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Críticas de Chagolate con churros
Críticas 748
Críticas ordenadas por utilidad
Vals con Bashir
Israel2008
7,5
23.441
Animación
8
23 de febrero de 2009
185 de 197 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una verdad a medias. Eso es la historia de la estupenda “Vals con Bashir” donde narran la masacre de los campamentos de refugiados palestinos Sabra y Chatila, localizados en las afueras occidentales de Beirut. Israel participante activo en esta masacre, bombardeó con aviones la ciudad durante dos días, violó el pacto con EUA de no ocupar Beirut occidental, se ocupó de cercar los campos de refugiados impidiendo que pudiera salir o entrar cualquier persona sin su consentimiento, bombardeó los campos con tanques, permitió la entrada de los falangistas cristianos, iluminó por las noches cual “estadio de fútbol” los campos con bengalas para que los falangistas siguieran con su matanza particular e hizo oídos sordos a las masacres de civiles. Su Ministro de Defensa, años más tarde, fue para colmo, primer ministro de Israel: Ariel Sharon.

Y no nos engañemos, cuando uno termina de ver esta película se queda con las sensación que el único pecado de Israel es moral y su implicación es secundaria, de simple observadores ante las atrocidades cometidas por los falangista cristianos en represalia al asesinato del mandatario electo libanés Bashir Gemayel cuando realmente tuvieron en sus manos la posibilidad de impedir que ocurrieran estos hechos.

Lo que tiene de estupenda esta película es lo bien construida que está. En como va trenzando la historia a base flashbacks arañados al doloroso recuerdo. El guión de Folman, tiene mucho de Memento (C. Nolan, 2000). Ari en lugar de perder la memoria como Leonard por un impacto en la cabeza, inhibe sus recuerdos dolorosos para su propia supervivencia.

Forman empieza con un portentoso inicio, con una estupenda abertura a esa caja de truenos llena de cicatrices. A partir de aquí, el protagonista, indaga en sus propios recuerdos, durante muchos años ausentes, completando un puzzle cruel y conmovedor.

El efectivo recurso del final lo usa el director para que el espectador despistado no saliera del cine con la sensación de haber visto una película de animación, sino unos hechos que realmente pasaron. Ari Forman, soldado en las Fuerzas de Defensa de Israel cuando sucedió la invasión del Líbano, crea un documental de animación para revivir la tragedia. Una fusión de géneros (pionera) con un estupendo guión que suple la ausencia de imágenes de archivo de aquellos hechos, al tratarse en su mayoría, de los propios recuerdos del realizador.

Los recuerdos cohibidos, por muy escondidos que estén, siempre nos estarán alimentando, siempre seguirán rondando en nuestra vida, y basta un pequeño incidente, un inoportuno trampolín, para que salten de nuevo a escena y nos llenen el cuerpo de cicatrices. Y esto es lo que Ari Forman nos ha contado. De una manera conmovedora, en una de las mejores películas del 2008.
Chagolate con churros
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9
26 de diciembre de 2007
182 de 191 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es “Testigo de cargo” una de esas películas que de tanto rizar el rizo en su final, se vuelve todo inverosímil pero que te quedas con una agradable sonrisa en la cara. Sonrisa al comprobar unos diálogos ingeniosos, con grandes toques de humor, con un sarcasmo tan sutil que pasa desapercibido.

Magistralmente interpretada por su trío protagonista: Tyrone Power, Marlene Dietrich, Charles Laughton. Laughton lleva la interpretación en esta cinta hasta confundir su personaje con su propia persona. Cercano, ral, bonachón y pícaro. Fantástico durante todo el metraje.
La película se hace corta. Ni el tiempo, ha podido borrar la brillante realización del director Billy Wilder.

Divierte, fascina, inquieta y sorprende. ¿Qué más se le puede pedir a una película?

La Dietrich siempre refinada, puesta para nuestro disfrute dice: “Nunca me desmayo porque no estoy segura de caer con elegancia“.

Y yo contesto: señora, con frases como esa y directores como el que le ronda la elegancia esta garantizada.
Chagolate con churros
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10
27 de febrero de 2008
165 de 179 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había una vez en el desierto, un italiano que físicamente era clavado a Ford Coppola: regordete, barbudo y con gafas de pasta redondas. Había una vez en el oeste americano un italiano que fue capaz de componer las melodías más tristes y hermosas para páramos secos y violentos. Y un buen día se juntaron y crearon cosas como “Once upon a time in the west”.

