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España España · Salamanca
Críticas de Polikarpov
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Críticas 214
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
15 de abril de 2024
12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que estar enamorado es un desequilibrio mental. Algo de razón tienen. El cerebro se lía a segregar las hormonas de la perspectiva y de los placeres varios y se vuelve tonto por tiempo indefinido. Tonto de tontería.

Quizá por eso es uno de los mejores estados… lástima que, con demasiada frecuencia, también pueda llegar a resultar tan… jodido.

No sé por qué, mientras veía la película, me acordé de Jim Thompson. De sus personajes maniáticos. Y de su abrupta forma de contar, afilada como un cristal roto.

¿O sí lo sé?

Glass y Tofilska pergeñan un cuento “B” fácil, con personajes al borde de la derrota circunstancial que, además, se ven superados por una debilidad poco menos que suicida. Y, claro, esto, a pesar de su incómoda desestructura, va dejando un rastro que podría haber sido negro, negrísimo y que sin embargo se queda en mera pirueta circense. Glass renuncia a enfrentarse directamente a lo que cuenta y hace lo imposible para que, lo que no da para más, termine cuanto antes.

Y así, convierte la probable historia negra en historieta sombría; simple pirueta ejecutada al borde mismo de la ridiculez histérica, a la velocidad necesaria para que quien mira no tenga tiempo de pensar más que en su pretendida épica romántico-amatoria.

En resumen: curiosa por esperpéntica, pero difícil de retener en la memoria.
Polikarpov
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6
26 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lunática con ínfulas mesiánicas se hace con acólitos mediante el procedimiento de violar sus mentes vírgenes con argumentos éticamente legitimados por el presente Imperio de la Estulticia, con la promesa de una especie de «santidad» (superioridad), tras el consabido período de expiación, esta vez en clave «sostenible».

Ahí es ná. Y sin embargo tanto, que casi me mareo.

Y esto mismo es lo que le debe de pasar a Hausner al plantearse cómo abarcar la cosa en poco más de hora y media.

Aun así, lo consigue a medias, dividiendo el relato en secuencias capitulares que contienen gotas dispersas de lo que (en un mundo que, por terrorífico, no le queda otra que ser forzadamente positivista), nos conduce al inevitable desastre a través de la autopista de la incomunicación (o de la hipercomunicación mal entendida), de la (natural, dadas las circunstancias) losa cotidiana del hastío, de la montaña rusa de la desorientación, del desamparo hijo legítimo del abandono, del oscuro túnel de la ignorancia y, por supuesto, de la necesidad de creer trascendencias, sin tener justificación racional para la fe.

El ritmo es pausado por milimétrico, argumentalmente pesado (teatral) y la puesta en escena es un cristal puro y frío, por momentos cercano a la desolación de Hopper, en el que se refleja la enigmática mirada de la excelente Wasikowska.

En resumen: no; a Hausner no le da tiempo, lo sabe y deja la cosa en una pretensión loable, pero suave, de un drama psicológico que resuelve de forma fantasiosa (que no fantástica), a orillas del relato infantil. No obstante, interesante para darle vueltas en plan lavadora. De lo contrario, podría resultar un tostón.
Polikarpov
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7
9 de febrero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra advertencia. Otro aviso, no sólo para navegantes habituales. También para surfistas de esto, que asumen más riesgo. Aunque resulte increíble, fantasía cero. Cruel barroquismo; irritante retorcimiento de las pautas. El personal se siente seguro porque (voluntariamente o no), ignora que camina sobre el alambre. Los mecanismos son complejos porque en el algoritmo que somete el comportamiento ante la (fatigosa) necesidad de convivencia cotidiana, residen factores (¿virus?) que la socavan. La indefensión surge frente al acto pretendidamente correcto tras la inmediata aplicación del derecho a la ceguera; a la negación de lo evidente, probablemente como respuesta al miedo que produce la supuesta «agresión» del otro, lo que, claro, conduce a la desorientación que emana de lo absurdo, que coloca al borde del abismo.

Así las cosas, comprobamos que, en cualquier momento (por cualquier desliz), la cosa puede volver grupas y enseñarte los dientes, mientras gruñe gilipolleces, lo cual es, obviamente, muy peligroso, sencillamente porque una tontería erróneamente gestionada puede terminar jodiéndote la vida.

