Ojalá la película estuviera a la altura de la genial estrategia de marketing.

En vez de entrar de lleno en el suspense y terror psicológico, tal y como parece apuntar en algunos momentos brillantes y como había hecho la estupenda "10 Cloverfield Lane", acaba por volverse de lo más convencional con situaciones mil veces vistas en otras películas del género. Pero quizá lo peor sea que ni los personajes están apenas desarrollados ni las actuaciones son nada del otro mundo a lo largo de toda la historia, a excepción quizá del de Elizabeth Debicki, quien nuevamente representa otra oportunidad desperdiciada.

Recuerda un poco a Sunshine, otra película de ciencia ficción en el espacio realmente prometedora en su primera hora que tira todo por la borda en su último tercio, si bien aquella tenía más oficio.

Entretiene, pero es una pena.

No inventa nada y tampoco lo pretende. Es un retrato honesto y sin artificios de un drama que no es exclusivamente racial y con el que todos podemos vernos identificados en mayor o menor medida. El sentirse perdido en la adolescencia, sin referentes; el trabajar sin cesar para que aun así no te valoren; el miedo al cambio... Esos son los pilares de la película, que narra con acierto el director. Además, el reparto está realmente creíble y los diálogos fluyen con naturalidad.

No obstante, hay algún pequeño momento en el que el ritmo se hace algo aburrido, y tiene algunos cortes de montaje un poco bruscos que te impiden asimilar el mal trago de algunas escenas, cosa que resulta contraproducente. Pero son detalles superficiales dentro de una película profunda y que merece más visibilidad.

Cuando se intenta reflejar una realidad social particularmente delicada puede ser tentador caer en el sentimentalismo, pero no es el caso. "Sin techo" es una docuficción dura y creíble, con un actor principal solvente y un trabajo fantástico con el diseño de sonido y la dirección a la hora de acercar al espectador a las miserias de la calle. Puede hacerse un poco estirada de más hacia el final, pero si entras en la película te costará salir. Una experiencia madura que aporta dignidad a una realidad más cercana de lo que cualquiera pueda creer.

La premisa de jugar con la mitología vasca en tiempos pasados es excelente. Ya en los primeros compases ves que la película va a tener buena factura técnica, y hay que decir que se mantiene en todo el metraje y es sin duda lo mejor: fotografía, arte, vestuario... hay un trabajazo brutal en ese sentido, me quito el sombrero ante el equipo. Lástima que la historia parezca entrar en un bucle hacia medio camino y el guión sea algo plano. Me parece que el tono de la película bailotea y no está claro qué demonios (je) pretende: a veces parece que va en serio, otras se mueve más por la serie B total... Aparte, hay ciertas interpretaciones muy flojas, sobre todo por parte de algunos niños, que no llegan.

En resumen, es una peli suficientemente entretenida y un debut decente del director, pero tiene fisuras de fondo que la impiden llegar más alto de lo que podría.

No sé cómo de conveniente será haber visto la anterior película con los personajes (no es mi caso), pero me ha parecido una peli regularcilla, sin ritmo y sin saber muy bien qué demonios pretende contarte por buena parte del metraje. Es cierto que mejora según avanza, que Lucía Jiménez está muy bien (no así Fernando Ramallo, que no por que su personaje sea un tipo raro tiene que directamente aburrir; les falta química), que los dos secundarios también (gracias a Dios que aparecen para darle un poco de vidilla), y que las canciones son bonitas, pero no es suficiente para sostener la película como para recomendarla sin tapujos.