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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
9
26 de enero de 2009
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece ficción, pero sucede también en la vida real: Jeremy Reed, perdió a su madre en el momento de nacer y fue luego rechazado por su padre… ¡porque nació con la piel despigmentada! ¡¿Hasta cuándo el color de una mísera piel podrá determinar el valor de un ser humano?! Como tenía un abuelo tan obtuso como su padre –las torpezas tienden a repetirse generación tras de-generación no sólo por genética sino por necia imitación– el chico creció en su casa escondido en el sótano hasta que alcanzó la adolescencia. Por puro instinto de supervivencia, Jeremy optó por aprovechar el tiempo devorando libros por montones y se fue convirtiendo, así, en un sorprendente intelectual.

Es, entonces, cuando es descubierto y traído a la luz –como un renacer– por Jessica Caldwell (Mary Steenburgen), la sensible empleada de un orfelinato del Estado, la cual lo lleva allí y comienza a enfrentarlo con una comunidad que le tiene repulsa a todo el que resulta diferente. Pero, Jeremy quizás se encargue de demostrar que también es digno de admiración, porque, pronto, van a comenzar a descubrir que están ante un chico bien especial.

Varias historias, finamente entrelazadas, servirán a Jeremy para dar lo mejor de sí a quienes siente que lo necesitan. Así, Doug, el padre en crisis; Duncan, el cazador de ciervos; Jessica, su asistente; John, el chico soberbio, y Donald, el tecnólogo, tendrán en el especial invitado, al maestro que les envía la vida para quizás comprender lo que más les hace falta.

La narración es fluida, sensitiva, lúcida en sus apreciaciones morales y en el llamado espiritual al que convoca... y, Jeremy (Sean Patrick Flanery), se hace merecedor de nuestro afecto con sus particulares emociones y por ser esencialmente útil a los seres que el destino pone en su camino.

También la banda sonora del comúnmente brillante, Jerry Goldsmith, resulta encantadora, y en conjunto, la película se disfruta plenamente.

El director, Victor Salva (autor también del guion) nos ha contado una historia que deja huella. Se merecía muchísima mejor fortuna, pero, siento que el título del filme no fue el más afortunado: <<POWDER>> (Polvo) ni Pura Energía, dicen gran cosa. Quitando la ostentosa escena de las cucharas (que realmente sobra) y titulándola algo así como, “El Poder está en el Alma”, me da la impresión de que, el filme, hubiese tenido un mayor reconocimiento.
Luis Guillermo Cardona
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8
10 de diciembre de 2011
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras su infausto regreso a la MGM que no pudo durar más de una película, el productor Bert E. Friedlob (un hombre a quien llegué a envidiar por haber conquistado a la preciosa actriz Eleanor Parker, con quien se casó y tuvo tres hijos), se acordó del par de buenos filmes que, Fritz Lang, había hecho para la RKO (“Rancho Notorius” y “Clash by Night”) y decidió ofrecerle la realización del último guion escrito por el renombrado, Casey Robinson (“Captain Blood”, “El hombre propone”, “Now, voyager”…). Lang, accedió con una sola condición, que figurara en el contrato que 'la productora no podría hacer ningún corte a la película hasta después de la preview (primera exhibición de sondeo con el público).

El director alemán, pudo acceder entonces a un reparto de lujo que incluía al cotizado, Dana Andrews, la provocativa Rhonda Fleming, la gran actriz y directora Ida Lupino, y gente de renombre como Thomas Mitchell, Sally Forrest, Vincent Price, George Sanders… y hasta su viejo colaborador Vladimir Sokoloff. Además, pusieron a su servicio un buen equipo técnico, y todo quedó listo para filmar esta satisfactoria recreación del periodismo moderno a la manera de “Citizen Kane”, pues, no por nada el nuevo gran jefe se apellida Kyne. ¡¿Y es que podía haber, en los Estados Unidos de Norteamérica, otro mejor punto de referencia que el del magnate William Randolph Hearst?!

"MIENTRAS NUEVA YORK DUERME", comienza con la muerte del gran jefe y el lío empieza cuando entra en escena su heredero e incompetente hijo Walter, dispuesto a cortar cabezas poniendo a dura prueba a todos sus periodistas; y el caso le viene de perlas porque anda suelto un nuevo asesino en serie dispuesto a hacerse famoso eliminando a cuanta chica, bella y solitaria, se cruce en su camino.

Dada la plausible tendencia de Lang a interesarse más por la interioridad humana que por las acciones sensacionalistas, el filme se centra, principalmente, en la lucha interna de los periodistas por sostenerse en el cargo, y con ello, se logra dejar al descubierto un variado ramo de penosos matices que, este tipo de personajes, suele aflorar 'tras bambalinas': celos profesionales, infidelidades, grandes decepciones, ligerezas informativas, falta de escrúpulos, afán de la chiva a como dé lugar… Todo esto, quedará bien servido en la mesa, y uno termina preguntándose si aquel chico, al que buscan por asesinar a varias muchachas, no será una mansa oveja al lado de estos lobos a los que se ha permitido tanto poder.

