He tenido suerte de ver esta película en una sala; además de que en mi ciudad se estrenó en un par de salas, se ha mantenido a duras penas una semana en cartel. En parte, cuando la acabé de ver, supuse que no tendría una audiencia masiva; no podía serlo, dado el tema y cómo lo aborda el director. Pero no pensé que fuera tan reducida: apenas 10 personas en la sala en una sesión del fin de semana del estreno, y retirada en unos días.
La película te impacta y te sobrecoge. Vives la angustia que experimentaron los pobres chicos y chicas encerradas en una isla con un loco. Asistes sobrecogido a la angustia y al miedo. En un plano secuencia único, te sumerges también en el horror. No presta atención al culpable, atiende a las víctimas, las sigue, nos hace conocerlas, sufrir con ellas.
Y la creo necesaria, para hacernos a la idea de la catástrofe que supone el sufrimiento de una persona, una sola muerte... Nos acostumbramos a noticias de asesinatos masivos, lejanos, un loco... Pero pueden haber muchos, azuzados por el nuevo clima de miedo y desconfianza ante el diferente, el que piensa otra cosa, cree otra cosa, viene de otro lugar... No debemos insensibilizarnos ante el terror

Acudí a ver esta película dispuesto a pasar un rato entretenido. Había oído alguna buena crítica, pero el tema en sí no esperaba que diera para grandes profundidades. Me equivoqué.
La película, a partir de personales entrañables, se ambienta en el Londres destruido por las bombas alemanas durante la II Guerra Mundial. Se entrevé como fondo de la historia principal el sufrimiento que para la población supusieron esas semanas, meses, de bombardeos nocturnos repetidos, con su impacto de muertos y heridos.
Se nos presenta la elaboración de una película, de cine propagandístico, filmado para influir de forma clara (esas modificaciones de guión para atender determinadas demandas que trastornan el trabajo de los y la guionistas). Pero que para mí, en un final que impacta pero finalmente se eleva de forma emotiva, supone un homenaje al cine. Un homenaje que me trajo a la memoria, aunque a distancia, claro, aquel otro de Cinema Paradiso, quizás la mejor película homenaje al cine desde el cine. Una sorpresa Gemma Arterton, a la que no había visto actuar, y que ofrece una interpretación para mí memorable, transmitiendo perfectamente la evolución emocional de su personaje.

Siempre me resulta interesante ver películas de cinematografías que no muy a menudo podemos visionar. Tengo que admitir que las películas que suelen llegar siempre me resultan interesantes, atractivas, estimulantes, o al menos curiosas. Por ello, las busco siempre con la idea de que va a ser una experiencia que me aportará algo.
De esta película me atrajo su argumento. Me parecía interesante conocer la realidad de la mujer en un país áfricano, árabe y musulmán en su mayoría, pero al mismo tiempo con un elevado, para lo que quizás es habitual, nivel de laicidad en su sociedad.
Y la película no me ha defraudado. Presenta una sociedad donde diferentes personajes femeninos, de diferentes procedencias sociales y situación socioeconómica, se enfrentan a situaciones de acoso y maltrato podríamos decir que cotidianas, no procedentes de criminales declarados, sino de hombres comunes.
Las múltiples aristas de esta situación se presentan de forma en absoluto maniquea, permitiéndonos contemplar una radiografía de la sociedad egipcia, concretamente en El Cairo. La película muestra de nuevo, como por desgracia es habitual, que, no solo la pobreza como suele afirmarse con razón, el sufrimiento cotidiano diario tiene en muchos países y situaciones rostro de mujer. Y es necesario conocer para entender, comprender, y para trabajar por cambiarlas. Muy recomendable

La última película de François Ozon plantea una reflexión interesante sobre la culpa, la violencia, la guerra. Cómo una persona necesita el perdón para continuar, no se puede olvidar sin afrontar de alguna manera lo que hemos hecho cuando ha producido dolor. He descubierto a Paula Beer, actriz que da a su papel tonos de tristeza y serenidad naturales, siendo el eje sobre el que pivota, con éxito la película. También me ha gustado la actuación de Pierre Niney, que da el punto trágico que precisa su personaje. El blanco y negro, más allá de que puede resultar una moda en años recientes en cierto tipo de cine, pienso que es muy adecuado al tono de la narración. Película muy recomendable para quienes gusten del cine que transmite e invita a la reflexión

El defecto principal de la película es que no hace creíble la situación: una granja rural, una viuda con problemas económicos al cargo de dos hijos, no se la imagina uno como en la película, granja de postal, niños muy maduros que han superado perder a su padre de forma admirable, protagonista que no transmite ninguna sensación de ansiedad o angustia a pesar de estar a punto de perder su casa, trabajo en el campo super llevadero (aquí, prácticamente no se despeinan...)...
El interés, limitado, de la película, radica en que es una película amable, que se deja ver, y que plantea valores algo diferentes a los planteamientos habituales en historias de amor. La relación con una persona diferente, un tío raro, diríamos, se nos presenta como la de alguien que no es menos, sino como alguien que simplemente es diferente, capaz de relacionarse en un entorno "normalizado".
En definitiva una película dulce como el pastel de pera, que quizá empalague en ocasiones, pero para la que siempre hay un momento, momento en que nos puede apetecer un poco de buenismo bienintencionado...