No sé en qué estaba pensando Baz Luhrmann mientras dirigía esta película. De hecho, tampoco tengo claro si la ha dirigido él, o algún becario aventajado que ha querido emular los buenos resultados de estilo y forma conseguidos en ‘Moulin Rouge’ y ‘Romeo y Julieta…’, sin acercarse lo más mínimo. ‘Australia’ es a Luhrmann, lo que ‘El planeta de los simios’ a Tim Burton, o ‘Babel’ a Iñárritu: una cagada, un ‘me he pasado de listo’. Da igual lo que haya dicho la crítica sobre cada una de esas películas, no importa. Como autores, metieron la pata, abusaron de triunfos pasados y descuidaron avanzar, ser ellos mismos, y no meros títeres del mercado. ¿Tocaron techo? Quizá. Parece que Burton hace tiempo que tocó techo, espero que Iñárritu todavía no, y Luhrmann… deseo que esto sólo haya sido un querer contentar a todo el mundo, matando por el camino, además de canguros, lo que sabe hacer.

LO QUE SÍ: La secuencia de la primera lluvia, del beso al lecho.
LO QUE NO: El humor australiano. Los insufribles diálogos. Los infinitos tópicos. El querer ser más de lo que es, y no dar nada. Lo que canta el chroma en la mayoría de los planos. La botoxa cara de la Kidman, insoportable a la vista, y cada vez peor intérprete. Ninguno de los intérpretes tiene un mínimo de ángel o carisma, incluido Jackman, que lo intenta pero no lo consigue. La dirección, imperdonable.

‘Australia’ es mala, se deja ver, pero es mala, muy mala, y cansa a los veinte minutos o así. Y con lo que vale hoy en día una entrada de cine, si lo llego a saber, me espero a verla en televisión, con anuncios y todo.

Oscura, emotiva, tensa, escalofriante, dura. Un ‘Scarface’ europeo a la que le sobra un pelín de metraje –dura dos horas y media-, pero con un buen hacer y una densidad que te atrapa y te deja tirado en la butaca sin pestañear. Impresionante Tahar Rahim, y muy interesante la BSO de Alexandre Desplat. Cine que hay que ver, no apto para almas sensibles, o vejigas inquietas.

A la sombra de Michael Moore, Morgan Spurlock se atreve a poner en riesgo su propia salud para eneseñarnos esa otra américa, la de andar por casa, la que nos oculta Hollywood bajo los detellos de su falso reflejo en el resto de películas.

Lo que Sí: documental entretenido y educativo; la sorprendente estupidez de la sociedad americana, meta a la que algunos quieren hacernos llegar aquí en Europa y en el resto del mundo; esa extraña asociación entre Bush Junior y Jesucristo.
Lo que No: le falta la acidez y mala leche de un Moore inspirado; las continuas quejas del protagonista y su chica.

Imprescindible para mirar bajo las alfombras del imperio.

Está gran parte de lo radiado y escrito por el autor original, pero aun así, su ritmo es desigual y le falta mucho carisma para llamar la atención.

Lo que Sí: Marvin a ratos; algunas gracias ya presentes en la obra original; la dirección artística.
Lo que NO: interpretaciones sosas, desangeladas; que al final te parezca más una tontuna que una reflexión sobre lo absurdo de todo y lo de más allá.

Película fallida y muy, pero que muy olvidable.

Me gusta el trabajo de Michel Gondry. Pero me gusta mucho más cuando es otro el que le escribe el guión, como por ejemplo, Charlie Kaufman. Gondry desborda imaginación visual, pero adolece de aptitudes narrativas. Sus dos últimas películas, ésta y ‘La Ciencia del Sueño’, me lo han confirmado.

LO QUE SÍ. Desborda ideas: es como si hablase de Internet, de los Social Media, de la corrupción de la Industria Cinematográfica, de los derechos de autor, del arte en lo sencillo, en lo cotidiano, de Youtube, de los micropagos, de todo y de nada.

LO QUE NO. No va a ninguna parte, sólo son buenas ideas con un pésimo desarrollo dramático. Apática, distante, boba. La recta final es un pastelón de mucho cuidado.

Lo dicho, me gusta Gondry, pero su discurso empieza a darme pereza, por simplón e infantil. De nada vale tener buenas ideas y ser un portento tras la cámara, si no sabes contar historias que transmitan. Y esto a Gondry, sin Kaufman, no se le da nada bien.