El monstruo del armario

Bob Dhalin: Me han sobrados unos céntimos, espera que lo meto en las tragaperras a ver si hay suerte, si quieres vamos a pachas.

Colega de Bob Dhalin: Bob, a que no hay narices de hacer una película con ese presupuesto?

Bob Dhalin: Qué te va?

Colega de Bob Dhalin: un café, tío.

(Nota mental: Nunca subestimeis el poder de apostarse un café para un buen americano.)

Dicho y hecho el aguerrido Bob salío de ese tugurio maloliente donde los codos se te quedaban pegados a la barra al tomar café y cogió su cámara (perdonad que interrumpa la historia, sólo es para deciros que la cámara era una de esas que salen en las pelis antiguas, que se mete el tío en el pañito y pide sonrisas al personal) y se fue manos a la obra.

Las manos, no se la verdad dónde se las había poder metido, pero la obra... la obra es más grande que el Día del Corpus.

No puedes evitarlo, te partes de risa, con esos planos que pretenden aterrorizar sobre una salvaje masacre en un armario y los planos que las siguen, dos segundos después. Ojos desorbitados, guantes de goma, gruñidos de cerdos apareándose.

El "corta" y "pega" en ésta película lo hizo un niño de seis meses con un cuter, como iniciación a la profesión de su padre, de modo que hay escenas, que sin aparente conexión, cambian en décimas de segundo a otra estancia, con otra decoración, pero no importa. No importa nada, es una película de cerveza y patatas fritas, una película para ver con amigos en un día tonto de esos que te ríes hasta mirándote al espejo.

Si veis la película, hacédlo con los ojos del humor... el la única fórmula para no pensar en el suicidio.

Creo que le error es caratularla como una película de terror, definitivamente es una comedia. Los errores y la falta de argumentos la convierten en una perla del humor bizarro, pocas veces reí tanto simplemente recordando los personajes y escenas de una película.

Esta es una obra que como tantas otras necesita una ayudita para ser todo lo entretenida que debería. Una ayudita que te proporcionará el noble pueblo de Rif (expresión de Karate a muerte en Torremolinos, otra película que alicienta el consumo). Su mayor ventaja es su duración, corta creo recordar.

Se ha de ser muy indulgente para ver una película así y no meterte con ella. En algún momento he tenido clarísimo que se trataba de una comedia, de una parodia, y que el humor camuflado era lo que había que descubrir para considerarla mejor. Pero eso da igual porque lo cierto, lo innegable, es que está mal hecha. Para mí que el presupuesto sea limitado no justifica nada porque con menos dinero se han hecho grandes cosas. Lo que me parece imposible de defender es que hayan saltos entre escenas tan incomprensibles, que se pase de un sitio a otro sin justificación alguna, que los cortes entre escenas sean inexplicables y que de repente sucedan cosas porque sí. Porque lo cierto es que ni sabemos de dónde viene el monstruo, su origen y las razones de sus movimientos. Así que no sirve ni como parodia, ver al monstruo haciendo una media maratón con el protagonista en brazos mientras todos huyen es para reírse, seguro que de adolescente y con los colegas cachondos de turno nos hubiéramos echado unas risas, pero ahora, ahora mismo, no puedo destacar gran cosa de esta peliculilla. Curiosamente, lo único que me ha parecido bueno es la imagen del monstruo, ese disfraz con una segunda boca saliendo de la cabeza me ha parecido realmente bueno. Pero es que todo chirría tanto que no, definitivamente digo no al monstruo del armario.

Película de esas que son cutres y malillas que tienen su encanto, haciendo homenajes claros a grandes películas como Encuentros en la tercera fase y King Kong.
No es una cosa memorable ni mucho menos, pero se agradece su tono desenfadado y chapucero.
Como curiosidad que igual deja loco al personal, es la presencia de un joven niño que todo el mundo conoce hoy día, Paul Walker.
Todos tenemos pasado y El monstruo del armario es parte del pasado de Paul Walker-