No voy a entrar en aspectos técnicos de cineasta — al margen del comentario sobre los grandes actores que encarnan los personajes, la buena fotografía, etc.— porque hablo como un espectador de la masa, profano.
Me explico: la serie cala hondo, porque los personajes son redondos, porque trata de temas muy en la raíz del ser humano y, por tanto, y universales; por la sencillez y cotidianidad del argumento. Y por la música... sublime.
Todos esos elementos la hacen políticamente correcta. Sin embargo, es bien sabida la antipatía que despiertan globamente (y me refiero de la globalización ideológica) los judíos jaredíes porque su mundo no es de este mundo y porque van contra la corriente. Esto constituiría la parte políticamente incorrecta. Pero, he aquí la contradicción. Justamente aquí es donde pienso que radica la magia de esta serie, en lograr la cuadratura del círculo y permitir que una manera de vivir tan minoritaria sea comprendida o, al menos, no rechazada a priori, por los cientos de millones que han seguido la serie.
El éxito, sin duda, es su forma de narrar, capaz de trascender la ideología, las creencias más estrictas y capaz de llegar a lo común del alma humana.
Recomiendo fervientemente la visión un par de capítulos... Luego hablamos.

La fotografía: un 10, la estética de las imágenes: un 10. La historia: tediosa ...para seguir una serie, no debe de ser necesario apuntar los nombres y los "bandos" ni realizar ningún esfuerzo adicional.
Tómese como un cuento fantástico, sin más vuelos (tipo Disney) y será una buena obra. Si se conceptúa como un relato creíble y cinematográfico, es bastante mediocre: lo que se cuenta de Joseon no tiene nada que ver con la verdadera historia de Corea y es complicado de seguir.
Tampoco es creíble el papel de la protagonista-guerrera y mujer liberada, sin prejuicios de clase, en el fondo, que goza de libertad absoluta en sus movimientos (salvo un pequeño apunte al principio), sin supervisión masculina, desarrollándose, como se desarrolla la trama en una sociedad de cosmovisión medieval, a pesar de situarse en el XIX.
El melodrama, el "llorar a granel", tampoco es tal: abusa de las imágenes tópicas y de la música de fondo facilona, que no lleva al espectador ni a intuir ligeramente los sentimientos amorosos.
Los personajes, en general aparecen muy sobreactuados...
En definitiva, la serie es demasiado larga y menos "enganchante" de lo que se presupone en una serie. Y, si nos metemos en el mundo de los k-dramas, éste no tiene nada que ver con Strangers, Recuerdos de la Alhambra, ... o, ya metidos en harinas netamente melodramáticas, It's Ok not to be OK, Crash landing on you, buenísimas y emocionantes...¡ a pesar de no ser realistas!

¡Menuda solución castrante!
Se trata del típico trío amoroso, en el que sobra la mujer oficial. Para contarlo, Naruse no es directo, sólo sugiere, insinúa... presenta miradas, languideces de los enamorados, pero de una forma en que, a todo el que la vea, le quedará muy patente que entre los dos personajes hay un enamoramiento larvado desde el pasado.
Por otra parte, el maniqueísmo está servido: chica buena renuncia en el pasado a amor por motivos morales que están por encima de ella y de su bienestar, chica buena aún lo ama, pero él ya está casado.
Es demasiado obvio que ella vale mucho, mientras la esposa oficial no merece nada. Pero, lo realmente frustrante es es final, ya que, ante una situación en que los celos están perfectamente justificados para el público, Naruse nos hace creer que nada es lo que parece; de modo que, el marido convence a su mujer de que no hay sentimientos hacia la otra: La mujer, a su vez, llora y entona el "mea culpa" de su actitud tóxica ante el marido.
Película con final feliz, pero todos fastidiados... Ahora, ...eso sí...¡ qué moral tan intachable por doquier!

Solamente diré dos palabras para caracterizarla: intemporal y universal.
Mientras exista el hombre, existirá el problema del ansia de libertad y frescura, por un lado y las ataduras de los compromisos --las instituciones--, lo rutinario, por otra. Inevitablemente, surgen las dudas antes lo efímero d ela pasión en el matrimonio y la posibilidad de que sea un contrato "contra natura".
Magistral.

Esta película, con ser amable -- en la línea de Ozu, Mizoguchi y todo esos buenísimos cineastas japoneses de los 40 y 50-- plástica, delicada, entretenida y bastante bien representada por sus actores, no puedo sino rebelarme ante la visión monolítica, arcaica, patriarcal y machista que el director tiene del papel de la mujer en la relación de pareja. A saber: aguantar las continuas humillaciones, cuando no afrentas morales, del marido; estar siempre pendiente de su servicio casi como una esclava; automutilarse, rechazando las inclinaciones hacia otro hombre, propiciadas por la indiferencia marital y ser sumisa ante la genial idea del macho dominante de que ella debe abortar.
Finalmente, el director pretende manipular al espectador permitiendo que el esposo sea condescendiente y le permita a su mujer no abortar y tener el niño. Con este "magnánimo" alarde de generosidad, probablemente pretenda que digamos: "En el fondo, es una gran marido"...¡¡¡Pues, no!