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Críticas de Don Simón
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Críticas 68
Críticas ordenadas por utilidad
10
15 de junio de 2020
57 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente melodrama. No veía tanta calidad en HBO desde Show me a hero. Aunque la miniserie vaya sobre secretos, paradójicamente, tiene pocos. Es la vida de un obrero neoyorquino con un hermano discapacitado. Asistimos a los golpes que le propina la vida. He leído por ahí que son exagerados, "dramón", etc... Poco han vivido los que piensan que es infrecuente tanta adversidad. La fotografía es una verdadera maravilla, es Jody Lee Lipes, el de Martha Marcy May Marlene. Otra vez tirando de Kodak. Está tan bien hecha la ambientación de 1990 que parece que es de 1990, qué más se puede decir. Es cine de altura.
Don Simón
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7
9 de febrero de 2011
45 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Autobus 174' y 'Tropa de Elite' fueron una dupla contudente. El documental abordó la violencia impenitente de la policía militar brasileña. La segunda, y ahí estuvo la sorpresa, se puso en el lugar de esas tropas y destiló un mensaje nada simpático: consumir drogas te convierte en cómplice del baño de sangre. Detrás de cada raya que uno pone en su mesa hay muertes y privaciones de libertad y, sobre todo, muchos ingresos que perpetúan el poder de las mafias a las que combaten los sufridos hombres del Coronel Nascimento, a los que encima llamas fascistas.

La segunda entrega apunta ahora a la clase política y la corrupción del sistema. Sin embargo, ya no está reflejada la detallista investigación de 'Autobús 174' ni tampoco un punto de vista novedoso sobre el tema que aborda, la relación entre mafias y políticos, como ocurría en la primera con las fuerzas de seguridad. Sí encontramos, en cambio, una cinta de brillante factura técnica, con impactantes combates en las fabelas vistos desde el aire y la narración en off que dinamiza la película. Más una explotación del éxito de la anterior que una certera vuelta de tuerca. No deja de ser interesante la idea de que los resortes del poder suban y bajen el volumen de la violencia a su antojo (hablamos de un país donde no hace mucho saltaba la noticia de un periodista que mandaba matar a sus víctimas para obtener las primicias), pero la sensación final es que prima la acción y el deseo de gustar sobre un mensaje bien hilvanado. Al menos un mensaje a la altura del señor José Padilha.

Aunque si nos quedamos con que en Brasil ha sido el taquillazo más importante de la historia y que todos los espectadores han salido mudos, bien por ella. No obstante, las explicaciones hipotéticas simplificadas a fenómenos complejos y lacerantes suelen ser muy bien recibidas entre quienes los sufren. Aquí en España, que votamos a políticos corruptos aun a sabiendas de que lo son cuando no se venden como bomberos de los fuegos que ellos mismos prenden, las teorías de la crispación, -que cada uno piense en su ejemplo favorito de los últimos años-, el mensaje nos pilla muertos de risa desde hace tiempo. Y no porque nuestro cine haya metido el dedo en la llaga, precisamente.

Con todo, si de verdad se consuma la trilogía, el conjunto sigue pudiendo ser sublime.
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Don Simón
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6
19 de enero de 2011
33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Breve historia de dos soldados enemigos que se encuentran en una trinchera abandonada. Un bosnio musulmán y un serbobosnio. Una discusión sobre quién empezó la guerra en la que están metidos marca su relación. La cuestión, tal y como la plantean, es quién quemó tal o cuál aldea primero. Se presenta la guerra de Yugoslavia como un conflicto banal entre hooligans. Pero siguiendo su premisa, quién tiró la primera piedra, si echamos mano de la Historia nos encontramos con que no es así. Los desencadenantes del conflicto yugoslavo no eran folclóricos ni exclusivos del país. No eran un pueblo sediento de sangre.

Yugoslavia era un país que se alejó de la doctrina socialista de Moscú. Encabezó a los países no alineados. 'Gracias' a este movimiento estratégico pudo endeudarse aún más que el resto de naciones comunistas. Su socialismo autogestionario era un sistema productivo ineficiente que, como en el resto de países socialistas, no pudo afrontar la deuda exterior. También era un país descentralizado, lo que promovió que los tecnócratas apoderados de la industria prácticamente monopolísitica eslovena, o los beneficiarios del turismo croata, no quisieran compartir sus beneficios con la Federación. Cuando llegó un momento en que la deuda ahogaba al país, la mentalidad del sálvese quien pueda estaba plenamente instaurada en las repúblicas que podían costeárselo, Eslovenia y Croacia. Además, Milosevic llegó al poder en Serbia y con métodos tabernarios situó a su república en condiciones de igualdad con las demás dentro de la Federación yugoslava. Antes, existía el lema de "una Serbia débil para una Yugoslavia fuerte". 'Slobo' eliminó la independencia de las provincias de Kosovo y Voivodina, que tenían derecho a veto. Este movimiento certificó el final de Yugoslavia. Croacia, Eslovenia y Bosnia, con el pretexto de huir de una Yugoslavia dominada por Serbia, iniciaron sus respectivos referendums de autodeterminación para independizarse ¿Y cuál es el problema cuando se redefinen fronteras? Los enclaves. Fuera de Serbia vivían millones de serbios. Tanto en Croacia como en Bosnia erigieron su propia república. Occidente adimitió que Yugoslavia podía desmembrarse, pero que sus fronteras internas eran inamovibles. Reconoció a las repúblicas secesionistas, pero no a las serbias de nuevo cuño. Los serbios tomaron las armas.

