Lo cotidiano de hacer un examen para acceder a una empresa se convierte en lo más anormal, hasta tal punto que se puede llegar a cuestionar si se está jugando con los examinados o en realidad hay un trabajo.

La tensión es el ingrediente predominante de la trama, presente en las relaciones de los personajes. Sus personalidades no están trazadas con mucha profundidad, probablemente porque el objetivo de la película no se centra en mostrar sus vidas o carácteres, si no en transmitir una moraleja sobre cómo se deben conseguir las cosas. Aún así, se pueden deducir las formas de ser a través de sus comportamientos, aunque de algunos más que otros.

Hace reflexionar, mantener la atención y el interés.

Tenía curiosidad por ver a Gerard Butler, el rígido Leónidas en “300”, haciendo una comedia. El propio director, Robert Luketic, se sorprendió cuando le recomendaron a este actor para el papel de Mike, pero cuenta que mayor sorpresa fue el descubrir lo divertido y espontáneo que era.

La materia prima se compone de dos tópicos: la guerra de sexos y la chica estirada que odia al hombre promiscuo y grosero. Ahora bien, con este principio se pueden hacer muchas cosas, y en este caso, se ha hecho una buena comedia. Butler y Heigl han encajado bien su personaje y me han hecho reír.

La trama gira en torno a una apuesta “¿Logrará Abby ligarse a Collin con los consejos de Mike?”.

Aunque las comedias románticas suelen tener un argumento y una lectura muy plana, en esta película hay más donde rascar, básicamente señalaría dos cosas: el “elogio” de la personalidad, es decir, se debe ser uno mismo en todo momento, porque lo que se consigue con una “falsa personalidad”, no lo logras tú, si no otra persona, la que has fingido ser; y el ejemplo de la cobardía ante una situación complicada, ante la que se debe luchar. Asimismo, se muestra que los polos opuestos no son necesariamente antagónicos, si no complementarios, aunque sea una enseñanza algo típica.

El humor es bastante picantón, pero también ocurrente. La película tiene momentos de risa asegurada, aunque también encierra la otra cara de la moneda. Bastante recomendable, sobre todo si te gusta el género.

Baz Luhrmann relata en la situación vivida en Australia durante la Segunda Guerra Mundial, centrándose en los aborígenes y, como es propio de su estilo, introduciendo una tierna historia de amor encarnada por Nicole Kidman y Hugh Jackman. Al relato lo acompaña una maravillosa fotografía de los parajes del desierto australiano y también retratos de los aborígenes, hubiera merecido la pena ver esto en la gran pantalla. También se le une una buena banda sonora que aumenta el encanto del filme.

A pesar de la duración de la película –dos horas y media-, no se hace pesada. Se puede contemplar en ella la imposición que los pueblos dominantes ejercían sobre los indígenas por considerarlos incivilizados, que hoy en día sigue perdurando aunque en menor medida, y especialmente la situación de aquellos que no se consideraban ni aborígenes ni hombres blancos por ser fruto de una mezcla entre ambos. Se ofrecen también numerosas pinceladas sobre las costumbres de los aborígenes, sobre todo de la mano del personaje “Rey Jorge”.

Los personajes están bien dibujados, aunque son arquetípicos: ella es una señorita que lleva diez mil maletas de ropa, no quiere ensuciarse y mira a su alrededor con la mirada inocente, y él es un vaquero humilde que vive de la aventura y no le importa qué pasará al día siguiente, simplemente vive el momento. Por supuesto, la mezcla explosiva entre ambos, aunque es común en el cine, proporciona una gran fuente de entretenimiento, y poco a poco se influyen mutuamente.

En líneas generales, no es una película predecible excepto por la relación amorosa, que de hecho se prevé en la fotografía de la película, aunque sí presenta varios tópicos. Presenta varios nudos que van resolviéndose durante el transcurso, lo que también favorece su larga duración. Hay momentos para la risa, las lágrimas, la emoción y el romanticismo en su justa medida, no se excede en nada.

En definitiva, una buena película que seguro encantará a los románticos y amantes de la fotografía paisajística.

El amor imposible vuelve a ocupar su lugar en el cine, lo que se está dispuesto a hacer para que éste se haga realidad, aunque todo el mundo sabe como va a acabar. La película tiene en su contra lo predecible que es, la trama reutilizada que tantas veces se ha visto en la gran pantalla, pero no siempre vamos al cine para que nos deslumbren con sucesos inesperados.

Tiene a su favor la escena, los paisajes increíbles en los que se desarrolla la acción, y los efectos especiales. Los problemas con los pueblos indígenas presentes aún en la actualidad, se ven aquí desde un punto de vista ficticio y futurista, ficticio no porque no pueda llegar a pasar, si no porque éstos no serían azules y de tres metros.

Igualmente, vuelve a mostrarse, aunque con gran genialidad, los conflictos entre la supuesta civilización y lo incivilizado, resultando ser al final más humano lo más primitivo. Los indígenas llevan un modo de vida más básico, por lo general, que los habitantes de la ciudad. Se preocupan de alimentarse, tener un lugar donde dormir, estar en familia, cuidar a los de su misma tribu, hablando a grandes rasgos. Los “civilizados” tienen una vida más complicada porque se han creado más necesidades, y ha medida que crecen, aumenta también la codicia de más, por ello, como se ve en el conflicto central de la película, los de la ciudad tratan de aplastar a los indígenas porque consideran su cultura de menor importancia.

Muchos lo han comparado con una “Pocahontas” futurista, aunque difiere totalmente en el público al que está dirigido. Para los más pequeños, probablemente, haya una película de aventura y romance, aunque no alcancen la lectura más profunda que con “Pocahontas” si entendían.

En definitiva, una película muy recomendable, bastante entretenida, pero a su vez predecible.

Los pingüinos emperador tienen el canto como recurso tradicional para encontrar pareja y tener descendencia. En una ocasión, sale del cascarón uno que no sabe cantar, Mumble, aunque con talento para el baile. La trama versa, principalmente, sobre las dificultades que se encuentra este pingüino para ser aceptado por los demás.

En un principio, la película puede tener gracia, aunque siempre proviene de los mismos elementos. Tiene un trasfondo interesante, la contaminación y la sobreexplotación humana de los recursos, pero no se trata de una manera realista ni se aprovecha al máximo. Parece que ya está todo solucionado, pero no es así. Parece que todo es muy fácil, porque los humanos pueden hablar con los pingüinos.

Esta película no trata sobre un principio ecologista porque luchar para que el medioambiente y sus especies perduren no es fácil. Se crea un sucedáneo para terminar con un final feliz y rosa.

Además, presenta saltos temporales*en momentos cruciales que te hacen pensar que el guionista no sabía cómo sacar al pingüino de esa situación, y numerosas incoherencias**. Quizá el público más pequeño pase por alto esto, pero obviamente aquel que pueda mirar la película con un poco más de crítica, se dará cuenta.

Es cierto que tiene a su favor la calidad de la animación y la música, pero todo lo que tiene en su contra ha hecho que haya sido una experiencia más mala que buena.

En definitiva, película para entretener a los más pequeños.