Lang ha vuelto a dar en el blanco. Lástima que algunos productores no entendieran que su lema silencioso era: 'Dejadme actuar en libertad y os daré filmes que se recordarán siempre'. Después de la preview de esta película, el productor fue incapaz de cortar ni una sola escena.

Título para Latinoamérica: “MIENTRAS DUERME NUEVA YORK”
Luis Guillermo Cardona
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7
4 de septiembre de 2010
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ningún hombre podrá jamás hacerse dueño del mundo, porque el mundo ya tiene dueño… y ese dueño es incontestable e inamovible. Toda pretención del hombre por arrogarse el poder ilimitada e indefinidamente, recibirá precisas respuestas del universo. Una: siempre surgirá alguien más poderoso que tú. Y dos: no puedes escapar de la enfermedad ni de la muerte, y con ésta, lo único que puedes llevarte, es lo que hayas dado de tu propio ser.

“CLEOPATRA”, es un efectivo tratado de la demencia humana, cuando la soberbia lleva a los hombres, y a una que otra mujer como La Reina del Nilo, a sentir que pueden apropiarse de toda la tierra. Pueden ser muy edificantes las intenciones, como cuando Cleopatra dice a Julio César: “Recoge el sueño de Alejandro (Magno) y su insaciable deseo: Que haya un sólo pueblo sobre la tierra viviendo en paz”, pero, cuando se usa la fuerza y la destrucción para lograr este objetivo, todos los esfuerzos serán en vano, porque es ley de la vida que, será la persuasión y no la imposición, la que produzca un día el cambio definitivo.

César, Marco Antonio y Cleopatra vivieron obnubilados con sus aires de grandeza y por eso pasaron a la historia como tantos otros gobernantes: Fueron dueños del poder inicuo y cuando lo tuvieron “todo”, supieron que no tenían nada. El director Joseph L. Mankiewicz logra plasmar, con lujo de detalles, toda la rimbombancia y la vanalidad del mundo de los “poderosos”, y el filme se prolonga, hasta el hartazgo, con aquel frustante existir donde no hay lugar para la alegría ni el sosiego.

En lo que a mí respecta, después de dos horas me provocaba gritar: ¡Basta, ya tuve bastante de seres que presumen de ser los más grandes del planeta, pero que son impotentes para el amor y la justicia! Mankiewicz los mira compasivo, esforzándose por rescatar su lado humano y dejándonos ver su conflicto interior, pero no consigue que sintamos amor por ellos, excepto talvéz por Cleopatra, una mujer más víctima del poder que usufructuante del mismo, por más que pareciera mantener la rienda.

El Julio César shakesperiano, que ya Mankiewicz había llevado al cine con notable acierto, resurge aquí combinado con la visión de Plutarco, Suetonio y Apiano, y el más reciente historiador, Carlo Maria Franzero, quienes supieron ver las grandes sombras que cobijan a los gobernantes prepotentes. En tal sentido, el efecto es contundente.

Pero, además de “pecar” por lo excesivo, creo yo, que el filme adolece de una cara de la moneda. Se centra de pleno en la vida pala-ciega y no da cuenta de la vida del pueblo ni del atroz efecto que generaban los excesos de sus dirigentes. Prescindiendo de estos matices, la vida pareciera comenzar y terminar en el palacio, siendo que fuera de aquellas paredes, es donde realmente comenzaba la vida. Pero, con todo, queda bien sentado que ningún poder humano tendrá sentido sino está guiado por el amor.
Luis Guillermo Cardona
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9
8 de septiembre de 2009
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película me pasa algo curioso: cada vez que la veo me gusta un poco más y esta tercera vez me ha llegado al alma. La siento como una profunda demostración del amor verdadero. Quizás, al conocer la relación que sostienen Lulu y Robert – 66 y 99 - se pueda hablar de devoción y sacrificio, pero, yo sentí que, antes que nada, fue un pleno y claro acto de consagración y de libre compromiso.

“AMOR PROHIBIDO”, es una historia de amor que se inicia en un barco con rumbo a La Habana, en el cual se encuentran dos seres muy especiales. Ella, es Lulu Smith, una bibliotecaria a quien los pequeños reconocen como la chica aburrida, pues, luce pesarosamente solitaria, mientras sueña con el amor y con una plácida vida en pareja. Él, es un abogado llamado Robert Gruner y ha entrado en el cuarto 66 – el de ella – creyendo que era el 99 – el de él -.

Lulu siente que ha encontrado al hombre de su vida y Bob cree que tiene a su lado a la mujer más bella y dulce del mundo. Por esto, ella no necesita – o no quiere porque intuitivamente teme - saber nada de él. Y él, no logra decirle lo que quisiera decirle, pero en el fondo se alegra porque – intuitivamente sabe – que, si le dijera la verdad, seguro la perdería.