Yo era uno de aquellos que cuando veían la pasta junto con la palabra western salía corriendo. Yo era de aquellos que a Leone y Bronson los tenía como aburridos, sosetes, casi serie B. Yo era de aquellos que ha crecido con los western de Leone como sonido de fondo en la tele, pero a los que nunca prestaba atención. Hasta que llegó mi hora.

Quizá ahora entiendo “Once upon a time in America”. Yendo más allá, quizá ahora entiendo mucho del cine que se hace ahora. Sergio Leone plasma un cuadro perfecto, sincero, despiadado, polvoriento de aquellos años de aventuras y masacres. De años de sueños y derrotas que hinchaban la leyenda del oeste americano.

La coincidencia quiso que viera dos películas de Henry Fonda seguidas. Y si alguien me dijera que el Fonda de “Falso culpable” es el mismo que el de “Once upon a time in the west” puede que no lo creyera. Fonda esta enorme. Es enorme; porque es capaz de mirar con incomprensión y terror en “Falso culpable” y mirar con desprecio y odio con esos ojazos azules en esta película de Leone.

Todo se muestra con calma, con mucha calma. Las elipsis utilizadas son perfectas y la música que acompaña las imágenes es impagable. Ennio Morricone es un genio vivo. Lo ha demostrado infinidad de veces. Es tan bueno, que en muchos casos, su música ha aplastado una cinta (y pondría sin miedo a arrugarme el ejemplo de “La Misión”, película sobrevalorada en el que la música supera y arruga al conjunto). Hay que ser muy bueno para que Morricone no se coma una escena con sus composiciones. Leone lo es. Y ambos se sincronizan a la perfección.

Claudia Cardinale es la heroína del Oeste. Macizorra, valerosa y casi honesta. La Cardinale se sale (y no hablo de sus pestañas, tan falsas como las malogradas pestañas de la “Pe”), sino de una actuación memorable. Y por último y no menos importante tenemos la sobresaliente actuación de Jason Robards (haciendo de Cheyenne) en un papel que me atrapa desde el principio. Me encanta este personaje porque representa ese oeste con olor a pólvora pero que al mismo tiempo te extiende la mano.

Gracias Xavi.
Chagolate con churros
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9
27 de octubre de 2008
165 de 182 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo se puede explicar lo que uno siente cuando por primera vez lee “La isla del tesoro”? ¿Sabe alguien decirme que pasa la primera vez que te enamoras? ¿Puedes explicarme la sensación de ahogo que te entra cuando por primera vez notas que a tu lado viaja la injusticia? ¿Cómo te sientes cuando ves a un ser querido partir y conoces que jamás podrás volver a verlo, a escucharlo, sentirlo? ¿Te encuentras con fuerzas de mirarme para recordar cuando conociste la muerte?

Son cuestiones difíciles, verdad. Muchos filósofos están aún dando vueltas al asunto. Mucha gente se encierra buscando respuestas desesperadas. ¿Sabes quién me contestó a todas estas preguntas sin respuesta?

La mirada de un niño.

(Sí, lo hizo Ford).
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7
4 de octubre de 2007
166 de 194 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya casi cincuenta años que varios críticos de la revista francesa “Cahiers du Cinéma” idearon la película que Godard terminó rodando. Por aquel entonces, los chicos malos de “Cahiers du Cinéma” inventaron una especie de Dogma danés. Se deshicieron de formalismos y linealidades. Jugaron con la improvisación y la provocación.

Godard abrió la veda con “A bout de soufflé” y sobre ella, vertió todo lo que defendían en la revista. No dejó nada en el tintero: cambios absurdos de raccord, los personajes observan fijamente a la cámara, en el guión se encuentran improvisaciones, el encuadre se lo pasa por las narices…

Era algo nuevo que revolucionó (como lo hizo Flaubert en la novela) lo establecido. Y quedará el interés por una película fiel reflejo de una sociedad convulsa y disconforme con lo institucionalizado y que aún tardaría diez años más en romper con lo establecido y revelarse.

Sin esta pandilla de noveles directores o películas como “Al final de la escapada”, el cine de hoy en día no sería lo mismo. Sólo por ello, esta película merece estar donde está: como una de las grandes películas de la historia del cine.
Chagolate con churros
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