Facebook cuenta, al parecer, con auténticos devotos entre sus usuarios, y esa es la única explicación de las altas notas a esta película. A mí juicio, peca de un mal común, y es que te aviso que la historia no te va a sorprender, no te vas a preguntar nada, no te va a aportar nada. Y eso que los actores están perfectos, el director es muy bueno, y gracias a ello consigues terminar de verla y decir, vaya, y al día siguiente la has olvidado. Como es el inventor de Facebook y no el frutero de enfrente, pues vende más, pero vamos que para el caso. De hecho, no se me ocurre ni qué spoiler podría hacer.

Antes de nada hay que decir lo más importante: Es muy buena, porque habla del corazón y allí va directamente. Y además os hará reir, que no es poco.
El cine indie, en general, ha construido su propia realidad, también alternativa; pero no os dejéis engañar por el halo sundance de esta película, ya que es un festín de realidad verdadera, sin concesiones a nada (a veces, ni siquiera al lenguaje cinematográfico de ninguna clase, como dejarla casi sin final).
El ambiente de las clases, en el que las materias son algo lejano y abstracto para estos chicos, no puede estar mejor reflejado. El duro sistema de castas en los institutos, también. Y sobre todo, las relaciones con los profesores y su distinto grado de implicación, mayor cuanto más se sientan identificados con esos inadaptados. Toda persona que agarre la vida con ganas debe verla.

Que conste que no me apasionan las películas de acción, o cuyo éxito se basa en los efectos especiales, y no digamos aquellas en las que todos los tópicos te hacen conocer el final de inmediato.Pero todo tiene un límite.
Esta película tiene tan poca chicha que, en definitiva, la historia la pones tú. No se trata de que te den unas piezas para que tú las encajes, no, no...se trata de que no ocurre absolutamente nada, y cuando digo nada, es nada. Conversaciones tranquilas en unas vacaciones.
Sí, se percibe que el padre atraviesa unos infiernos interiores que no quiere que molesten a su hija, y que esta es una persona inteligente y sensible.
En resumen, lo que serían unos buenos 20 minutos de introducción a una posible buena película (bonita fotografía y recreación) pero sin la película.

Juro que la puse por ver el Madrid del año 81 y ver si reconocía bares y rincones. La escena inicial, pasable pero sin más (creo que en la época impresionó), Pero poco a poco esa trama sórdida milimétrica me fue atrapando, y sobre todo el buen hacer de los actores. Landa está bien de inexpresivo -le toca- pero el resto de la plantilla está tan bien que me dejaron helado en el sofá.
Todas las películas de cine negro tienen sus giros y lagunas que te tienes que creer, sus puñetazos de pacotilla que dejan sin sentido, pero no por eso dejan de fascinarnos, y El crack (a pesar de su título tan raro) no desmerece en absoluto a todo esto que homenajea con grandísima dignidad.
Tremendo cóctel de melancolía y ajuste de cuentas.
Esta es la peli que debió haber ganado el Oscar de Garci.

Seguramente, muchos gaditanos o amantes de la ciudad hemos visto la película solo por la localización. Ciertamente, Cádiz da no para uno, sino para muchos thrillers; es una ciudad, y un área mucho más difícil y dura de lo que parece yendo solo de turista, y los que crecimos allí lo sabemos. Y conocemos varias barriadas (y a varios individuos) que se parecen más a lo que sale aquí que a las postales.
Desde ese punto de vista creo que subraya algunas realidades que no suelen verse en el cine.
El trabajo de los intérpretes es meritorio, pero el guion no aporta gran interés, y transita por caminos que os sonarán de millones de telefilmes de todo tipo. Vamos, que si sucediese en Madrid, la hubiese dejado por la mitad.
Una curiosidad: Parece desarrollarse 20 años antes del rodaje, aunque no se hace mención expresa a ello.