El avance de los capítulos muestra inexorablemente toda una tragedia griega en pleno siglo XXI en un feroz ambiente neocon americano, donde no queda títere con cabeza (entre otros los derechos sindicales y laborales, las luchas y disputas de poder internas y familiares, el mundo empresarial multinacional actual a altos niveles, etc...) visto bajo un prisma absolutamente corrosivo, descarnado y ácido inaudito. Da miedo pensar que el mundo que describe, a pesar de parecer una gigantesca hipérbole es muchísimo más real y cercano de lo que nos pensamos. Ahí está el trato que se dispensan entre sí los hermanos y resto de familia, el enfoque que se da al consumo de drogas, la "realidad paralela" en la que vive el estrato social descrito (impagables las aspiraciones del hijo mayor, Connor Roy, en postularse a Presidende de los Estados Unidos sin haber trabajado en su vida); en definitiva, la estupidez supina de la clase que aglutina mayor poder en el mundo.

Cabe destacar el excelente cásting e interpretaciones de todos los personajes en esta obra coral, empezando por un superlativo Brian Cox, Jeremy Strong extraordinario como posible sucesor, mostrando al inicio de la serie una gran fortaleza para acabar demostrando tener una fragilidad conmovedora a lo largo de los capítulos y circunstancias. Sarah Snook, la única hija y la pequeña, víbora ansiosa de poder capaz de flirtear incluso con adversarios políticos, y Kieran Culkin, encarnando a la perfección el papel de niño pijo al que le regalan los puestos por ser "familia Roy". Matthew Macfadyen como yerno (marido de Shioban -Sarah Snook-) demuestra una vis cómica inersperada en su propia ingenuidad y Nicholas Braun como el sobrino trepa que pasaba por allí es otro enorme acierto.

¿Qué se puede esperar de una familia que lo tiene todo? Supongo que al final lo más lógico es acabar como la familia Roy.

Imprescindible verla en versión original para entender el lenguaje soez y escatológico de la familia Roy.