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Russia Russia · Stalingrado
Ferdydurke rating:
2
Western Independent filmmaker Jim Jarmusch reaches a new plateau in his career with this poetic anti-Western. DEAD MAN follows William Blake (no, not the famous poet), an innocent young man who travels out west in order to find employment but ends up a wounded fugitive on the run from ruthless bounty hunters. Partnered with a spiritual Native American named Nobody, Blake begins to morph into the outlaw that he is mistakenly considered to be. ... [+]
Language of the review:
  • es
October 26, 2016
5 of 6 users found this review helpful
El señor llega.
Este primer tramo, hasta que aparece Gabriel Byrne, hasta la hecatombe asesina y la huida al galope, se supone, contando el inspirado prólogo y la noche que pasa con la chica, me estaba gustando bastante; humor absurdo, inocencia mancillada, poder inaccesible y cruel, como Kafka o Chaplin o Keaton quizás mejor en medio de una América inhóspita y desolada.
El viaje del poeta, preciso, el viaje del vate.
Es William Blake. El escritor inglés famoso por nombrar las puertas de la percepción. Es Johnny Depp (¿reencarnado?). Conoce a nadie (¿Beckett y su ejército de nadies, esa caterva de cadáveres ambulantes, detenidos, sin entidad? No, es un indio jocundo, santo, sabio, sobrio, le sobra peso. Está claro de qué parte está Jarmusch; los buenos son: el blanco cándido y pasmado, no ha roto un plato en su vida, el indio guasón e ilustrado, y la puta buena; el resto del mundo, el hombre blanco en su conjunto es el enemigo, el mal, el miedo, el dinero, la autoridad, la barbarie).
La huida.
El malvado Dickinson (como Emily, ¿entre poetas anda el juego o es mucho suponer y rizar el rizo para nada? Con un autor y su mundo privado lleno de referencias, alusiones, mitos y cariños nunca se sabe bien del todo dónde empieza o termina el juego) manda a mercenarios, secuaces atroces, en su busca. Los buenos son perseguidos.
Es un Western de Jarmusch. Es decir, posmoderno, irreverente, frío, cachondo, brutal, lírico, entre muy delicado y muy salvaje, de muy grave a muy ligero. Es un homenaje (Mitchum y muchos tópicos: búfalos, ferrocarriles, cazarrecompensas, asesinatos, pistolas, nativos, ríos... ) y, especialmente, una deconstrucción; lo despieza, el género, cacho a cacho, sin prisa, lo revuelve, masacra, fija y disuelve. Le aplica el teatro del absurdo y la mirada del cine indie o comercialmente gamberro de aquellos años, contracultural y establishment a la vez, me refiero, por ejemplo, a los Coen (estaban haciendo cosas como "Muerte entre las flores" o "Barton Fink") y Tarantino (el primero, el de "Reservoir Dogs" y "Pulp Fiction"): violencia, libertad formal y broma, cada uno, obviamente, con sus fuertes personalidades y particularidades, pero con evidentes constantes comunes, quizás una de las más poderosas fuera la de asimilar, traducir la tradición vanguardista del cine europeo a los códigos propios de su idiosincrasia, menos académica o distanciada y más frontal o directa, menos intelectual y más popular.
Está montada a través de infinitos pequeños capítulos marcados por los continuos (ay, hay millones) fundidos en negro y la guitarra (bien, pero es excesiva, inapropiada su descacharrante sobreabundancia) de Young. En cada trozo se construye y destruye la historia, se afirma y desmiente el fluir de la narración, se pretende y rechaza la continuidad. Es una suma de fotos, cada partícula dividida de esta narración podría aparecer en una sala, en una pared, con la música sonando de fondo, a lo hondo; se acerca, de hecho, a la idea de la "exposición", a la "instalación", a la "performance", música e imágenes en (poco pero constante) movimiento.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details. View all
Ferdydurke
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