Este western demuestra que el género-rey de los años 40-60, estuvo reservado para directores clásicos como Allan Dwan, John Ford, Raoul Walsh, Henry Hathaway, Howard Hawks, Fritz Lang, Samuel Fuller, Nicholas Ray, Anthony Mann, Sam Peckinpah o buenos artesanos como George Stevens, William Wyler, Robert Aldrich, Edward Dmytrick, Jacques Tourneur, William Wellman, John Sturges, Budd Boetticher, Andrew Mclaglen. Cualquiera de los nombrados(a propósito, seguirlos), hubiera realizado una aceptable película del oeste como mínimo con los elementos cinematográficos manejados por el insípido Jerry Hopper: un buen reparto, un guion confuso que quizá hubiera sido modificado, filmaciones en exteriores y personajes secundarios mejor delineados. Los protagonistas principales cumplen a duras penas, aunque destaca por su presencia perturbadora la inquietante Rhonda Fleming. Totalmente prescindible, aporta muy poco a quienes amamos el género-rey.

Henry Hathaway es un clásico director del género de aventuras que ha pasado por diferentes estudios en las décadas del 30 y 40. En este western alcanza encomiable madurez en sus medios cinematográficos, fruto de su experiencia y talento. Su dinamismo narrativo y escénico, la excelente dirección de actores, la acción constante y creciente intercalada con remansos apacibles de sus protagonistas, el guion cinematográfico casi sin fallas, una puesta en escena convincente y verosímil, así como ciertos elementos constantes de sus películas como la violencia, el desarrollo psicológico y emotivo de sus protagonistas con acertadas notas de humor, configuran un estilo que capta y domina la atención del espectador, a saber en este muy buen western(From hell to Texas).
Tod Lohman(Don Murray), un vaquero delgado e ingenuo, mata accidentalmente al hijo del poderoso terrateniente Hunter Boyd(R.G:Armstrong), quien busca vengarse persiguiéndolo implacablemente a lo largo de toda la historia, aunque imponiendo condiciones inexplicables como devolverle su caballo muerto por su hijo menor(Dennis Hopper) y darle 4 horas de ventaja para que huya a otro pueblo. Tod recibe la protección de Amos Bradley(Chill Wills) y termina enamorándose de su hija Juanita(Diane Varsi). La acción y la violencia trepidantes desarrollan la historia capturando la atención en la hora y media de duración. Tod se niega a usar la violencia por sus principios morales inculcados por su madre y la biblia que lleva siempre consigo, pero, como tema recurrente en muchos westerns, las circunstancias lo obligan a defenderse y reaccionar atinadamente con su rifle, su puntería y su instinto de supervivencia. El final es insólito, pero creíble: los personajes principales y secundarios han sufrido una evolución vital que implica un desarrollo positivo de su personalidad, asimilando la experiencia vivida como una gran lecciòn de vida. Absolutamente recomendable ver este western intenso y reflexivo al mismo tiempo.

Desde la primera escena, vemos un western dinámico y de acción permanente dirigido al tema central: Una diligencia intenta escapar velozmente a un asalto curioso efectuado por indios, no por forajidos. Finalmente, sus integrantes son alcanzados y ultimados, incluyendo una hermosa y muy ataviada joven, novia de Chris Denning(Randolph Scott), quien es asesinada por un hombre blanco, el jefe instigador de dicho asalto. En este preciso momento, Ray Enright utiliza una elipsis para sugerir el vil asesinato mediante el sonido de disparos y el salto en el tiempo: Randolph Scott, en su búsqueda de pistas para tramar venganza, ante la paciencia reclamada por un ayudante, espeta: "He sido paciente durante 18 meses". El pueblo llamado Coronel Creek otorga un marco ambiental actualizado a este vistoso western cuyo guion está basado en una novela y desarrolla una variedad de personajes, muy bien dirigidos en la narración escénica con una excelente fotografía a color muy bien conservada y visible. Entre ellos, destacan Randolph Scott y George Macready(Younger Miles), protagonista y antagonista respectivamente, alrededor de los cuales giran personajes secundarios que justifican convincentemente el ritmo incesante de las imágenes, sin pausas, sin treguas, intensamente, Chris Denning busca la venganza al mejor estilo de los western del maestro Anthony Mann, uno de los leitmotives recurrentes y obsesivos de las películas del oeste. Coronel Creek demuestra que muchas películas de serie B fueron muy bien realizadas por artesanos efectistas y equilibrados como Ray Enright

Esta es una película de aventura marina arqueológica escenificada en las islas griegas de Rodas, Mikonos y otras que cuenta con algunos atractivos como la dirección de Jean Negulesco, las actuaciones principales de dos cincuentones Alan Ladd y Clifton Webb, el debut en Hollywood de la adorable y deliciosa Sofía Loren y algunos buenos secundarios como Jorge Mistral y Alex Minotis. Los escenarios griegos, la fotografía a color y la canción-tema justifican la narración simple, lineal y eficaz como una película de puro entretenimiento, que se deja ver, sin llegar a ser una obra mayor en la filmografía de Jean Negulesco. Pese a algunos estereotipos en el guion para el papel de Sofía Loren, ella por sí sola demostraba ya su condición de estrella en el cine moderno: tras bucear en el mar, su primera escena subiendo a la lancha con la blusa mojada transparente, mostrando sus enormes pechos, sin sujetadores, dejaban ver su condición de futuro símbolo sexual. Esta y otras interesantes escenas hacen recomendable este ejercicio cinematográfico del director de Belinda, la película que le hizo ganar el Oscar a Jane Wyman en 1948.

Aunque es poco creíble ver a la exuberante belleza de Montana dirigida por el maestro Allan Dwan, así como a Jane Russell protagonista de un western en el papel de una pistolera ducha en el manejo de las armas, en raudas cabalgatas, hábil tiradora y asaltabancos, rodada en trucolor, se deja ver como una digna pelìcula del oeste.
Allan Dwan se acerca una vez más a su temática básica: su mirada tierna y sesgada hacia los personajes apartados de la ley. La forajida Belle Star tras ser salvada de la horca por los hermanos Dalton, se enamora de uno de ellos Bob(Scott Brady) y aunque se ve sometida al asedio de Mac(Forrest Tucker) acepta la oferta de un jugador, Tom(George Brent) para iniciar una nueva vida lejos del delito. Como Rousseau, la sociedad corrompe al individuo cuando deja curso libre a sus pasiones o a sus odios. Dwan constata este aserto sin añadir mensajes serios o fatalistas a la narración. Cuenta la historia simple dejando que sus personajes se expresen viviendo, interactuando, hasta llegar al epílogo inevitable. En cada escena, se nota la mano del maestro y su manejo de imágenes donde todo se destacará por sí mismo, sin forzar la dirección, dando a cada acción su justa medida. Valioso western en la prodigiosa carrera de Allan Dwan
Fernando Peña