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España España · Barccelona
Críticas de EL ALBATROS
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Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de enero de 2022
65 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a una excelente y sombría puesta en escena de cuidada ambientación de la época, asistimos a una fábula moral desgarradora, cruel y despiadada, oscura y perversa, pesimista y ominosa. Película que supera la original de 1947, de la que he tenido la ocasión de ver recientemente antes de la de Guillermo del Toro, detallando y ampliando una maldad intrínseca en modo superlativo. Un melodrama en clave de cine negro que denigra el arribismo por su bajeza moral. Esta nueva y lujosa producción, a diferencia de la anterior, mucho más sucinta y modesta, amplía y enriquece los personajes mayoritariamente deleznables a excepción de Molly (gran trabajo de Rooney Mara), cuyo físico aparentemente vulnerable nos cautiva, llena de bondad pero absolutamente lúcida que ve en el buscavidas y seductor Stanton Carlisle (un excelente Bradley Cooper), la oportunidad de cambiar de rumbo junto al hombre que ama. Escapando de la protección del segundo personaje positivo que es el forzudo Bruno que ejerce de tutor de la joven de la atracción eléctrica.

La novela de William Lindsay Gresham “Nightmare Alley” (Callejón de pesadilla), es el retrato en negro de unos personajes que intentan sobrevivir a una suerte esquiva, recrea un universo de miseria moral y social representada en esa caravana nómada de feriantes con sus destartalados carromatos que da asilo a indigentes y prófugos, sin preguntar su procedencia, pues está lo más típico de aquellas ferias ambulantes pobladas de freaks, pitonisas, charlatanes y hasta “El engendro” que se debate entre lo humano y lo animal, entre el alcoholismo y el “delirium tremens”, una bestia construida a imagen y semejanza de sus perverso creador (un siniestro y convincente Willem Dafoe). Pero para que el espectáculo deprimente y sórdido funcione se necesita al público ávido de emociones fuertes, que se deje sorprender entre la curiosidad y el morbo por lo insólito y lo grotesco, el engaño y la estafa más burda, que lamentablemente no entiende de clases sociales incluyendo a los ricos, porque siempre habrá desvalidas almas dispuestas a creer la mentira más absurda que libere sus traumas.

Embaucador sin escrúpulos, mujeriego y ladrón de ideas, amoral estafador traicionado, asesino sin vocación, charlatán de feria, pero un gran manipulador de la psicología humana, lleno de intuición y brillante observador de las debilidades más prosaicas que utiliza con astucia. El gran Stanton es un presuntuoso que se sirve de sus innatas habilidades para empatizar con el mismo diablo encarnado en esa mujer fatal que borda la seductora y ladina Cate Blanchett. Un film de violencia extrema y gran densidad dramática que pese a contar una historia pretérita no deja de ser un espejo de la atemporal realidad en las relaciones humanas. La ambición más blasfema en una obra peculiar e insólita para estos tiempos escasos en valores, que afirma y proclama el dicho popular… “El que juega con fuego, acaba quemándose”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
EL ALBATROS
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4
9 de octubre de 2017
74 de 113 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esa es la diferencia más relevante de ambos films, 35 años después. “Más que lágrimas en la lluvia” han sido lágrimas de desconsuelo, más allá de su ambientación que no aporta nada nuevo, su argumento previsible y nada emocionante me han hundido en el tedio y el sopor, sobresaltado por el puntual ruido estridente del Dolby Atmos, que nos recuerda que estamos ante un espectáculo vacuo pero técnicamente fascinante. Harrison Ford se merienda en sus escasos 40 minutos de aparición al inexpresivo Ryan Goslin, acomplejado ante la rotundidad física del héroe aventurero por definición de Lucas y Spielberg, los secundarios son estereotipos maniqueos sin peso dramático. Su excesivo metraje, su anodino y esquemático drama familiar, constituyen un lastre que pese a su perfecta factura lo hacen poco interesante y bastante plúmbeo. No hay casi nada que sorprenda con respecto a su predecesora, la música intenta imitar sin éxito la original de Vangelis, a estas alturas una BSO de referencia absoluta a años luz (utilizando el lenguaje futurista) de la mediocre de la secuela.

Un rutinario tratamiento del alma de la máquina, la realidad virtual que no se acerca ni de lejos a la sofisticación formal, ambición discursiva y condición de fenómeno de culto. En esta ocasión, lo resultante es una operación de prestigio articulada sobre una clonación servil, un comic bizarro hipertrofiado en sus planteamientos, que apuesta por una reinterpretación con el film de captar jóvenes espectadores que quizás jamás vieron la original. El “noir futurista” queda disuelto en producto estético más que discutible, un melodrama ramplón y existencialista que pronto el tiempo arrinconará en el desván del olvido. Villeneuve es un cineasta frío que no transmite la emoción que se exige en esta historia, una fábula futurista, con excelentes trabajos anteriores (Sicario, Incendies), pero que con este no está la altura esperada, ni siquiera el pérfido Wallace (Jared Leto) está realmente deleznable con su ceguera parece reclamar piedad, por no mencionar a su discípula y perversa asesina que causa sonrojo por su estupidez.

Los “flash backs” o referencias superficiales a Elvis Presley o Frank Sinatra, resultan ridículas y pintorescas sin añadir nada especial a su trama. Después de todo lo expuesto, sólo me quedo con el veterano Dekard, un inspirado Ford que nos transporta a la nostalgia de la primera entrega, auténtica obra influyente en el cine y la televisión presente y a través de los años. Esta secuela es totalmente irrelevante y prescindible, desde la primera hora mis frecuentes miradas al reloj no cesaron con absoluta desesperación, una decepción flagrante, los espectadores nos mirábamos perplejos sin reaccionar a 160 minutos de espectáculo plomizo, intentándole hacer una autopsia ilegal a la gran obra maestra de Ridley Scott, como dice algún crítico: “cuando aún está muy viva”.
EL ALBATROS
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8
4 de febrero de 2018
41 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Thomas Anderson es el “enfant terrible” del actual Hollywood, sus películas gustan más o menos (repasar filmografía), pero siempre son arriesgadas y originales, desde “Sidney” un excelente “film noir” con el que se dio a conocer. En esta ocasión me parece una historia atractiva y densa en el terreno moral, dos horas de buen cine para los amantes de las grandes pasiones amorosas y las relaciones destructivas. Las imágenes de sus películas son poderosas y siempre dejan huella, retratos marcados en su fascinación por personajes excesivos que reflejan pasiones humanas descritas con toda crudeza. Inspirada, al parecer en el modisto español Balenciaga, diseñador de alta costura en París, apasionado de la pintura española de Velázquez y Goya, fue contemporáneo de Coco Chanel y Christian Dior.

La prueba del talento de Anderson se fragua en este film por su elegante y clásica puesta en escena, la cadencia pausada con la que avanza la trama, con detalles de dominio técnico abrumador, como su maestría en el plano secuencia, sus travellings pausados y ceremoniosos. Una fotografía de luz tenue, de tonalidades sombrías, que reflejan las antagonistas ideas sobre la pasión por el trabajo y la creación artística de diseñar ropa para una clase social rica y poderosa, para mujeres maduras que no aprecian lo que lucen, sino que presumen de su estatus privilegiado. La película está impregnada de sensualidad y elegancia formal.

Reynolds Woodcock (magistral como siempre, de presencia física turbadora, Daniel Day-Lewis) es un modisto entregado en cuerpo y alma a su profesión, un neurótico reconocible pero apuesto, un perfeccionista obsesivo, como el director del film, que cuida cada detalle con metódica precisión. Un ser ensimismado y atormentado influenciado por los recuerdos maternos, quizás sea el hilo invisible que alude el título del film, ese hilo que le ata al pasado de su niñez, que se ve sorprendido por el amor hacia una camarera, Alma (Vicky Krieps, que en mi opinión le falta más presencia física como actriz) que se convierte en musa y amante, pero que se resiste a ser una simple modelo o maniquí, cuya relación desmonta su habitual vida cotidiana junto a su hermana controladora, celosa y protectora. Un papel, el de Day-Lewis, hecho a su medida, nunca mejor dicho utilizando un símil del mundo de la moda.

El film es enigmático por momentos, guardando similitudes con “Rebecca”, la obra maestra de Hitchcock, Max de Winter (Laurence Olivier) también era un hombre atormentado que comienza una nueva vida casándose con una joven ingenua. La ama de llaves, la señora Danvers, recuerda en cierto modo a la hermana del modisto, siempre vigilante de los gustos del diseñador, cuando le aconseja a Alma que no le prepare la fiesta sorpresa. Hay también un ambiente opresivo y viciado de incomunicación y de guerra de sexos. Una película sugerente que transmite una relación romántica y ambigua que deja muchas incógnitas a merced del espectador, para que nos respondamos según nuestro criterio, si estaríamos dispuestos o no a continuar esa relación.
EL ALBATROS
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7
2 de julio de 2017
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha resultado extraño que esta película no tenga una sola crítica hasta el momento en esta web, en cambio, existen autenticas mediocridades con más de 500 comentarios, ni siquiera la sinopsis es demasiado descriptiva de su argumento. Por lo tanto, resulta muy desconocida para los aficionados al buen cine que podrían descubrir – editada en formato domestico – una historia apasionante que se debate entre el amor y el arte de la música, la rivalidad musical y emocional gracias a la pluma y el talento de Borden Chase, sí…, ese guionista que escribió excelentes westerns clásicos. Se trata pues, de un genuino melodrama clásico y fastuoso en el momento de máximo esplendor del género. Frank Borzage que se formó en el cine mudo, lideró una depurada técnica narrativa y visual con una maestría singular, su coherencia estilística y temática es modélica, buen ejemplo es este film elegante, romántico, culto y sugestivo, todo ello fruto de su experiencia como cineasta. Su creatividad en la fotogenia reside en la minuciosa exploración del rostro humano, además de la cuidada composición del encuadre y la acertada utilización de los decorados.

