Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Críticas de Quim Casals
<< 1 3 4 5 10 33 >>
Críticas 164
Críticas ordenadas por utilidad
9
17 de mayo de 2006
79 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Angelopoulos es uno de esos directores que, por alguna extraña razón, tienden a provocar reacciones extremas: por un lado los que le consideran un indiscutible maestro del cine europeo y, por otro, quienes piensan que es un aburrido pedante al servicio de la pseudointelectualidad.
Aunque personalmente creo que Paisaje en la niebla es una obra maestra, no extiendo esta consideración al conjunto de su producción. La mirada de Ulises, por ejemplo, me parece una estupenda película con secuencias realmente magistrales; sin embargo justo es reconocer que su excesivo metraje alberga también momentos de morosidad autocomplaciente y algo pretenciosa. Lo mismo podría decirse de La eternidad y un día, aunque para mi gusto es mucho más lograda que la anterior.
Así, pues, no me sitúo ni en el grupo de los defensores acérrimos ni en el de los detractores que hacen una “enmienda a la totalidad”. Para mí, Angelopoulos es un gran director al que de vez en cuando se le va la mano, por lo que teniendo capacidad para hacer obras redondas, le acaban saliendo ovaladas. Ello no quita, reitero, que sigan siendo magníficas, superiores en todo caso a la media.
La excepción es Paisaje en la niebla, la única suya donde percibo que nada sobra, que todo está en su sitio, que la cámara se mueve como el poeta escribe y que la lectura simbólica no es un guiño para iniciados sino una profunda, bella, introspectiva reflexión sobre la condición humana.
Por último, si de Charada suele decirse que es uno de los mejores Hitchcock, yo añadiría que el último plano de Paisaje en la niebla es la más alta escena de Tarkovski.
Quim Casals
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
21 de mayo de 2008
70 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que podría afirmarse que "Primavera en otoño" es a "Los puentes de Madison" lo que "Los 39 escalones" a "Con la muerte en los talones"; en otras palabras, un gran esbozo donde ya se percibe un talento y una clara intención de autoría que, con la mochila de la experiencia y más medios, explotará en todos los sentidos.

Desgraciadamente, fue un gran fracaso comercial cuando se estrenó y desde entonces casi no se ha exhibido, pero si uno tiene la suerte de verla descubre que lo que en su momento se saludó como una novedad en la carrera de Eastwood como director, "Los puentes de Madison", en realidad ya tenía un clarísimo antecedente. También aquí se nos ofrece una muy romántica historia, marcada en este caso por dos diferencias complementarias, la generacional y la ideológica: ella es una jovencita hippy, y él un maduro hombre de negocios.

Que la protagonista sea una hippy ata inevitablemente la película a su tiempo, lo que hace que en ciertos aspectos nos pueda parecer algo anticuada —como ocurre también con "Hair", por ejemplo—. Sin embargo, Eastwood no ha sido nunca ni simplista ni maniqueo, y se percibe su intento para presentarnos personas, no estereotipos con patas. Lógicamente, se percibe también que se encuentra todavía en su período de aprendizaje como director y aún no acaba de transmitir esa sensación que la cámara siempre está no ya en el mejor, sino en el único lugar posible —algo sólo al alcance de los más grandes y que años después conseguirá aparentemente sin esfuerzo: debo decir que considero a Eastwood como uno de los 10 mejores directores americanos de la historia.

Lo que ya era por aquel entonces era un gran director de actores, y es de justicia resaltar el trabajo de William Holden —ninguna sorpresa— y de la desconocida Kay Lenz, en una interpretación llena de descarada frescura. Como anécdota divertida, recordar que en un momento dado los personajes van al cine a ver —y se nos muestra claramente el cartel de la película— "Infierno de cobardes", de Clint Eastwood.
Quim Casals
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
20 de noviembre de 2006
75 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como "Johnny Guitar", "Cenizas y diamantes" es una película cargada de tensión del primer al último fotograma y también comparte con ella una concisa unidad temporal, en este caso el lapso que va de una mañana al amanecer del día siguiente. En tan pocas horas se nos cuenta, como también era el punto de partida de ese Hitchcock primerizo llamado "El agente secreto", la terrible historia de un hombre cuya misión es matar a otro, ahora en el marco muy determinado de un país, Polonia, que se revela tremendamente dividido tras liberarse de la ocupación nazi.

Durante los primeros minutos del film uno tiende a pensar que, con el fin de entender mejor qué ocurre y por qué ocurre, debiera conocer previamente con algo de profundidad la peculiar coyuntura política en la Polonia de la época, que la propia película da por supuesta. Sin embargo, más tarde uno también comprende que, en última instancia y como sucede también con el neorrealismo italiano, el gran valor de la obra es que trasciende la crónica histórica —de gran importancia por si misma— para desembocar en los "eternos" dilemas morales del hombre. El ejemplo, una vez más, que cuanto más local, más universal.

El estilo visual de Wajda se convierte en el mejor cómplice para su atormentado retrato. Un estilo barroco, con reminiscencias expresionistas, lleno de atmósferas asfixiantes a partir de un uso muy marcado de la profundidad de campo y con tendencia a buscar imágenes simbólicas, como caballos blancos o cruces boca abajo. A este ahogo existencial contribuye la interpretación de Zbigniew Cybulski, el llamado "James Dean del Este", cuyos gestos espasmódicos pueden recordar también al Paul Muni de "Scarface" y le convierten en prototipo del (anti)héroe trágico.

