Un gran avance en general de nuestra cultura ha sido el paso que dio despidió el "Pedro Almodóvar es intocable y lo hace todo bien" a "Coño, pues esta película suya es un truño".
Quizás haya sido una transición forzada por la dudosa calidad de sus últimas películas, que lo único que tenían era el sello Almodóvar para intentar venderse (en vano) y auto-premiarse (incluso más en vano).

Los amantes pasajeros se puede contar como su peor película en 15 años, así a bote pronto. Sus personajes son tan irritantes que no te puede gustar ni lo que ves ni lo que escuchas, con el sobreañadido que los diálogos parecen escritos por un púber que considera los chistes con la palabra "pito" o "mamada" el cúlmen del humor.

Me he aburrido mucho viéndola, y lo que es peor, he pasado vergüenza.

Almodóvar ha perdido el tono cómico, y quien quiera comparar 'esto' con Mujeres al borde de un ataque de nervios haya él/ella con sus criterios propios.

Para nada recomendable.

Así se podría definir en una sola frase a esta película.
Sobrevalorada hasta el hastío (en su estreno, por fin ahora las opiniones se van diversificando), tremendamente irregular e injustamente multi-premiada.

El director hace un trabajo normal, plasmando bien un guión con situaciones un tanto surrealistas (y que no producen en el espectador más que confusión) pero con un final tan esperable como vomitivo. Ignoro cómo será el libro original, sólo espero que el personaje de Jennifer Lawrence no sea tan inaguantable como en la película, y que los padres del protagonista se muestren como algo más que un par de monigotes que aparecen sin pena ni gloria menos de 20 minutos de metraje.

Las actuaciones son notables. Lawrence hace un buen papel de un personaje bastante hostiable (las pirulas que monta en plan niña pequeña no cuelan por mucha enfermedad mental de base), aunque su actuación no creo que fuera la mejor del año. Bradley Cooper ídem, lo hace bien, es creíble, pero es una actuación tan llana que no resalta más de lo normal. DeNiro y Weaver son buenos actores, pero en esta película lucen más bien poco.

Le concedo a la película un inicio interesante, con alguna situación buena, y un ritmo que no aburre, aunque tampoco consigue entusiasmar. En general, es una película así: se deja ver pero no deslumbra; una película normal con un productor buenísimo para colarla entre el podio de las mejores del año.

Colosal adaptación de la plomiza novela homónima, que consigue lo que el libro solo aspira: unir un tremendo lirismo con una historia de amor bonita, encarrilada por un ritmo que no decae y no aburre. Sinceramente creo que esta película está infravalorada, y que el adjetivo "aburrida" no le hace justicia, mucho menos el de mala película, solo porque al espectador se le hizo tediosa. Te puede aburrir claro, pero si por esa razón la tildas de mala película estás ignorando otros atributos que la hacen grande, una de las mejores historias románticas del cine moderno.

Aplaudo la decisión de Anthony Minghella de ampliar la historia de amor de Katherine y Almásy. En el libro ésta se reducía a la parte final, y el núcleo giraba entorno a los recuerdos de los habitantes del convento, con la consecuente reiteración de momentos que convertían al escrito en un 'quiero y no puedo' que acababa con los ánimos del más entusiasta lector.
En la película esto no es así, y hay una perfecta intercalación entre la historia del convento (reducida respecto al libro) con la historia pasada de amor del conde, ampliando como ya he mencionado el idilio entre ambos personajes, y otorgándoles detalles que suman al conjunto del filme.

No me parece aburrida; es larga, pero ambos adjetivos no han de ir siempre de la mano. Las escenas no dejan de sucederse y de aportar información al simple pero efectivo puzzle de personalidades que compone Minghella. Los momentos íntimos están rodados con ternura y exigían un pulso más relajado por parte del director, y así son: bellos, delicados como caricias, y rodados con el ritmo pausado y emocionante que todos hemos vividos cuando los hemos protagonizado en la vida real. Un gran acierto.

