La verdad, cada vez me da más miedo ver una película de Clint Eastwood. Uno no puede dejar de pensar que algún día se puede llevar una decepción. Mantener el nivel de excelencia film tras film se antoja casi una misión imposible, y digo casi porque una vez más Mr. Eastwood lo ha conseguido, otra vez nos ofrece una obra maestra con todas las letras.

De acuerdo, Eastwood no es un innovador, no rueda a ritmo de videoclip, no pretende innovar ni impactar a lo Tarantino, pero que más da. Eastwood responde a los cánones del director clásico, lo que importa en sus películas es lo QUE está contando y no el CÓMO. Lo mejor de todo es que Clint siempre ofrece más de lo que parece. Si Million Dollar Baby parecía una peli de boxeo, para pasar a parecer un debate sobre la eutanasia, en realidad era una película sobre el amor y la distancia en las relaciones paterno-filiales, en Banderas de nuestros padres Eastwood parece hacer un film bélico y a cambio lo que nos muestra és una crítica demoledora a los clichés del heroismo americano y una exaltación de la amistad entre los hombres.

Uno de los puntos fuertes de la película está en su acertadísimo reparto coral. Se huye de los grandes nombres y se opta por jóvenes promesas del cine, quizás para dar un aire más realista al conjunto. Si además sumamós la pericia con la que están rodadas las escenas de guerra ( el desembarco en Iwo Jima le da sopas con honda al de Spielberg en Salvar al soldado Ryan y parecía imposible) y una banda sonora impecable que impregna de aires melancólicos al film, obtendremos quizás la mejor película bélica jamás rodada hasta el momento.

Sólo le pondría un pero al film. Es tan buena que no imagino cómo Cartas desde Iwo Jima podrá estar a la altura, aunque conociendo a Clint todo es posible.