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Críticas de Peter Gabriel 77
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Críticas 235
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de octubre de 2009
37 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es entre curioso y bizarro que esta absoluta maravilla no tenga todo el crédito que merece, que tampoco es poco, pero a mi juicio no el suficiente, y lo es más que, sin ir más lejos, en nuestra licorería amiga haya tanto borracho que la infravalore despiadadamente, y es más, adjudiquen al resto de borrachos que flotamos con ella el apelativo de morbosos, como si toda la magia y la grandeza que vislumbramos se debiera únicamente al polémico rodaje y a las funestas circunstancias que la rodearon. De todos es sabido que Gable falleció una semana después de acabarla de un fulminante ataque al corazón. Muchas voces se alzaron en contra de Monroe, que siempre llegaba tarde al rodaje y obligaba a Gable a esperar horas y horas debajo del sol del desierto, fumando cigarrillo tras cigarrillo, e incluso realizando tomas que hubiera debido de hacer un doble, máxime teniendo en cuenta el estado de salud de Gable, pero que acabó por hacer éste último, dicen, de puro aburrimiento. Yo me inclino por pensar que Gable los tuvo bien puestos hasta el final. Pero tampoco faltaron las voces que trataron al propio Huston de asesino, por permitirle rodar esas escenas. Desde luego hubo mucha tela que cortar en ese rodaje, con Arthur Miller, el firmante del espléndido guión, y una Marilyn en las últimas viviendo su propio infierno particular, y Montgomery Clift con el suyo propio, dando sus primeros pasos después del accidente, bañado en barbitúricos y alcohol. Y lo más bizarro de todo es que el propio Huston la considera la película de la que menos orgulloso está, como si no tuviera el tipo verdaderos planchazos en su filmografía. Este sí que es un dato desconcertante, por que ya digo, pocas películas albergan tanta magia, tanta desesperación. La tensión y la inquietud que dominaba las vidas de todos ellos empapó el celuloide y se tradujo en una obra llena de angustia y desasosiego. Las actuaciones de todos ellos son cristalinas, claras, desnudas y sangrantes. Gable desmoronándose borracho en esa secuencia antológica y espeluznante, Clift y Monroe sin poder ocultar todos los tics nerviosos que arrastraban y enriqueciendo involuntariamente a sus personajes con ellos. Los roles están tan bien adjudicados, los planetas se alinearon de tal forma, que no parece que haya actuaciones en esta película, sólo vida, soledad y desesperación. Y luego tiene uno la pluma de Arthur Miller trufando de diálogos, citas y secuencias memorables la función y a Huston plasmando en imágenes toda esa locura. Si es que no se puede pedir más. Bueno, sí, un final más aderezado de cal viva hubiera sido ideal. Miller y Huston tuvieron fuertes discusiones al respecto. Huston quería sangre y Miller quería esperanza. Acabó ganando Miller, y desde luego el final es delicioso, pero tiene uno la sensación de que si Huston se hubiera alzado con la victoria estaríamos hablando de uno de los terremotos cinematográficos más desoladores que nos regaló el Hollywood clásico. Y bueno, de hecho, lo es.
