Comencé esta serie justo después de acabar la 5° temporada de Vikings, que por cierto apunto estuve de dejarla porque es una serie que fue de más a menos y ya casi quedó en nada.


El hecho de que estén próximas en el tiempo, Alfredo es el Rey de Wessex lo cual implica que han debido pasar unos diez años máximo de la muerte del Rey Eckberg, hizo que me lanzará a verla casi como una continuación.

El comienzo no es muy bueno la verdad, si Vikings arranca pronto tras 4-5 capítulos a ésta hay que darle alguno más pues tampoco ayuda que sean capitulos de casi 1 hora por los 45 minutos de Vikings y la falta de ritmo inicial pasa factura.

Eso sí una vez que la serie empieza a funcionar y vistas las dos temporadas puedo decir que va de menos a más lo cual es de agradecer y hace que se espere con ganas una nueva temporada, así deben ir las series en mi opinión no como Vikings que honestamente lo mejor que harían es cancelarla para no mancharla más.

A ver, después de muchas de las últimas críticas que indican que se trata de una típica película de fiestas universitarias en la que no pasa nada, me atrevo a lanzar la siguiente pregunta: ¿qué sentido tiene hacer una película universitaria en 2016 ambientada en los 80?

Para el que se perdiese Barrio Sésamo de pequeño, que no sufra, que he aquí la respuesta... Obviamente es una película universitaria para gente que en los años 80 estuviese en esa época, qué intención iba a tener el director de dirigir en plena época de redes sociales, móviles, y virtualismos varios una película ambientada en los 80 a un grupo de edad de 20-25 años que no había nacido en esa época.

Hecha esa aclaración, en la película no es que no pase nada, es que esa es la esencia de la película, el discurrir de la vida de una serie de universitarios justo antes de comenzar el año y las clases y hacernos partícipes de su día a día, sus miedos, inseguridades, desubicación, ganas de divertirse, de disfrutar, su vitalidad, etc... y que aquellos que recordamos con nostalgia aquellos maravillosos años por unos instantes recordemos nuestras propias vivencias esbozando una leve sonrisa y susurrando aquello de "juventud divino tesoro".

Me quito el sombrero ante una de mis películas preferidas y un genio como Stanley Kubrick. Para mi esta película es un vehículo que utiliza el director para hablarnos de la vida en todo su esplendor, con sus momentos buenos y malos, sus subidas y sus bajadas, sus miserias y sus alegrías, narrándola como si de un cuento se tratase en el que el protagonista es el carismático Redmon Barry.

"Si las muejeres no existieran el dinero no tendría sentido", así reza un dicho que ha perdurado en el tiempo y que a la vez sirve de punto de partida para el despertar del bisoño Redmon a la grandeza del mundo, criado por su madre hasta ese momento, su vida discurría plácidamente en compañía de su familia hasta que su enamoramiento hacia su prima Nora hace que reciba el primer gran palo de la vida.

Preso de una trama urdida para librarse del pobre diablo el protagonista comienza una fantástica odisea donde pronto descubre que no hay que fiarse de nadie, que cuando el hambre aprieta el amor a la patria se acentúa, que el cementerio está lleno de valientes o que quién mucho se ausenta pronto deja de hacer falta.

A base de golpes va aprendiendo que en la vida muchas veces más vale la suerte que el talento, y gracias a su cada vez mayor picaresca va ascendiendo hasta convertirse en un caballero. Lo que viene después es un canto a la propia naturaleza del que se sabe que vive en una situación de prestado y que tarde o temprano se acabará su viaje, pero hay queda eso.