Primero: hay que reconocer que algunas peleas estaban grabadas de tal modo que por poco me da un ataque de epilepsia en el cine. Un mareo total. Afortunadamente, fueron pocas.

Segundo: Magistral. He leído la saga, y es la adaptación más fiel que he visto en mucho tiempo. Incluso meten detalles de la historia que no llegan a conocerse hasta el segundo libro, lo cual suma puntos a una adaptación ya de por si espectacular.
Peeta se ha quedado un poco flojo, para mi gusto, correcto. Katniss ha estado magnífica. Haymitch, como tenía que ser.
Los Juegos del Hambre tiene un trasfondo que queda clarísimo: es el gobierno el que debe temer al pueblo. La primera película ya nos va dejando con la miel en los labios: rebelión, desobediencia, cabreo general... y en la Arena, veinticuatro críos intentando salvar el pellejo. No hay un solo minuto de la película en que no estés inclinado hacia delante y estrujando el bote de las palomitas. Atrapa, y cuando termina, te deja esperando más.

Quien dice que no es más que una mezcla de Battle Royale con Crepúsculo, demuestra una ignorancia y una petulancia dignas de destacar. Quien dice que al final no es crítica, sino resignación, no ha debido de informarse correctamente de que son tres libros, tres películas. Pero para qué informarse, claro, pudiendo escribir desde la protección del anonimato.

Aunque Eccleston, mi doctor favorito (por mucho que me guste Tennant y lo mucho que, con el tiempo y su evidente mejoría interpretativa, me ha llegado a gustar Matt Smith) sólo haya pasado fugazmente y de stock por la pantalla (yo tenía la ínfima esperanza de que rodara, pero bueno, qué le vamos a hacer); debo decir que esta pequeña decepción no ha ensombrecido ni un sólo ápice de la Obra de Arte con mayúsculas que acabo de ver. Ha sido un capítulo increíble, incluso diría que ha roto con las espectativas.
Ha cogido las espectativas, se ha reído de ellas y las ha hecho pedacitos entre risas mefistofélicas.
No deja de ser eso, un capítulo de Doctor Who, así no podían faltar los alienígenas de cartón-piedra para aderezar lo que era el centro de la trama: la Guerra del Tiempo y la decisión del Doctor.
Como tampoco soy una erudita en temas de diseño y efectos especiales, sólo diré que a mi me han convencido con creces. Por un momento he creído que estaba viendo Star Trek (bueno, sin el superávit de luces focales y destellos y brillitos y etcétera).

Las interpretaciones han sido magníficas, todas y cada una de ellas, incluso Clara, a quien tengo cruzada (por alguna razón) me ha convencido. Les ha salido redondo.
¡¡Cómo ha mejorado Matt Smith!! Mientras en la primera de sus temporadas no me convencía nada, porque intentaba emular a Tennant (cuando Tennant es único y Ten también); logró hacer del suyo un Doctor nuevo, con nuevos manerismos y coletillas, pero perfectamente reconocible. Y este Doctor ha sido sublime. Matt se va por la puerta grande y un buen trabajo a la espalda.

Y cómo echaba de menos a Ten, sus pintas, su pelo y su acento escocés que tira de espaldas. Ojalá hubiera convivido con Amy, habría sido una temporada interesante.
Lástima que Billie no fuera la Rose que todos esperábamos, aunque yo estoy satisfecha con el final que se le dio a su trama.

