Kick-Ass falla totalmente en sus intenciones, tratando de ser divertida y mordaz al parodiar el cine de super-heroes, al igual que aceptable para el llamado público friki, y acaba siendo muy del gusto del gran público, con un guión deleznable, chistes peores que los de 'los morancos' y una total falta de estilo y sentido, en gran parte gracias a actores y secuencias provenientes del mundo Appatow.

La acción y la violencia están bien llevadas, al igual que algunos golpes enérgicos de humor que ya están buenamente seleccionados en el trailer.

'The tourist' va un paso más allá de la simple apariencia de blockbuster navideño reflexionando directamente acerca de las imitaciones o reciclajes de ciertos modelos cinematográficos típicamente hollywoodienses y la visión del espectador ante esta revisitación continua.

Así, podríamos decir que los reprochables defectos inmediatos de este film encuentran gran coherencia dentro de esta visión. Una trama de intrigas, mujeres misteriosas, malos malísimos, detectives y otros lugares comunes que imitan descaradamente todo ese cine norteamericano de espías y agentes más acercado al thriller, intriga, incluso noir, pero que no llegaban a la media Hitchockiana, haciendo uso de denostados recursos como elipsis demasiado regaladas y multi-giros de guión chocantes.

'The tourist' imita sin tapujos y se fusiona a la formula clásica, muchas veces tirando de tópico y acercándose a la parodia, dando una apariencia estridente pero que, gracias al tono humorístico omnipresente, la baja autoexigencia del film o la presencia de neumáticas superestrellas que potencian la sensación de artificialidad “made in hollywoood”, es al tiempo muy coherente.

Los personajes principales son un fiel reflejo de todo esto, exhibiéndose continuamente como arquetípicos y paródicos. Angelina Jolie, con su inalcanzable clase de sex symbol elegante, aunque remontada en el quirófano, seduce por interés a Johnny Depp cual espectador sorprendido y deseante, arrastrándolo por una aventura y narrativa mil veces vista, haciéndole partícipe de esta forma de vivir el cine tan de barraca de feria. Él fuma, pero un cigarrillo electrónico para exadictos. Todo un símbolo cinematográfico llevado al clon tecnológico. Un detective los persigue, obsesionado por la figura de la enigmática mujer, a quien suele observar a través de pantallas de vigilancia, creándole un efecto de voyeur obsesivo, deseante y consciente de su impotencia, similar al del espectador medio. Y como no “el malo”, un Steven Berkoff con don especial para saber quién le dice la verdad y quien la imita, y que en palabras de la protagonista “se rodea de rusos”.

Persecuciones en pijama, amenazas bisturí en mano teniendo como rehén los inflados morros de la Jolie, y la patente inocencia divertida del cine anterior al postmodernismo, hacen que esta película, aun tratando de dotar de un ambiente de ensoñación mediante tópicos de telefilme, no requiera de excesivas escenas de acción o violencia regaladas. Su estilo recio y buena dirección de cierta herencia alemana, acaban por confirmar a 'The tourist' como un interesante divertimento acerca de las verdaderas identidades.

Pascal Chaumeil dirige esta comedia romántica protagonizada por un “rompeparejas” profesional que, como no podía ser de otra manera, acaba enamorándose de su víctima. Algún chiste que basa su gracia en la parodia del género puede levantar cierta sonrisa, pero ni Romain Duris ni Vanessa Paradis consiguen evitar que la película se hunda bajo una historia totalmente vacía y que transita todos y cada uno de los lugares comunes del género.

La inicial propuesta por este tipo de películas del director Borja Cobeaga, tratadas como una posible nueva forma de comedia romántica estatal, pierde muchos puntos en 'No controles', quedándose a medio camino de la acidez necesaria para superar la media del género, que si que alcanzaba su predecesora 'Pagafantas'.

A parte de las penosas interpretaciones, que junto al flojo desarrollo del guión generan confusas conductas en los personajes, los chistes y el ritmo frenético que caracterizaban la anterior película de este director caen en saco roto al optar por una narración más dispersa que avanza a golpe de exageración y absurdo, propia del mundo "chanante", encarnado aquí en Julián López.

Oliver Parker simplifica la historia de sir Dorian aplicándola a los cánones del cine de terror y los estudios ingleses de hace más de medio siglo. Intenta tapar los agujeros que ha generado el gusto general actual por un cine estéticamente más espectacular versus lo teatral mediante efectos digitales correctos, movimientos de cámara y tiros efectistas, pero la monotonía de un relato sustentado en un pobre guión de conversaciones que no superan el medio minuto y la incapacidad de crear imágenes que perduren en la mente del espectador, rebajan la correcta nota que se merecía el filme a la calificación de suspendido por los pelos.