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España España · Palma de Mallorca
Críticas de Robert Denigro
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Críticas 225
Críticas ordenadas por utilidad
8
8 de enero de 2021
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos hemos adaptado rápido al mundo virtual, olvidando que hace 30 años éramos unos catetos informáticos que no conocíamos la palabra "internet". La película "Matrix" llegó para salvarnos de nuestra ignorancia y poder presumir en el bar de cultura digital. Pero olvidemos por un momento "Matrix".

En 1982 se estrenaba "Tron" en una España sin ordenadores. Por aquel entonces llamar por teléfono significaba utilizar el teléfono fijo o bajar al bar de la esquina. En aquella España pre-tecnológica una película proponía, por vez primera, un mundo creado por ordenador. "Tron" nos abrió la mente a una vida alternativa al otro lado del televisor. Ciudades de neón y computación binaria. Su mensaje cogió por sorpresa a un público en pañales informáticos y su estética digital influiría en películas posteriores como "Johnny Mnemonic" o "El cortador de cesped".

La fuerza visual de "Tron" sigue intacta. A nadie le importa que su guión sea un poco confuso. Los decorados y el vestuario, inspirados en el constructivismo soviético, siguen vibrando con la creatividad de entonces. El diseño de producción es fascinante y esas motos de neón dibujando paredes de luz son todo un símbolo de la cultura cibernética. La música de Wendy Carlos no puede ser más acertada. Los sintetizadores de la compositora ya habían puesto banda sonora a "El resplandor" y "La Naranja Mecánica". Por cierto, Wendy Carlos (antes Walter) se cambió de sexo años antes que los hermanos Wachowski. ¿Quién dijo Matrix?

"Tron" será siempre la película fundacional sobre mundos digitales.
Robert Denigro
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6
27 de mayo de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The Eddy" es el manifiesto televisivo de Damien Chazelle con el que se aleja del espectáculo tecnicolor de "Lala land" para bajar a las calles de París y hablarnos con un tono intimista del mundanal ruido. Concretamente el ruido del club de Jazz "The Eddy", regentado por una estrella del jazz retirada que intenta rehacer su vida tras dejar en Nueva York las ruinas de su matrimonio. Más cerca de John Cassavetes que de Vicente Minelli, Chazelle evita el efectismo para recrearse sin artificios en las atmósferas del jazz, cuyas notas son el tejido musical de un retrato coral de los miembros de su orquesta. La cámara se desliza como una melodía en la vida privada de los personajes, sus alegrías y sus miserias, donde el jazz parece el único espacio posible para el entendimiento humano en un París violento, convertido en torre de babel de la incomunicación contemporánea. El reparto multiétnico de la serie, donde se hablan cinco idiomas, es una prueba más del distanciamiento de Chazelle de la fantasía de "La la land" y su compromiso con el realismo social que parece predicar los postulados de Godard sobre la responsabilidad política del cine. La música como metáfora de libertad y único camino de hermandad entre culturas.

La serie se hunde por el empeño de Chazelle en un ritmo anti épico, marcado por el insustancial transcurrir del día, que termina por apagar el nervio que necesitarían algunas escenas. En el delicado equilibrio entre thriller y cine social, la balanza se inclina a favor de éste último. Sin suspense el interés nos abandona. Una pena porque en conjunto "The Eddy" transmite una elegancia a la altura de los musicales de Bob Fosse, pero le falta nervio.
Robert Denigro
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4
26 de septiembre de 2021
22 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como buen vaquero Eastwood cabalga solo. Cabalga más solo que nunca, porque su última película es para orinar y no echar gota. "Cry Macho" es un limbo fuera de la realidad. Eastwood detiene el tiempo en un pueblecito Mexicano ajeno al mundo moderno. Un remanso de paz, en mitad del desierto, donde sólo hay una taberna y caballos salvajes. Un espacio idealizado que Eastwood proyecta como melancólico sueño de senectud.

La película no hay por donde cogerla. Una travesía en coche por carreteras de frontera, en cuyo interior un joven rebelde y un viejo jinete de rodeo se ven obligados a conocerse. El argumento apenas alcanza a ser un esbozo moribundo al que Eastwood intenta insuflar emoción con una aventura vacía y unos personajes ridículamente moralistas. No parece un secreto que el argumento es lo de menos, pues lo realmente importante es flotar en ese refugio uterino para cowboys jubilados.

Hace más de un lustro que el director quiere hablarnos de la vejez, pero hacer una película anual (como Woody Allen) no implica lograr la maestría. En un mundo como el actual crispado por la velocidad tecnológica es de agradecer que Eastwood nos regale esta pausa existencial. Fiel a sí mismo su cine es un regreso a valores, hoy en desuso, como el honor y la lealtad. Ni rastro de feminismo o cualquier eslogan oportunista para captar taquilla. Eastwood rema a contracorriente en un cine ajeno a las modas. Su rostro es como contemplar Monument Valley, pero no nos engañemos: sin su legendaria presencia "Cry Macho" sería un telefilm de domingo.
Robert Denigro
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5
28 de mayo de 2024
10 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no bastaba con la agresividad masculina, ahora las mujeres también están en estado de cabreo perpetuo. Llamadme cursi, pero de pequeño el cine clásico de los 50 me enseñó otros valores, donde las mujeres representaban el amor, los cuidados, la serenidad y esa costumbre de regalar flores, un gesto que a las nuevas generaciones les parece trasnochado. Pero intuyo que las cosas no han cambiado tanto y son muchas las mujeres que siguen adorando las flores, incluso que sueñan con casarse de blanco. Y menos mal, porque una mujer en estado de cabreo perpetuo no parece la mejor compañera de vida.

Hablemos de "Furiosa". La crítica aplaude su feminismo. ¿Pero qué feminismo es este? "Furiosa" es prácticamente machista. Una película gobernada por la testosterona, con un bestialismo totalmente masculino, donde la mujer es una marioneta. Al menos en la película "Mad Max, más allá de la Cúpula del Trueno" reinaba Tina Turner, una mujer poderosa que mandaba en Negociudad. Pero Furiosa no manda nada, es zarandeada de un lado a otro, siempre como moneda de cambio de malvados señores de la guerra. Ni rastro de empoderamiento. La ciudadela de Immortan Joe es una comunidad de hombres. Una colmena de violentos súbditos entregados a su líder. Las pocas mujeres que acompañan a Immortan Joe son obligadas a parir bebes de forma industrial. Esclavas de su biología reproductora. En otras palabras: el feminismo de "Furiosa" es un paripé.

Mad Max ha perdido su esencia de carretera y la separación entre el bien y el mal. En la película original (la mejor) había buenos y malos fácilmente identificables. Por un lado estaban Max y su mujer que eran buenos, se querían y se decían cosas bonitas. Por otro lado estaba la banda de moteros lunáticos, que sólo pensaban en hacer maldades. Con esta sencilla división era fácil tomar partido. En cambio en "Furiosa" no hay una moral clara. Mejor dicho: prácticamente todo el mundo es mezquino. Es imposible empatizar con unos personajes tan antipáticos. Por eso la venganza de Furiosa no emociona a pesar de que Miller quiera vestirla con la más grandilocuente parafernalia after-punk. La épica sobredimensionada de "Furiosa" es tan estéril como su feminismo.

El peor cambio de la saga Mad Max no es su relamida textura digital sino el transfuguismo de George Miller hacia un feminismo bienqueda. Dicho esto la película resulta entretenida, con una puesta en escena mastodóntica que es puro nervio. "Furiosa" no es tanto una película como un carnaval exagerado de la forma.

Para terminar: gracias a Filmaffinity por ser un espacio de libertad, en el que se puede discrepar del feminismo sin ser tachado de machista.
Robert Denigro
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8
23 de noviembre de 2021
9 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock decía que el suspense aparece cuando el espectador sabe más que el protagonista. Suspense es saber que el asesino está detrás de la cortina mientras la víctima lo ignora. En "El poder del perro" ocurre al revés, el espectador tendrá la sensación, con razón, de que se está perdiendo algo. Una película cuyo final da un sentido nuevo al conjunto.

"El poder del perro" es un delicado western sin pistolas, donde los sentimientos ocultos matan más que las balas. Jane Campion aplaudida mundialmente por "El Piano", vuelve con otro triangulo pasional cargado de tormentosas emociones. Una película lenta que crece despacio como un bizcocho en el horno. El punto fuerte de la película es el tono de thriller que palpita bajo un ritmo (aparentemente) pausado. Un malestar invisible se apodera de cada escena. Campion vuelve a los argumentos habituales de su cine, es decir, la compleja dualidad entre lo masculino y lo femenino. Un cuestionamiento de los estereotipos de género que evita posicionarse. Su gran acierto, lejos de la pesadez feminista, es mostrarnos la ambigüedad moral del comportamiento humano cuya naturaleza no obedece modas.

Como ya ocurría en "El Piano" el paisaje acompaña a los personajes como metáfora de sus propias emociones. Si en "El Piano" eran los húmedos bosques de Nueva Zelanda en esta ocasión son las secas praderas de Montana. La directora, atenta al detalle, se recrea en la evolución de aquella época de transición, donde la hegemonía masculina del cowboy perdía fuerza ante las refinadas conductas burguesas. Tiempos más civilizados que daban paso a las formas femeninas que hoy conquistan el mundo.
Robert Denigro
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