En teoría, para sufrir el dolor, la sed, el encierro que tiene nuestro personaje, tendremos que identificarnos con él. Sentir lo que él siente, pensar lo que él piensa, o tener las mismas incertidumbres que él tiene. En 127 Horas, esto no sucede. Boyle remplaza una posible identificación con el personaje con planos y efectismo barato. El director no crea una atmosfera, intenta remplazarla con música, cámaras "modernas" y con flashbacks que en su mayoría, no son explicados ni tienen una real razón de ser. Porque el problema tampoco es que no se cuente(lo cual sería genial), sino que el inglés tampoco opta por sugerir ni reflejar nada. Esto crea confusión y se pierde el interés porque como expectador, uno siente que le están tomando el pelo. Si no te hacen sentir empatía con el personaje, la mayor parte de la película, la idea, está fallando. Sólo nos queda una pedantería muestra de efectos visuales que no van a aportarnos nada.

Las comparaciones son odiosas, sí, pero lo primero que a uno se le viene a la mente es Buried(Rodrigo Cortés, 2010), una película que dista de ser una obra maestra, pero que muestra como es posible tener un manejo de una situación clave(el encierro, el aislamiento, la soledad, la incertidumbre) sin recurrir a nada más que al uso del suspense y a la atmosfera.

en el Spoiler, algunos puntos.

Cowboy Bebop es tal vez uno de los más grandes logros del mundo del animé: tiene personajes enormes, una gran música y un gran cuidado de la ambientación pocas veces visto. Tiene todo para ser un clásico.

Nos encontramos ante una suerte de Western futurista, que nos muestra personajes solitarios, vencidos y que no tienen otra que sobrevivir siendo cazarrecompenzas. Cada uno bien trabajado, bien presentados, y bien marcados, con cuentas pendientes que, tarde o temprano, deberán arreglar para solucionar sus deudas personales actuales. Y luego está la música: espectacular por donde se la mire, con un poco de Jazz, Soul, Blues, un festin de buen gusto presentado por The Seatbelts, una agrupación dirigida por Yoko Kanno. La ambientación es muy buena porque consigue tener esa cosa bien Western sin caer en el ridículo en ningún momento y de una manera que las persecusiones, las escenas de acción o las escenas más "reflexivas" -si se quiere- cuajen perfectamente.

La serie está repleta de referencias a la cultura. Desde el nombre de sus episodios(casi todos son nombres de temas de canciones de Rock o Blues), algunos personajes(por ejemplo en un capítulo buscan a un ladrón que es igual a Woody Alen, en otro episodio al Teddybomber, un sujeto igual al Unabomber), hasta incluso escenas o cosas así donde homenajean a películas o canciones.

Y es obvio que ultimamente el animé no pasa por un momento de gracia en cuanto a calidad y novedad. Pero es un placer encontrarse con una serie como esta, una serie que es una pena que dure tan poco.

Recuerdo que, cuando la vi por primera vez, sabía que me enfrentaba a 6 horas. Entonces me dije "veo las primeras 2 horas y luego sigo mañana". Pero no pude. Ese día miré 4 horas y y puse stop porque no tenía alternativa.

Y hasta se me hizo corta. Estaba tan compenetrado, tan encariñado con esos personajes, tan metido con la historia que me estaban contando que 6 horas se me pasaron volando. Esto puede parecer una exageración pero estoy siendo totalmente sincero: fue así.

Esas 6 horas, divididas entre 2 partes, nos cuentan la historia de dos hermanos con sueños y metas que toman distintos caminos que luego se van uniendo en diferentes momentos. Esto enmarcado por acontecimientos importantes sucedidos en Italia, y se las arregla para que salga lógico y no forzado. Y luego está su familia, sus amigos, sus mujeres, todos personajes realmente entrañables y complejos. Giordana acude a la emoción contandote una historia sincera y creíble, sin necesidad de refuerzos de ningún tipo. Las emociones las dicta la historia, los personajes, todo es natural, y para mi ahí está lo que hace a esta historia especial: su honestidad, su credibilidad, su esperanza. Su humanidad, bah.