drama Sombrío y duro retrato de un adicto a la heroína y de las repercusiones de su drogadicción en su ambiente familiar. Anthony Franciosa fue candidato al Óscar al mejor actor principal. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
4 de abril de 2017
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pionera en tocar el tema de la heroína, junto. " El hombre del brazo de oro" que toca el tema dos años antes, aunque de manera más camuflada o abierta.

Aquí se centra en el tema de la destrucción familiar por el uso y abuso de la heroína.
Junta en un mismo momento temporal la vida de un padre, sus dos hijos y la mujer embarazada del yonki.
La carga dramática esta servida en forma de estallido por todas las cosas:
Rencores, anhelos, frustraciones, desengaños, ignorancias, Falta de comunicación, choque generacional, Etc.
Qué años de desconocimiento han ido forjando.

Hay que centrarse en el año 1957'. Cuando la heroína hacia estragos en el mundo del jazz.
Hay un momento que sale un bar y una orquesta tocando, por un instante flota Charlie Parker, en los fotogramas y no creo que sea casual.
La droga fue una lacra entre músicos, sobre todo del mundo del jazz.
Una década más tarde le llegaría el turno al rock.
Pero éste no es el tema, sólo el contexto.

Verla hoy día, puede parecer ingenua o melodramática, pero no es así, han pasado 60 años desde que se rodó.
El mundo ha cambiado casi como desde la edad media al siglo XX.
Internet, móviles, desencanto social y político, falta de utopías.
La realidad como un muro.
La mentira de la sociedad del bien estar, donde sus frutos son bien conocidos hoy.
Pues la experiencia del desarrollo social tiene sus ventajas y sus muchas alienaciones.
Soltado todo este discurso para visualizarla en esa época y contexto histórico. Me parece aún más valiosa.

Aparte de los méritos cinematográficos, algunos han quedado un poco obsoletos.
En el 59', emergía la nouvelle vague, poco después el free cinema, etc.
El cine ha sufrido grandes avances y magníficas transformaciones técnicas.
Aunque al final se trate de lo mismo contar una historia.

Fred Zinnemann, lo consiguió con creces.
Música, de B. Herrmann. El tratamiento es teatral, cuatro personajes y siete en total.
Densamente concentrada en tiempo y espacio, se desarrolla en dos días.

Desconozco el presupuesto, pero debió ser bajísimo y sin embargo, que gran rendimiento de actores y sabio aprovechamiento de lugares y situaciones.

El tema del padre ausente y la carente educación recibida por estos dos hijos y sequía emocional, flota a lo largo de la casi hora y media.
Realmente ese sería el verdadero tema de la película y elige la heroína como medio.

Los valores del padre son los ya caducos de una época que crecía apresurada hacia lo que hoy conocemos.
En definitiva verla con ojos de los años cincuenta si eso es posible.
A buen entendedor pocas palabras basta.
P.D
En el mismo año se realizó "Monkey on my back" . Con un tema similar y una seductora Dianne Foster y un sufrido Cameron Mitchell. Dirigida por André De Toth. Recomendable.
Cambia la heroína por morfina, basada en una historia real.
Zappianin
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28 de julio de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando, tras varios años de ausencia, un padre regresa al hogar, poco se sabe de lo que pueda encontrar. Si acaso escribió o hizo llamadas telefónicas algunas veces, el papel puede con todo, y la brevedad de una llamada no siempre da cuenta de lo que, en realidad, sucede.

Cuando la naturaleza nos asignó, por derecho, a un padre y a una madre, sabía muy bien lo que hacía, pues esperaba que así asegurase a cada criatura, la tenencia de afecto, la paciencia y constancia en la formación, un techo donde vivir y alimento cotidiano, y entre otras cosas, la estructuración del carácter, de tal manera que podamos movernos con seguridad por el mundo. Es por esta razón que, la falta del padre o de la madre a muy temprana edad, suele significar un notable vacío en la formación de muchísimas personas.

Como casi todos los padres ausentes, es seguro que, también John Pope, sintió en muchas ocasiones la necesidad de volver a ver a sus hijos, pero, o no lograba conseguir la posibilidad de viajar o se abstenía porque, con las ocasionales cartas que escribía, pensaba que era suficiente como demostración de interés. Pero, ahora, por fin ha decidido visitarlos… y se va a encontrar con Johnny (su favorito), casado y a punto de ser padre, y dándole cobijo a su hermano Polo, quien trabaja en un bar poco recomendable. Convencido de que, Johnny es un tipo emprendedor y un excelente hermano, y Polo un sinvergüenza irresponsable, el padre va a tomar tiempo para comprender una realidad que, quizás, lo aleccione de una vez y para siempre.

Que las apariencias engañan, nos lo demuestra la vida constantemente y de ahí lo temerario que resulta juzgar por simples presunciones. Sobre este tema, “UN SOMBRERO LLENO DE LLUVIA”, nos va dar una clase inolvidable, y también nos va a mostrar cómo, la peor ¡y la más valiosa lucha que enfrenta un hombre! es la de vencer sus propias debilidades.

El guion, escrito por Michael Vincente Gazzo, Alfred Hayes y Carl Foreman (otra gran víctima de la HUAC, a quien sólo se le reconoció el crédito en el filme 14 años después de muerto), parte de la obra teatral, “Un sombrero lleno de lluvia”, que Gazzo escribiera, y que alcanzó primero el éxito en Broadway, donde fue estrenada en 1955, llegando a tener 389 representaciones sucesivas. Los protagonistas fueron: Ben Gazzara, Shelley Winters, Anthony Franciosa y Henry Silva, pero sólo los dos últimos estarían en la versión cinematográfica que se encargó al director vienés Fred Zinnemann. Gazzara y Winters fueron reemplazados por Don Murray y Eva Marie Saint y, valga decir que, la elección fue muy afortunada, porque ambos lograron excelentes interpretaciones.

En una época, donde casi lo único que se podía mostrar en el cine era que los EEUU es un país de ensueño (violaciones, escenas de sexo, drogas y muchas otras cosas, merecían una rotunda X de prohibido), directores como Otto Preminger con “El hombre del brazo de oro” y Zinnemann con “UN SOMBRERO LLENO DE LLUVIA”, comenzaron a romper las ancladas reglas, demostrando a cabalidad que, tratado con altura y propósitos edificantes, ningún tema debe estar vedado.

Protege a tu familia. Brilla como un padre presente y comprometido. La vida te ha dado poderosas herramientas con las que puedes vencer todas tus debilidades. Sé dueño de ti mismo y podrás dar grandes cosas al mundo y a la vida… y esto, ten la seguridad de que el universo lo bendice.
Luis Guillermo Cardona
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6 de septiembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente adaptación por parte de Fred Zinnemann de la obra de teatro de Michael V. Gazzo.
En pantalla queda una dura historia que toca diversos temas, todos muy interesantes.
Primero, quizás el más valiente, el de la drogadicción, tema que pocas veces se había tratado tan seria y completamente en el cine Pero también se hablan de temas cercanos que tocan la fibra del espectador, como las relaciones familiares cuando el patriarca del clan ha sido un hombre casi siempre ausente en sus vidas, no estando cercano cuando realmente se le necesitaba.
A pesar de venir de una obra teatral, tiene el filme fluidez, claridad expositiva, desenvoltura formal y narrativa, gracias entre otros elementos, a un estupendo guión del propio autor teatral junto con Alfred Hayes y a unas soberbias interpretaciones, destacando a un gran Anthony Franciosa, que ya lo interpretó en las tablas.
Cine comprometido, osado para la época, que logra interesar y entretener desde el comienzo hasta el final.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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13 de mayo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descarnado retrato de la adicción a la heroína llena de algunos tópicos pero que funciona. Además tiene que tenerse presente que la cinta es de 1957, donde el problema de la drogadicción ni estaba tan presente ni era tan acuciante. No se sabía tantas cosas sobre el tema y no era un problema de salud pública.
Un blanco y negro muy bonito, muy bien tratado. Un metraje civilizado, un guión bien desarrollado y unos actores adecuados.
Don Murray en el papel del drogadicto. Héroe de guerra que estuvo un año en aun hospital militar en donde adquirió el hábito de los estupefacientes. Estuvo nominado al Oscar por esta cinta. Lo hace bien, un poco rígido, muy poco creíble. Mantiene un cierto glamour que, en realidad, no tiene un yonki. Era un hombre guapo, bien plantado, y con personalidad. Hizo una cincuenta películas, esta era una de las primeras, aunque no triunfó plenamente. Quizá esta sea su mejor contribución al cine. Con el agua al cuello de Rosemberg, y una de de Wester con acción barata y presupuestos ínfimos.
Eva Marie Saint está tan joven y brillante como siempre. Después de la de Kazán y antes de la de Hit, obviamente en cotas menores que en estas dos, de 1954 y 1959 respectivamente. Su aparición en La Ley del Silencio es espectacular, maravillosa, realmente impresionante. Con la muerte... toca techo en esa forma suya de ser etérea y sutil, frágil pero con un corazón de granito. Una mujer profundamente impresionante.
En esta película sigue la senda de La Ley... pero con menor intensidad, con menos empaque. Tiene más interpretación, en la otra su cometido era otro, más acompañante, aquí juega otro rol.
Lloyd Nolan como padre de los hermanos funciona como lo que pretende ser: un secundario absolutamente imprescindible, sin que ello sea incurrir en contradicción alguna, antes al contrario.
Anthony Franciosa en el papel del hermano matón que sabe muchas cosas pero calla otras. Que ayuda a su manera -equivocada- a su hermano y que siente por su cuñada una atracción que no llega a concretar, a pesar de vivir todos en el mismo piso. Se sabe desde el principio que se ha gastado 2500 dólares que le había prometido a su padre pero no tienes seguridad de a qué se dedica o en qué los ha empleado.
Henry Silva en el papel de mafioso, con caracteres muy característicos al estilo de Jack Palance, pero con menos carga actoral.
La música es de Bernard Herrmann, y la película estuvo producida por Buddy Adler, un auténtico príncipe de Hollywood.
Buena película, que narra los aspectos más familiares de la adicción a las drogas. No hay glamour, no hay fabuloso en ello, nada aprovechable. Todo es sordidez, amargura, frustración, dolor, silencio y muerte. El deterioro del personaje es evidente, sus escasas relaciones matrimoniales la consecuencia de la adicción. El desprestigio de sí mismo lo lógico. Nada funciona.
El director es, sencillamente magnífico. Uno de los más grandes.
ÁAD
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