Y qué decir de John Hurt. No hay nada que este señor no convierta en oro puro. Lo mejor del capítulo, el Doctor de la Guerra, escandalizado ante los timey wimeys y los allons-ys y las wavy hands. No me extraña que se regenerase en alguien como Nine xD

Ante todo, he de destacar que no he jugado al videojuego. Por tanto, expongo mi crítica desde un punto de vista objetivo, fuera de consideraciones sobre si se ha cargado o no el argumento del mismo.
En mi opinión, la película está casi a la altura de la primera entrega de Piratas del Caribe: una historia de aventuras, entretenida, divertida y, en algunos puntos, un poco predecible.
La historia es bastante típica, un príncipe venido de la calle del que sus hermanos desconfían, acusado injustamente de matar al rey, que sale huyendo con la chica guapa de turno. A esto se le suma que posee una daga que todo el mundo parece querer. Sin embargo, es fácil de ver, llevable, no se hace pesada en ningún momento y promete un buen rato a todo el que vaya a verla. Entra en el grupo de películas que se pueden ver más de una vez.

En cuanto a los actores, tengo que destacar, para empezar, a Jake Gyllenhaal. Tras haberle visto en otras películas en las que invariablemente hace de chaval tímido, incomprendido y en ocasiones rarísimo (El niño burbuja, Donnie Darko, Zodiac...en Brokeback Mountain su papel es más adulto), me ha sorprendido gratamente en esta, haciendo un papel que para nada esperaba de él. Me parece que ha estado impresionante, llevando él solo el peso de toda la película, y sobre todo, haciendo el trabajo que ha hecho para poder dar esos brincos, que el tío los hace sin cables.
Por otro lado, Alfred Molina, impagable. Este hombre, que tan pronto se pone a destruir ciudades como a azuzar avestruces es una mina de oro. Divertidísimo.
Del resto del elenco no puedo decir mucho porque no los tengo muy vistos, pero me ha encantado la actuación de la princesa.
En conclusión, yo la recomiendo, aunque quizá más para ir en familia o con un grupo grande, no es la típica peli de pareja, y no dará una gran conversación tras verla.

He de reconocer que la alquilé con gran ilusión, y quizá fueran mis altas espectativas las que hicieron que la película me decepcionara tantísimo. A la media hora del comienzo ya estaba deseando que termiara.
El filme se reduce a una serie de personas a cada cual más triste y deprimida: un hombre agonizando toda la película que en un momento de fuerza suelta un discurso con ínfulas de epicidad que se queda en nada, su mujer gritando e insultando en todas y cada una de las escenas en que sale, Tom Cruise poniendo cara de hacer fuerza en la mitad de sus apariciones, y gritando chorradas la otra mitad, un niño prodigio que no se sabe muy bien qué pinta en todo eso, y un ex niño prodigio avejentado del que ya se sabe qué va a hacer, porque William H. Macy siempre hace el mismo papel...
Una sucesión de gente deprimida y depresiva aderezada con un poco de sentimentalismo barato, pasando por la pantalla esperando crear un sentimiento de lástima.
No soy ninguna entendida del cine, y habrá (que lo hay) quien diga que "no he captado el significado". Yo creo que no hay significado que captar. Es soporífera y aburrida, nada especial.

Yo leí los libros y no tengo ninguna queja.

Si como película cumple su objetivo, como adaptación es irrevocable. Tanto yo, que sabía lo que iba a ocurrir, como mis amigos, que no han leído una letra, estábamos con el culo pegado al asiento, la espalda hacia delante y el vaso estrujado en el puño.

Esto significa que, como película, ha logrado provocar en quien no ha leído el libro las mismas sensaciones de inquietud, cabreo, ansia, alegría y tristeza, que suscita el libro en sus lectores. Y esto, en mi opinión, es un éxito incontestable.

En cuanto a las actuaciones de los chicos del Claro, tan buenas como podría esperarse de una buena película: cuesta creer que Dylan O'Brian sea el mismo tío que interpreta a la pelota de nervios que es Stiles, porque no queda ni la más mínima huella de él en Thomas. Kaya Scodelario, Ki Hong Lee y Thomas Brodie-Sangster (que no crece, pero qué bien actúa) muy correctos. Y eso sí: ver salirse de la pantalla a Will Pouter, con el poco peso que suelen darle por lo general, ha sido una grata sorpresa.