Sin salir de cuatro paredes, Catak coloca a Benesh en el centro de un thriller de cámara persecutoria, lo que facilita la lectura del agobio circunstancial en que se ve sumida Carla, tan inocente y correcta ella, con su ingenuidad no exenta, sin embargo, de bravura, imprimiendo un continuo y medido ritmo que se aplica de manera suave pero efectiva al progresivo enrarecimiento de una atmósfera que amenaza con asfixiarla.

En resumen: esencial para aprender (o repasar) dónde demonios estamos metidos.
Polikarpov
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3
5 de febrero de 2024
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero una zorra como la que se le aparece a Miller. A veces me pregunto si de verdad existen tales criaturas. Wow! Exclama el profesorcete, al descubrir Finnegan’s wake y a Miller (Henry), mientras curiosea (pasea su voyeurismo reprimido) entre las cosas de la nena, en vez de hacerlo bajo su minifalda perfectamente calculada…

La obscenidad con que Bartlett presenta la inverosimilitud (o simplemente lo increíble) en su discurso sobre estas (ciertas) criaturas mutantes es, por lo de interesantes que puedan resultar los extremófilos, tan encomiable como fallida. «Somos fantasmas» hace decir a Cairo. Y tiene razón; solo se ven (y se retroalimentan) entre ellos.

Una vez más, pues, teatro. Esta vez sobre esa especie de personajes repelentes, garrulos en su erudición ególatra, esclavos de su psicoanalítica verborrea, crueles en su desprecio olímpico hacia todo lo que no sea vivisección (incluidos ellos mismos), decadentes por la mera erótica de una condición artificiosa, que los coloca en un extraño nivel de perversión.

De vez en cuando, en cine, teatro, o literatura, culebrean personajes que se mueren por follarse sin llegar nunca a ello, atascados en su cínico narcisismo exhibicionista, que los mantiene aislados en su «zona de confort» y que es el origen de su propia tragedia.

En resumen: aunque sostiene cierta intriga (malsana), es sólo para gafapastas debidamente autorizados.
Polikarpov
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5
26 de enero de 2024
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo evitar pensar el mar como algo vivo. Lo mismo me pasa con el desierto. Y también con la montaña. Organismos complejos, hermosos y hostiles, en transformación continua.

Especialistas en un silencio, a veces tan categórico, que es imposible no entenderlo como presagio de la tormenta.

Ahora colóqueme usted, hágame el favor, a un grupo de desgraciados (entiéndase: «tocados por la desgracia») en escenario montañoso.

Comparativamente hablando, insignificantes frente al soberbio trabajo (¿delirio?) de los dioses, ¿no le parece?
Sin embargo, ante su soberbio currículum adaptativo, no pueden ser subestimados. Dentro de sus frágiles cráneos, también bullen fuerzas de la naturaleza. El instinto, por ejemplo. El de supervivencia, sí. No parece necesitarse mucho cerebro para eso ¿verdad? Lo tiene todo bicho viviente.

Pero resulta que éstos tipos son difíciles. Retorcidos. Se pierden en congojas éticas que les obligan a preguntar por sentidos, motivos y justificaciones hasta para seguir viviendo.

¿Y qué culpa tienen estos chavales -tope energía- si no son más que unos pardillos, operando con lo que les ha sido inculcado previamente?

La certeza de «como no nos lo montemos, la palmamos aquí mismo» activa al héroe, al servicio de la necesidad.
Pura naturaleza. Como la de la montaña.

Y la cosa no da para más.

Así, Bayona hace una película honesta. Entretiene, porque la premisa es la que es, y sabe darle marcha, pero no consigue darle otra vuelta de tuerca (¿lo pretendió?), porque los personajes se le resbalan valle abajo, y sólo queda la montaña y su desoladora indiferencia, que es la verdadera protagonista de esto, así que los resultados vienen a ser idénticos, porque la fórmula no puede variar.

En resumen: si excluimos la espectacularidad de los medios técnicos actuales, en tratando este asunto, nos quedamos donde estábamos, así que ¿por qué este remake? En fin; interesante para quien quiera repasar la tragedia del 571.
Polikarpov
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