Las actuaciones son en general muy buenas. Me gusta mucho el papel de Ralph Fiennes; su manera de mirar, de hablar, sus entonaciones... se me presentan sugerentes y reales. Ésta me parece una de sus mejores actuaciones, no sé si para llevarse el oscar ese año o no. Juliette Binoche también realiza una buena y cálida actuación, en un personaje con el que es fácil encariñarse (respecto a su personaje creo que tiene el mismo protagonismo que el de K. Scott Thomas). Ésta última también realiza una buena actuación, no tan delicada y afinada como la de los dos anteriores pero indudablemente un gran trabajo interpretativo. Willem Dafoe y Naveen Andrews también notables, el último medianamente mal caracterizado es el personaje de Colin Firth, el cual no tiene mucho tiempo para lucirse.

Mencionar El paciente inglés es mencionar una de las mejores bandas sonoras de los 90', así como un trabajo espectacular del cámara, que logra captar imágenes de una belleza estremecedora (Hanna viendo los frescos de la iglesia, las tomas aéreas del desierto, resaltar los azules ojos de Fiennes, las escenas finales en la cueva...). Atrezzo, vestuario y maquillaje (en especial este último) excelentes.

Una obra perfecta, un 10 redondo e indudable.

Como otra tanta gente me he leído la trilogía de ESDLA de Tolkien y, como una parte de esa gente, opino que se excedió en descripciones y se quedó corto en darle cierto pulso y tensión, diluyendo así los momentos con más emoción de la saga.

Escribo este pequeño prólogo de análisis personal de la obra literaria para ensalzar las virtudes de la saga cinematográfica: el señor Jackson plasma con bellas imagenes y corta en la sala del montaje los largos viajes que se describen con detalle en el libro. ¿Eso elimina registros épicos a la película? A mi juicio no. Quien relacione la parsimonía descriptiva del libro, o el gran lujo de detalles del mismo con el carácter épico no capta bien el propio término, el cual creo que se encuentra en la actitud de los personajes, la lucha del bien contra el mal o los apoyos técnicos de esta buena película. La batalla en La comarca se elimina, sí. Como no-fan de la saga literaria no me importa mucho y me lo compensa otra serie de grandes batallas. Qué, por ejemplo, sea en esta tercera película cuando le dan a Aragorn la espada (no me acuerdo de su nombre) cuando en los libros se la entregan en Rivendel en el primer tomo, tampoco me importa.

Me importa que sea entretenida, y lo es. Me importa que se desarrollen las tramas y subtramas fluídamente, y el montaje hace delicias con este punto. Me importa que el director muestre toda la grandeza a la que se refiere en la novela, y lo consigue. Me importan las buenas escenas, y en esta entrega las hay, y muchas: la escena de la araña, las primeras en el río con Sméagol, las batallas, las escenas finales. Me importa que se siga con el listón alto en lo referente a la música, vestuario, decorados y fotografía, y así es.

Es cierto que hay frases ("¡Yo no soy un hombre!") o personajes (Gimli) que desentonan o que se distorsionan para mal respecto al libro, respectivamente. Pero eso no logra opacar los buenos tributos de El retorno del rey, que, aunque no llega a ser tan buena como la primera, sí llega al punto que un fan de la saga (por lo menos cinematográfica) espera, considerando que es la traca final.

Nunca espero demasiado de este tipo de películas, porque la edad, aparte de aportarte innegables achaques físicos a tu cuerpo, te enseña a diferencia lo bueno de lo malo, y lo malo de lo peor.

Así pues este híbrido de acción-romance-comedia-y vayaustedasaberquemás fue vomitado con el propósito de reventar las taquillas del planeta debido al entretenimiento que desprendía, el glamour que destilaban sus protagonistas y la publicidad que las productoras ya se encargarían de costear. Pues dos de tres, amigo. No entretiene, más bien, no hace sentir nada más que un intenso sopor ya que las situaciones y los gags son tremendamente repetitivos e insulsos.
Como postre, la escena final es un pastiche edulcorado que remata con la guinda patriótica, que más que gustar nos hace atragantar con semejante truño.

En definitiva, que los protas de la peli se irán a las Bahamas con lo que cobren, pero el resultado es inequívocamente nulo.