Pero "Cenizas y diamantes" y su director son solo la punta de lanza de una auténtica edad de oro del cine polaco de entre finales de los 50 y mediados de los 60 —la llamada "escuela polaca de cine"— inmerecidamente menos conocida y valorada que otros movimientos coetáneos como la "Nouvelle Vague" francesa o incluso el "Free Cinema" británico. Así, cabe destacar a Wojciech Has, quien entre otras tiene una película con muchos puntos en común con "Cenizas y diamantes", la no menos extraordinaria "Szyfry" ("Los códigos"), y Andrzej Munk, autor de la inacabada aunque deslumbrante "La pasajera".
Quim Casals
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
31 de mayo de 2006
78 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me recuerda esta película a otras como "Único testigo" y "Chicago años 30". Siendo tan distintas todas comparten una original —y, a mi juicio, lograda— yuxtaposición genérica. "Único testigo" es a la vez un "thriller", un drama romántico y una mirada antropológica a la vida de los "amish" y al choque de culturas, mientras que la película de Ray combina el cine negro con el melodrama e incluso el musical.
"Narciso negro" va más allá y, según el minuto en que la contemplemos, podrá parecernos un drama realista, una exótica aventura con personajes que parecen sacados de "El ladrón de Bagdad", una historia de dinámica grupal del estilo de "Siete mujeres" o "La calle de la vergüenza", un estudio de profundización psicológica sobre la represión sexual y hasta una película de terror.
Tantos ingredientes podrían dar lugar a un caldo indigesto, pero para mi gusto los arqueros Powell y Pressburger consiguen que la mezcla resulte extrañamente atractiva. Y, rizando el rizo, en un ejercicio de modernidad totalmente inusual para la época, anticipatoria del Rosellini de "Te querré siempre", prescinden de la narratividad clásica basada en un conflicto central que hace avanzar la acción.
No se puede dejar de lado el inmenso trabajo en la fotografía de Jack Cardiff y de dirección artística de Hein Heckroth. Esa vertiginosa campana al borde de un precipicio insondable es ya una de las imágenes míticas de la historia del cine.
En fin, "Narciso negro" supone para mí el máximo logro de Powell Y Pressburger, al lado de "Las zapatillas rojas", sin olvidar la desbordante imaginación visual de "Los cuentos de Hoffmann" y una pequeña maravilla llamada "The Small Back Room", donde está la mejor desactivación de una bomba que yo haya visto en el cine, lejos, muy lejos, de los clichés habituales en este tipo de escenas.
Quim Casals
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
13 de enero de 2010
73 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí se trata de un excelente western y mi preferido del propio Walsh, lo que significa que también lo considero una de sus cimas creativas, junto a obras como "Al rojo vivo" o "El último refugio". Si de Hawks me seduce especialmente el sentido del humor (no sólo en sus comedias, sino presente por doquier, por ejemplo en "El Dorado"), de Walsh, en cambio, me atrae de una forma magnética el aliento trágico que emana buena parte de su obra (y que, no obstante, no desemboca en un nihilismo o pesimismo existencial, sino, paradójicamente, en la exaltación de la vida, la pasión, el amor…). Convencionalmente, el adjetivo "shakesperiano" sale a relucir en los artículos sobre este director, y "Perseguido" es una muestra de cuan acertado resulta.

Se dio en esta producción una convergencia de aspectos positivos: por un lado, el estupendo guión de Niven Busch (responsable también de "Duelo al sol", lo que puede dar una idea de por dónde van los tiros), que bebe de la moda psicoanalítica de la época ("Recuerda", "Secreto tras la puerta"…) para configurar un angustioso thriller sobre un hombre perseguido por fantasmas del pasado, y cuyas claves, muy bien dosificadas a lo largo del metraje, no se desvelan hasta el final. "Perseguido", en efecto, es un western, pero bien podría no serlo (en la misma línea de lo que ya demostró Walsh con el díptico "El último refugio" y "Juntos hasta la muerte").

El segundo aspecto refuerza esta idea, a partir de la extraordinaria fotografía a cargo de James Wong Howe, quien crea un fantasmagórico universo expresionista, con muchas escenas nocturnas o de interiores, que dibuja en los rostros de los personajes inquietantes juegos de luces y sombras, en la mejor tradición del cine negro; o, también, la utilización de las sobreimpresiones (el leitmotiv visual de unas espuelas, sueño recurrente del protagonista). Film claustrofóbico hasta la médula, los escasos exteriores diurnos refuerzan esta sensación con la estrategia de visualizar a los personajes como puntos diminutos en un paisaje rocoso y lunar que parece amordazarles (como anécdota, anotemos el plano donde el protagonista cabalga lentamente en primer término, mientras al fondo, sobre un cerro, un jinete le sigue en paralelo; escena que se convierte, pues, en una minimalista anticipación de uno de los mejores momentos de "Centauros del desierto").

En tercer lugar, constatar el sobrio y eficaz trabajo de todo el reparto, encabezado por Robert Mitchum (además, su rostro anguloso siempre fue propicio para este tipo de fotografía) y las hitchcockianas Teresa Wright y Judith Anderson (la inolvidable ama de llaves de "Rebeca").

Y, como colofón y unificador de todo ello, un Raoul Walsh en plena forma, lo que redunda en la narración clara, vigorosa, rítmicamente impecable y, en última instancia, profundamente poética, tan característica de quien fue uno de los grandes artífices del cine clásico americano.
Quim Casals
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 3 4 5 10 33 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow