En la mejor tradición del género de mafia, esta producción española sigue los cánones que todos conocemos respecto a mafiosos y narcos. Caramba, si hasta empieza con una gran fiesta familiar.
José Coronado lo clava en su papel de capo gallego, condenado a perder su imperio y con varios candidatos a heredarlo. Y creo que Luis Zahera también es su perfecta mano derecha, el que intimida a la gente que se pasa de la raya con la familia.
Todas las tramas de los hijos resultan ser interesantes. Aunque también me gusta mucho la persecución policial del agente Monterroso, y la manera lenta y progresiva en la que la enfermedad de Nemo va haciendo acto de presencia e intercalándose con todo el argumento principal.
Como pasa en los últimos años, su factura y montaje imitan al cine americano, al cual no tiene nada que envidarle.
La duración de los capítulos es extensa, casi como una película corta, algo también habitual en las series patrias (supongo que por cuestión de llenar el “prime time” hasta las tantas de la noche), y que no siempre tiene que ser buena idea. Debido a esto, puede llegar a cansar a veces, ya que es una serie basada en el diálogo que no es frenética ni mucho menos. Pero por suerte, sus buenos momentos lo compensan. En términos generales, entretiene, aunque es menos buena que “Narcos”, por ejemplo.
También tiene a su favor ser una serie que, en temporadas y capítulos, dura lo necesario para contar su historia, sin que la alarguen más de la cuenta.
Y por encima de todo, está José Coronado, duro, serio y con el carisma que todo jefe mafioso debe tener. El actor cumple perfectamente. Su personaje no es tan especial como el de Pablo Escobar, pero también está bien.
La serie no es muy original, pero sí que merece la pena ver esta mezcla de drama familiar y mafia a la española.