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España España · Cáceres
Críticas de Sinhué
Críticas 1.378
Críticas ordenadas por utilidad
8
9 de febrero de 2024
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en que los maestros, profesores, catedráticos universitarios, se forjaron en un sistema educativo en el que la vocación era inherente con la profesión. Era más importante comunicar, querer a los alumnos y convertirlos en buenas personas (sociables, solidarios y librepensadores), que en eruditos sin alma. Hubo un tiempo en que los niños iban contentos al cole y tenían a sus educadores entre sus referencias futuras, y los recios vendavales que acompañan la vida no consiguieron borrar sus nombres que siguen pronunciándose con afecto.

Antoni Benaiges (Enric Auquer) fue uno de aquellos enseñantes, desenterrado del silencio, que prendió semillitas en los corazones de las inocentes criaturas de Bañuelos de Bureba (Burgos), hasta que llegaron (nunca se habían ido muy lejos) los del adoctrinamiento único y verdadero: caciques, iglesia, militares y falangistas.

El maestro catalán (¡encima!) bebía los aires de la Institución Libre de Enseñanza y seguía las técnicas de Célestin Freinet, pedagogo francés, que huía de los corsés educativos y gustaba de nadar en las pacíficas aguas del idealismo.
- ¡Solo faltaba!, ¡como si en España, una nación temerosa de Dios, tuviera que decirnos un franchute ateo cómo impartir las clases! -clamaron las familias de bien y sus guías espirituales-

Y entre discusiones varias estalló el verano de 1936, momento en que el bueno de Antoni había preparado una excursión para que los niños de la meseta castellana, los habitantes de las lomas y de las tierras del cereal salieran rumbo a Mont- Roig del Camp; allí les esperaba el Mediterráneo...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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10
21 de mayo de 2010
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca volverá a filmarse una película como La Noche. Es uno de esos raros cometas que sólo pasan una vez y para ser avistados han sido precisas cientos de conjunciones casuales de astros, planetas y atmósferas favorables.
Nunca habrá otra La Notte porque la alineación de astros tuvo lugar hace 50 años. En un momento de fulgor inigualable llegaron de la mano Antonioni, Tonino Guerra, Mastroiani, Jeanne Moreau y la primeriza (¡quién lo diría!) Monica Vitti...y la escenografía de Ennio Flaiano...y la batuta de Giovanni Fusco. Con los años justos, todos; ni uno más, ni uno menos.

Pocas veces la verdad se ha mostrado tan desnuda, y tan hiriente y tan definitiva. Y todo para contarnos qué pasa cuando el amor se derrama, como el agua en una cesta de mimbre.
Pasea una pareja noqueada que oye de lejos la campana de la muerte, y a ritmo de un jazz quejumbroso se retuerce la noche, noche que ha sido desde el alba.
Muy recomendable para quienes no tienen claro si les gusta, o no, el CINE (nótese que está escrito con grandes letras). Después de su visionado, si dicen aquello de: un poco lenta, el Antonioni es un "pesao", se me ha hecho un poco larga, ¡es que en blanco y negro!..., el pronóstico no es muy alentador y tal vez deban quitar letras mayúsculas a su concepción cinematográfica

Posiblemente nuestro cometa se volatilice en una lejana galaxia y se convierta en polvo de estrellas, justo en el momento que tras vivir uno de los finales más emotivos, desgarradores e intensos de la historia del séptimo arte aparece tras los árboles, que pinta de gris el amanecer, la palabra FINE.
Sinhué
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8
9 de agosto de 2009
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jean Renoir milita contra la ocupación nazi, en este caso en territorio británico, con un consistente alegato a favor de la libertad y del derecho de los pueblos a decidir libremente, sin imposiciones y sin falsos redentores.

Como ya había hecho Charles Chaplin tres años antes con El Gran Dictador, Renoir reflexiona sobre la dignidad del ser humano. Convierte en faro a un maestro pusilánime pero honrado (Charles Laughton) y nos invita a ver a través de sus ojos las penosas consecuencias cuando se imponen el miedo, el conformismo y los intereses personales de algunos líderes sociales.

La egoista condición humana que nos hace espectadores de la injusticia cuando no nos afecta de una manera directa, e incluso nos convierte en delatores de aquellos valientes rebeldes capaces de decir NO.
Sinhué
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7
22 de mayo de 2023
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kristofer Borgli es un director lo suficientemente joven e inteligente como para descifrar en esta corrosiva comedia ciertas claves sobre un futuro rocambolesco e incierto; en el que algunos valores, negativos sin duda, se van imponiendo en las relaciones entre los seres humanos. El individualismo como religión (el prójimo solo está para ser superado), el éxito como único horizonte, la necesidad imperiosa de distinguirnos (aunque sea a través del fraude), el ridículo y "necesario" postureo (ese otro yo mentiroso de las redes sociales), la obligada comercialización de todo, si quieres moverte en en esta inmensa jaula de libertades neoliberales... En fin un porvenir que da grima. Cada vez es más evidente que lo que vamos a encontrar dentro de ese paquete tan bien diseñado (imbatible, como el chuletón al punto de Pedro Sánchez.), sin una pega para los ingenieros del marketing, y rematado con un lazo esculpido por las privilegiadas mentes (currículum de la NASA) de un comité de expertos en tendencias mega-modernas y aerodinámicas, será una mierda como un piano. Sí, ahora es el momento en que tenéis que decirme eso de que me resisto a las nuevas tecnologías y que estoy en contra del progreso.

Signe y Thomas no tienen límites, son muchachos emprendedores que quieren comerse el mundo a golpes de likes; y eso, por lo general, es un inconsistente alimento que puede acabar en enfermedad con metástasis cerebral.
El realizador noruego se muestra crítico y sarcástico, que es una cómica manera de defenderte, con tus propias heces, de los ataques infectos y sistemáticos ataques.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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7
22 de octubre de 2019
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora Lulu Wang lleva a cabo un organizado trabajo, casi un estudio de comportamientos y relaciones humanas en función de generaciones y lugares; utilizando como coartada emocional la grave enfermedad, desconocida por ella, de la abuela y madre de un clan familiar chino. Confluyen en Changchun, para su despedida, los seres queridos, próximos y lejanos, para celebrar una boda que oculte a la matriarca el diagnóstico terminal de su existencia. Billi, la nieta favorita y un torrente irrefrenable de autenticidad, es el mayor peligro para la bien orquestada farsa.

La joven, alter ego de la propia realizadora, será el volcán que a lo largo del metraje arroja preguntas y consideraciones que tienen que ver con la búsqueda de identidad (si la tienen) de los inmigrantes, la confortable calidez y también el riguroso control familiar, el supuesto derecho a saber la verdad y el deber que asumen quienes la ocultan; y, es cierto, todo en nombre del amor.

La película se mece continuamente entre el drama y la comedia, la reflexión y la improvisación, difuminando verdad y mentira como si fueran dogmas inexistentes y todo ello sin que se noten alteraciones en el ritmo. Por lo que resulta de fácil seguimiento para el espectador que no duda en hacerla suya; en compartir y hacerse cómplice, de las venturas y desventuras de unos seres que culturalmente le pillan a trasmano pero con los que se hermana de buen grado. Para eso también sirve el cine.
Sinhué
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