Grosso modo, éste es el origen de la guerra. Dicho lo cual, las posibilidades argumentales del guión de 'Tierra de nadie', con dos soldados enfrentados dirimiendo sus diferencias cara a cara, podrían haber sido toda una exhibición. Se trata de dos pulgas preguntándose por de quién es el perro. Pero se queda en nada. Un inocuo 'quién quemó la aldea' merced a un falso ideal de pacifismo. Quienes no tenemos un discurso muy asumido sobre qué es o debe ser una nación y cuándo ha de nacer, crecer o dividirse, teníamos aquí una oportunidad dorada para filosofar con humor caústico sobre este absurdo que puede costar muchas vidas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Don Simón
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La Mesías (Miniserie de TV)
Miniserie
España2023
7,6
10.906
Los Javis (Creador), Javier Ambrossi (Creador) ...
6
17 de noviembre de 2023
32 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza muy fuerte, con ecos de Buñuel y Almodóvar, y luego tira por un discípulo de Buñuel, Arturo Ripstein y su Castillo de la pureza -título que se menciona en un diálogo-. La realización y puesta en escena es excelente y abre tal cantidad de tramas en los dos primeros capítulos que, efectivamente, parece que nos encontramos ante una obra mayúscula. Nada de eso. En los capítulos 3 y 4 los argumentos se van a ninguna parte y, cuando se intenta retomar el pulso, no queda nada. El desenlace, al final, es aleatorio. En suma, tenemos un guión superficial que engaña con la pirotecnia del principio, pero que no es capaz de tratar nada con profundidad o, en su defecto, si nos vamos a mover por lo inauténtico, como haría un Almodóvar, con la originalidad de un guión contundente. Hace falta algo más que ideas grandilocuentes y nivel técnico para firmar una obra inolvidable y eso es querer realmente contar algo.
Don Simón
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10
7 de febrero de 2011
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El rasgo más característico de la tauromaquia es que es real. No se juega a burlar al animal. Se le da muerte inmisericordemente ante el aplauso del gladerío. También hablamos de un arte donde no cabe el aficionado precoz. El gusto por los toros es cosa de toda una vida. Son dos aspectos, su atrocidad y su complejidad, que alejan a todos los aficionados potenciales que pudieran dar relevo generacional, modificar, modernizar, engrandecrer y evolucionar la tauromaquia. Al mismo tiempo, los intereses empresariales en su más chusca expresión, según los aficionados, han convertido la fiesta de los toros en un auténtico paripé. Lean las crónicas de la Feria de Abril de 2010, o San Isidro. Desastroso. Lean a los aficionados lamentarse enchando de menos las corridas penosas de los años ochenta a manos de toreros obreretes de la lidia, un auténtico manjar comparado con lo que hoy en día se cuece. Por estos tres motivos, porque hiere la sensibilidad, porque entenderla es incompatible con la mentalidad de la satisfacción instantanea actual y porque está secuestrada por intereses económicos refractarios a la autenticidad del festejo, los toros van a desaparecer. Aunque el nacionalismo español los sustente como pueda.

Pero el toreo ha levantado auténticas pasiones. Hablamos de una danza, de una estética del movimiento, irrepetible en cada número, donde se enfrentan la vida y la muerte, el hombre pone el arte ante la bestia que quiere embestirlo. Un gusanillo, un intríngulis, que cuando se apodera del aficionado, da lugar a una explosión verbal, narrativa y poética. Discusiones interminables, artistas de lo taurino, un universo abierto de expresiones asociadas al toreo que, como digo, muere definitivamente.

Juncal personifica este amor a la tauromaquia. Esta pasión. Aunque es impresentable, vividor, muerto de hambre, mentiroso, mujeriego irredento, débil en todos los aspectos, hombre total y absolutamente banal, está aferrado a una verdad superior: los toros. Por ella vive y muere. En la serie, dentro de estos parámetros, se cuenta su redención.

La serie Juncal viene a decirnos que que el arte y la cultura, por si solos, pueden poner de pie, firme, hasta la existencia más patética. Dignifican. Diluido el conjunto en la particular idiosincrasia española y andaluza en particular, con ecos del Quijote y la novela piscaresca en cada escena, no hay lugar a dudas de que nos encontramos ante un trabajo genial. Sobre todo por que aconteciera en el formato de la televisión, donde la mediocridad, en el sentido de tener que hacer una media -gustar a muchos- tiende a abaratar las propuestas.

El éxito de la serie fue absoluto. Actor y personaje se fundieron. La gente abordaba a Paco Rabal por la calle para ofrecerle ayuda, como si fuese Juncal, o invitarle a algo. Se repitieron sus frases por doquier y, en definitiva, se logró un producto complejo y singular que devoraron todos los públicos. El pináculo de una tarea creativa.
Don Simón
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