Pésima secuela de Mad Max, en realidad una remake de la segunda, sumisa al dogmatismo moderno del pensamiento único.

Da asco ver como se representa la figura masculina como la portadora de toda la estupidez y de toda la brutalidad que hay en el mundo.

Hay un momento en que Tom Hardy delega en Theron una acción, para que quede claro que sólo la chica lo puede hacer bien.

Sin trama.
Actuaciones planas.
Dos horas a la basura.

Hasta ahora he visto dos películas que me han herido emocionalmente. La primera, una película que nunca volveré a ver, pero que considero perfecta, es "La Fuente de la Doncella", de Bergman. La segunda es ésta, que me trae ahora. Sufrí durante la mayor parte del filme, pero podría verla de nuevo. Este filme es un descenso a los abismos del mal y de las tinieblas. Y ahí, en el fondo del abismo, está JOKER, torturado por la sombra.

Es imposible no empatizar con JOKER, cuando se defiende de quienes le dañan, no puedes evitar pensar "se lo merecen". Pero después de ese primer sentimiento al que Phoenix y el director te inducen, deberías preguntarte porqué el también atormentado caballero de noche es un caballero y no un apóstol del caos, como lo es JOKER.

Dije que podría verla de nuevo. Lo dije porque su argumento, con toda su comprensible fuerza retórica, que me remueve, no es irrefutable. Partamos de la base de que es un filme que te hace empatizar con Joker hasta casi justificar sus excesos.

Pero, JOKER sigue siendo un miserable, sigue viviendo en el infierno y soportando el mayor de los tormentos, que es el deseo de llevar a otros a vivir en el infierno. JOKER se descubre como un agente revolucionario y anárquico, popular y en cierto modo patético, también carismático. Pero los héroes no se quedan a vivir en el infierno, ni llevan a otros a vivir con ellos. Los héroes vencen a la sombra y salen del infierno.

De la película en sí, diré que la narración no tiene fisuras: todo encaja. La ambientación setentera, viciosa y sórdida, obviamente refleja "Taxi Driver". Como entretenimiento, ya dije que me hizo sufrir, talvez porque soy de derechas. Mis objeciones a los argumentos de esta película, preceden este párrafo.

En esta película, la solución al problema social, del cual JOKER es tan sólo un átomo, es una solución revolucionaria, de izquierdas, a lo Mao, a lo Lenin y a lo Stalin. Yo prefiero la solución del caballero de la noche: reestablecer el orden.

Es evidente que los protagonistas de esta crónica lejos están de ser héroes.

Completamente, padecen la dominación de su propia existencia por entramado de circunstancias (adversas sí), que los poséen y ante las cuales no muestran la más mínima profundidad de conciencia o de voluntad combativa.

Siempre he pensado que el surgimiento del mal guarda una relación estrecha con la inteligencia.

La inteligencia dicta que existen formas necesarias de la acción: a saber las reglas que componen una moral.

Estas reglas, desde un punto de vista kantiano, representan la forma en que cualquiera debería conducirse mientras conciba a su semejante como un fin en si mismo y no como un mero medio.

Las andanzas de estos dos inadaptados suponen una repetitiva, tonta y emotiva tentativa de realizar sus egos mediante la transgresión sistemática de la moral, una instrumentalización reiterada y sin vergüenza del otro ser humano, en la cual el agente de la misma -por su fundamental falta de inteligencia- ni siquiera comprende el sentido de sus actos. Esta clase de individuo debe con justicia ser rechazado, ya que no merece la menor empatía: empatizar con sus miedos y sus cobardías supone incorporarlas en el alma propia, por cuanto la empatía es una facultad que permite vivir de forma propia la emotividad y el pensamiento ajeno.

La enseñanza de esta cinta es enriquecedora: nos deja una descripción de la miseria que prolifera en nuestras urbes, que está más que vigente. Máxime, teniendo en cuenta que las hegemonías bienpensantes -que nos han estado gobernando los últimos treinta- años han elevado y santificado políticamente a los Joes y a los Ratzos, poniéndolos por encima del ciudadano honesto, a través de los privilegios conseguidos por los lobbys, a través de las prerrogativas políticas y de los desvíos de los recursos del estado hacia los intereses de una coalición de movimientos sociales compuestos por fracasados, resentidos y escasos de inteligencia.

Existe un espacio de claridad y de fuerza espantoso.

En este lugar de la mente, se consigue la absoluta indiferencia.

Esta indiferencia absoluta, permite actuar sin pasión.

La acción sin pasión es la condición bajo la cual es posible una moralidad, una forma de acción motivada por razones, que no se disipa en emociones.

En este animé, podemos apreciar la tremenda disciplina que revestía el espíritu del samurai: un aura de claridad estoica blindada con una coraza de silencio.

¿Qué podía ser bueno para el samurai?

Tener el pensamiento claro.
Tener el corazón tranquilo.
Estar preparado para lanzar un alma pura en el abismo de la muerte.

¿Y qué es la muerte?

El momento en que la existencia singular se disuelve en la totalidad primordial.