Peter Gabriel 77
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9
31 de marzo de 2010
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no me tocaba la bragueta, que no mojaba la florida funda de mi sofá, que no aplaudía de este modo en la soledad de mi comedor, tan a menudo similar a la del corredor de fondo, si hablamos de soledades. Conviene recordar de tanto en tanto que uno no está solo, que la demencia está ahí fuera, que las flores, la primavera y las fundas de los sofás se ríen de nosotros. Hacía bastante tiempo que andaba detrás de esta adaptación de la, dicen algunos, y yo no podría estar más en desacuerdo, mejor novela del gran Jim Thompson, ese coloso absoluto e infravalorado, por parte de Alain Corneau, un tipo al que le tenía cierto aprecio por los dos más que estimables polares que he visto de él: Police Python 357 y Le Choix Des Armes, ambos con Yves Montand y ambos imprescindibles si uno disfruta del hedor a brie en estos fregados. Pero con esta maravilla se ha ganado un rincón en el cielo a perpetuidad. Desde el inicio, con esa secuencia en la que se ponen todas las cartas boca arriba, y que me imantó al personaje y a la actuación de ese verdadero monstruo que responde al nombre de Patrick Dewaere, y hasta los créditos, cuando finalmente me soltó, zarandeado y feliz, esto no es una película, esto es tuttifrutti, que diría el gran calavera de Buñuel. Plagada de secuencias desquiciadas, enfermas y anárquicas, refleja y amplifica la insania cómica, el espíritu turbio del universo Thompson, que aquí es más grotesco que turbio. Pero repito, la actuación de Dewaere monopoliza la película de manera aplastante, amenazando con convertirla en un one man show, en el grand guignol noire que es, cosa que Corneau maneja con bastante tino. En este aspecto recuerda, como comenta de refilón otro camarada en la licorería, al Audiard de De Latir Mi Corazón Se Ha Parado y su buen hacer a la hora de poner en escena a Romain Duris, otro que se come la pantalla a bocados en la susodicha, sin permitir que devore la película. Aunque aquí Corneau da mucha más cuerda a un Dewaere desbocado y esquizofrénico que ofrece una verdadera bacanal para los amantes de las actuaciones histriónicas, watts y demás detractores del Pacino de Scarface abstenerse. A mí, que disfruto a rabiar con estos paquetes marcados cuando hay un talento detrás del exceso, se me agotaron anoche los calificativos. Memorable el momento, uno de tantos en realidad, en el que en uno de su soliloquios dislocados, le espeta a su mujer, sin venir a cuento para nada: " ¡¡Se quedan despiertos toda la noche ensayando métodos para mearme encima!!". Tremebundo, qué manera de apabullar. Dewaere for president, señores.
Peter Gabriel 77
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8
26 de octubre de 2008
33 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Memorable directo al mentón.
Creo que fue cantrell quien la comentó hace un tiempo y recientemente un buen samaritano se curró por fin unos subtítulos y acabo de gozarla ampliamente.
Más negra que el carbón, con una omnipresente voz en off que va desgranando, entre incisiva y poética, el abismo al que se asoma poco a poco el sociópata asesino a sueldo que protagoniza la función, banda sonora repleta de jazz, y una estupenda y hierática interpretación del Juan Palomo de todo este asunto, un tal Allen Baron, el híbrido más incontestable entre De Niro y George C. Scott que he visto en mi vida, que la escribe, dirige y protagoniza con pocos medios, gran solvencia y una amargura que no hace prisioneros. El guión, visto hoy, no parece un dechado de originalidad pero de todos modos la película me atrapó por completo y no me soltó hasta el final. Y no cabe duda, Scorsese se inspiró sin reservas en ella para filmar Taxi Driver.
Un pequeño clásico, sin duda.
Peter Gabriel 77
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8
21 de mayo de 2009
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé de dónde había sacado yo que esta era una película menor de Huston.
Pues no. Una de las más infravaloradas, sin duda, en dura competencia con la incontestable Los Que No Perdonan, uno de los mejores westerns rodados por el ser humano sí o sí.
La vi ayer y me maravilló. Un guión que no hace prisioneros, diálogos maravillosos,un retrato fascinante del México de los años 40, una alargada sombra de fatalismo y perdición envolviendo todo el metraje, una gran dirección de Huston y, sobre todo, un trabajo impresionante de Albert Finney como uno de los alcohólicos más veraces vistos en pantalla. Una joya. Supongo que la obra en la que se basa, de próxima lectura, tiene también mucha culpa, pero...
Qué grande era Huston.
Peter Gabriel 77
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9
6 de enero de 2009
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tienes cáncer de alma, le estampan a Von Sydow en un momento de la película, y uno puede percibir que ahí Bergman está hablando consigo mismo.
Otra maravilla de Bergman, que en los 60 dio un recital pavoroso.
La película empieza como otra más de Bergman y a mitad de metraje empieza a subir y a subir hasta incrustar la cabeza en el techo.
Liv Ullmann está tan pletórica como siempre y Von Sydow pronuncia uno de los speechs más demoledores y desesperanzadores que he visto y escuchado en mi vida.
Sencillamente enorme.
Peter Gabriel 77
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