Justificada buena reputación la que está cosechando este film sobre una historia ya conocida e incluso plagiada. Desde la presentación de personajes, el pavoroso accidente, el terrible aislamiento en el desierto helado, el abandono, el hambre y la desesperación, todo está rodado desde un prisma de realismo y verosimilitud que quita el aliento. No se buscan recursos artificiosos para hacer la película más comercial, ni se acude al morbo barato. Todo rema en sincronía para rendir sentido y solemne tributo tanto a supervivientes como a fallecidos, desde el más absoluto respeto, aunque sin renunciar a un lenguaje cinematográfico que convierta el visionado en una experiencia cautivadora. Casi dos horas y media en las que no sobra nada, ninguna historia se siente accesoria y todas duelen en mayor o menor medida. Echo de menos más barbas entre los personajes tras tantos días sin asearse, pero es pecata minuta. Cine de gran altura, del que, afortunadamente, aún se sigue haciendo.