Venía John Hillcoat de adaptar de manera muy personal, atractiva y poderosa la novela La Carretera de Cormac MacCarthy, un libro no precisamente fácil de adaptar. Previamente se había dado a conocer con un western ambientado en Australia, que tuvo una buena acogida en el momento de su estreno, y que yo no he podido ver. Parecía que una historia ambientada en la época de la Ley Seca en Estados Unidos sería el argumento perfecto para que Hillcoat hiciera vibrar la pantalla. El resultado solo puede calificarse de discreto.
Lawless cuenta la historia real de los tres hermanos Bondurant, gente mas o menos honrada, pero que fabricaban y comerciaban con whisky en una época en la que esto era un delito en los Estados Unidos. Su enfrentamiento con las autoridades, en especial con el representante de la ley, Charlie Rakes, marcó ese periodo de sus vidas.
John Hillcoat decide esta vez cumplir el trámite sin romperse demasiado la cabeza, jugando sobre seguro en todos y cada uno de los aspectos de la película. Desde una narración que confunde el clasicismo con el convencionalismo, hasta una puesta en escena tan correcta como falta de garra.
Tom Hardy y Shia LaBeouf tienen el suficiente carisma, sobre todo el primero, para que no te desentiendas en ningún momento de sus personajes. Y el histrionismo de Guy Pearce es el único que arranca los únicos momentos de electricidad a la pantalla. Lástima que el talento de Jessica Chastain queda aquí relegado por culpa de un personaje que no encaja en toda esta historia.
Habrá que esperar a una nueva ocasión para que el director confirme (o no) el talento demostrado en su anterior película.