Muestra con buen pulso narrativo un triángulo amoroso que modula la rivalidad y disputa entre la profesión y el amor, entre la entrega a una representación artística que requiere la máxima dedicación y la vida compartida con una mujer. Todo ello encuentra en la expresión musical el mejor escenario posible para combinar drama y melo, además de gozar con una excelente utilización plástica del color. Leopold Goronoff es un concertista de piano, machista, arrogante e insolente, un excéntrico que vive en el lujo, y capaz de suspender un gira por Europa para quedarse unos días en la casa de los Hassman, una idílica granja donde ha encontrado a la joven Myra, muy dotada para el piano. Ella que es pretendida por un apuesto vecino que la ama en silencio, se convertirá en alumna de este empedernido solterón que practica el flirteo con las mujeres que olvida al día siguiente, y que considera al matrimonio un obstáculo para la progresión del artista.

Película imprescindible para los amantes de la música clásica, que sirve como “leit-motiv” dramático, cuenta con una banda sonora portentosa con un protagonismo absoluto, en la que podemos escuchar temas de Rachmaninoff (Concierto n.º 2), Beethoven (Sonata “Appassionata"), Bach (“Tocatta y Fuga”), Mozart (una Sonata y la obertura de “La fluta mágica”), y Chopin (Ballade n.º 1). Plagada de movimientos de cámara magistrales, “travellings” fastuosos y elipsis maestras, la película se disfruta plenamente como lección narrativa de un maestro pionero del cine a la altura de los grandes. No tiene actores populares ni estrellas deslumbrantes pero no le hace falta, porque así todo resulta más verosímil. Un amor tan pasional que, por momentos, se comunica a través del tiempo y el espacio de forma telepática.
Gracias por leer esta pasional (nunca mejor dicho) opinión.
EL ALBATROS
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7
24 de octubre de 2019
38 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía el escritor alemán Thomas Mann: “La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz”. Estoy de acuerdo, como también guardo en mi memoria, al primer profesor de historia que me habló del enfrentamiento entre españoles: “La guerra civil es una aberración porque siembra el odio y la muerte entre hermanos”. Creo que Amenábar apela a la reconciliación con su emotivo e intimista film, con una perspectiva histórica y desde el convulso presente donde parece que vuelven a abrirse las heridas. Y lo hace narrando los últimos meses del intelectual, dramaturgo y catedrático Don Miguel de Unamuno, un patriota vasco y español, al que tocó sufrir unos momentos terribles en una España a la deriva. Sin duda un buen pretexto para reflexionar sobre ese latente dilema de las dos Españas enfrentadas.

Confieso que entré al cine con ciertos prejuicios, acostumbrado al frecuente maniqueísmo que ha surgido a través de innumerables cintas en los últimos años sobre tan lamentable época. Afortunadamente trata con respeto a ambos bandos, sin caer en el error de soltar su opinión personal, claramente evidente, pero de la que intenta huir. Película de gran puesta en escena, de factura técnica impecable, emocionante en muchos momentos gracias a unos actores que transmiten la complejidad del crítico momento, excepto el personaje de Millán Astray, bastante histriónico y rozando la caricatura en mi opinión. Film pleno de sensibilidad, típico del cineasta, donde prefiere sugerir a mostrar, la mayoría de los actos violentos son narrados en off, fuera de cámara. El otro personaje que domina el relato junto a Unamuno (excelente Karra Elejalde), es Franco (Santi Prego en un contenido rol), calificado por sus generales como “Un lobo con piel de cordero”), ambos forman la columna vertebral de este drama con ribetes de tragedia.

Más allá de la célebre secuencia donde comparece el rector en el paraninfo de la universidad (“Venceréis pero no convenceréis”), me gustan otros momentos mucho más humanos que reflejan la angustia de un hombre de ideas que debe enfrentarse al poder de la fuerza, el intento de ser justo con todos, incluyendo su propia familia, de salvar el incierto futuro de sus amigos más íntimos perseguidos y con los que más discrepa, pero siempre desde el respeto (le pido perdón, por llamarle “meapilas”, confiesa amargamente). Es la toma de conciencia del pensador, su afición por la papiroflexia, creando figuras mediante las dobleces del papel para transmitir su inquietud interior. Cinta muy recomendable, pese a que se toma ciertas licencias, cosa lógica si hablamos de cine. La música compuesta por el propio cineasta me parece discreta, en cambio sabe elegir para momentos estelares el “Ave María” de Bach / Gounod, una delicia. Película oportuna porque no es tiempo de reescribir la historia, como algunos pretenden, es tiempo de asumirla y aprender de los errores.
EL ALBATROS
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