Así, sin reconocibles barreras, los dos se disponen de corazón a realizar su sueño en las magníficas playas de La Habana, y la sensación de habitar el paraíso tiene lugar en su ser más íntimo... pero, cuando llega el obligado regreso a la vida cotidiana, Bob siente que ama tanto a su bella Lulu, que no puede vivir con mentiras y entonces confiesa lo que no pudo - y no quiso - decir. Y desde entonces, ambos comenzarán a luchar por un amor lleno de obstáculos, que parecen ponerlo en la senda de lo imposible.

Barbara Stanwyck, impone ternura, alta sensibilidad y enorme grandeza a un personaje lleno de claridad en su acto de valiente – que no sumisa – abnegación. Y Adolph Menjou impone dignidad y carisma a ese político que se deja arrastrar por la escalera del éxito - no del triunfalismo -, mientras conserva el amor tan limpio como puede.

El director Frank Capra, mantiene un clima romántico en el que, el amor, en toda su dimensión de entrega, constancia e incondicionalidad, fluye en aquella especial pareja que tiene que jugar a los encuentros furtivos, a las mentiras tácticas o piadosas, y al sacrificio frecuente para poder mantener encendida la llama.

“AMOR PROHIBIDO”, no creo que deje a nadie indiferente. Si consigues ponerte en el escenario de aquellos admirables protagonistas, es seguro que llegarás a comprenderlos... y de una cosa estoy seguro: ¡no conseguirás condenarlos por ninguno de sus actos! Entonces, es cuando adquiere sentido una bella y certera frase que leía un día:

“Si no condenaras a nadie, no tendrías necesidad de perdonar”.
Luis Guillermo Cardona
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9
27 de abril de 2009
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la gente de pueblo se la engaña fácil, pero, no porque sea tonta, sino porque es buena. Por esta razón, la gente cree, confía y espera de los demás tanta dignidad y transparencia como la que ellos mismos prodigan; y esto da lugar a que los estafadores, los oportunistas… y los políticos, casi siempre se salgan con la suya.

A la gente de pueblo la seduce un rostro agradable, una voz elocuente y una promesa firme… y así, termina siguiendo y respaldando un "liderazgo" que sostiene, con pies de barro, un caudal de apariencias, fraudes y mentiras que, luego, traerán infamia y desgracias por doquier.

George Cukor, el brillante director que nos diera “Holiday”, filme con el cual debutara esa gran estrella llamada Katharine Hepburn, vuelve a reunirse con ella por sexta vez, y la pone al lado de ese potente intérprete que fuera, Spencer Tracy, para darnos un thriller político de relevante y muy actual significado.

El guion, escrito por Donald Ogden Stewart, basado en la novela, "Keeper of the Flame", de I.A.R. (Ida Alexa Ross) Wylie, comienza con la muerte -en un accidente de auto-, de un carismático hombre llamado, Robert Forrest, cuya imagen pública era la de un gran líder político, prototipo del americano bueno. Su vida llama la atención de un perspicaz y persistente periodista, Steven O’Malley, quien aspira a hacer una crónica transparente sobre aquel ilustre fallecido. Convencida de que se trata de un hombre serio y comprometido, Christine Forrest, la enigmática y ensimismada viuda del héroe fallecido, termina abriéndole las puertas de su casa, esperando sacarlo de sospechas con una actitud amable y aparentemente abierta.

Con puntuales detalles, muy bien propuestos por, Cukor, en todos sus aspectos formales -aunque su fuerte fue principalmente la comedia-, nos vamos adentrando en una maraña llena de curiosos descubrimientos que, gradualmente, van dando un rumbo insospechado a lo inicialmente conocido.

Quedará bien planteada y expuesta, la fina y amable máscara delante del rostro, que suelen lucir algunos reconocidos líderes de la política… que -muchos lo saben sin conseguir, ni pretender, demostrarlo-, no es más que eso, una careta para engañar a los humildes, y para engañarse a sí mismos, porque, entre sus muchos saberes, muy tristemente no ha habido lugar para uno esencial: La impunidad existe en el ejercicio de la justicia humana, pero, no existe en el camino de la verdad universal. Aquí todo se sabe y todo, finalmente, se pone al descubierto; y como esto es cierto, el engaño no es más que el ejercicio de la ignorancia y la prepotencia.

<<LA LLAMA SAGRADA>>, es un filme digno de encomio, franco, y sin ambages para desnudar la ambivalencia de ese monstruo llamado política; y abran bien los ojos, porque tipos como Robert Forrest, todavía hoy existen... y se mueven con expresivas sonrisas en ciertas casas de gobierno.

Título para Latinoamérica: ÍDOLOS DE BARRO
Luis Guillermo Cardona
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