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España España · Palma (Mallorca)
Críticas de Miquel
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Críticas 1.665
Críticas ordenadas por utilidad
7
8 de julio de 2005
36 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
La realización de la obra corrió a cargo del experimentado y eficaz director André de Toth, que consiguió elaborar una intriga en clave de terror de gran interés y de notable aceptación por parte del público en los primeros años 50 del siglo pasado. Rodada en tres dimensiones, la versión que prescinde de ellas pierde una parte importante del impacto visual de la versión original. El guión se basa en una historia interesante, ajustada, rica en matices, que el director aprovecha con habilidad y buen oficio. Los efectos de intriga y de terror se dosifican a lo largo de la película de modo que el interés y la zozobra del público se mantienen de principio a fin de la proyección. La interpretación de Vincent Price, Frank Lovejoy y Carolyn Jones son sobresalientes. Por otro lado, la música, la fotografía y la cámara aportan una contribución positiva y relevante a la creación del clima de angustia que envuelve al espectador hasta un desenlace final no previsto y sorprendente. La película constituye un potente clásico del cine de terror, que el paso del tiempo no ha conseguido devaluar.
Miquel
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7
22 de enero de 2008
53 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de Carlos Saura, escrita por él y Rafael Azcona. Adapta al cine la obra de teatro "Ay, Carmela" (1986), de José Sanchís Sinisterra. Se rueda en exteriores de Madrid (Boadilla del Monte, Talamanca del Jarma y Madrid) y Guadalajara (El Cubillo de Uceda). Nominada a 15 Goya, obtiene 13 (película, director, actriz, actor, guión...). Producida por Andrés Vicente Gómez, se estrena en "première" el 16-III-1990 (Madrid).

La acción tiene lugar en los años de la Guerra Civil, a ambos lados del frente. Carmela (Carmen Maura) y Paulino (Andrés Pajares) son empresarios y actores de una modesta compañía ambulante de teatro y variedades. Sobreviven entreteniendo a las tropas republicanas del frente. Al dirigirse a Valencia en busca de mejor suerte, un error les deja en la zona nacional.

El film suma los géneros de drama, guerra y comedia tragicómica, combinación de humor y tragedia. Carmela, de 39 años, casada por el Juzgado con Paulino, es republicana de firmes convicciones, tiene un gran corazón y su mayor deseo es casarse de blanco por la Iglesia. Paulino se adapta a cualquier circustancia, guiado por su instinto de supervivencia. Gustavete (Gabino Diego), mudo tras un bombardeo, les ayuda en tareas auxiliares.

La obra propone recordar el pasado de las dos Españas enfrentadas en guerra (1936-39) con la serenidad que proporcionan los años transcurridos, el humor y la tolerancia. La visión de los dos bandos, del contingente italiano, de los tics que comparten los españoles republicanos y nacionales (afición a la bulla colectiva, al alboroto, al tinto...), explican que la convivencia es necesaria y posible. Se condena la guerra, la pena capital, las ejecuciones sumarias, las detenciones sin garantías y en condiciones no acordes con los Convenios de Ginebra, las arbitrariedades del poder no sujeto a control, las represalias por razones ideológicas, los fanatismos de ambos bandos. Se consideran inadecuados e inconvenientes los liderazgos militares (Lister y Franco) y se apuesta por la supremacía del poder civil y la sujeción a éste de la administración militar. La obra invita a la paz y al ejercicio de la democracia. Se hace uso de la voz en "off".

La música, de Alejandro Massó, incluye una partitura original, de 13 cortes, apasionados, festivos y descriptivos. Se añaden canciones populares, como "Suspiros de España", "Mi jaca", "Al Uruguay", "Si supieran". El corte "Ay, Carmela" introduce el film y de él se extrae el tema principal. La fotografía, de José Luis Alcaine, recrea con acertada versatilidad los espacios lóbregos de la escuela-prisión, el clima alegre del teatro republicano, la atmósfera opresiva del palco polaco y la disciplina del patio de butacas de los soldados nacionales. El guión combina humor verbal y visual. La interpretación de Carmen Maura, alejada de sus papeles habituales, demuestra solvencia, naturalidad y entrega.

Película entretenida, reconfortante y grata de ver.
Miquel
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9
18 de marzo de 2006
50 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida por Samuel G. Engel y dirigida por John Ford, toma su título original de una balada popular americana. El argumento, escrito por Sam Hellman, se basa en la obra de Stuart N. Lake "Wyatt Earp, Frontier Marshall". Se rodó en Kayenta (Arizona), Moab y Monument Valley (Utah). Se estrenó el 3-XII-1946.

La acción tiene lugar en Tombstone y alrededores en 1882. Narra la historia legendaria de Wyatt Earp (Henry Fonda), antiguo sheriff de Dodge City, convertido en tratante de ganado junto a sus hermanos Virgil (Tim Holt), Morgan (Ward Bond) y James. El asesinato de éste por unos desconocidos, hace que Wyatt se detenga en la ciudad y acepte el cargo de sheriff, deseoso de descubrir quién asesinó a James y robó las reses que conducían a California. Les ayuda el médico John "Doc" Holliday, desarraigado y enfermo.

La película, que se toma numerosas licencias en relación a la historia real, hace una apasionada descripción del viejo Oeste, salvaje y violento, en tránsito inevitable hacia el progreso, basado en el imperio de la ley, la convivencia en paz, la construcción de la iglesia y la implantación de la escuela. Wyatt Earp es un héroe que lucha contra la violencia, porque sueña un Oeste convertido en un Edén. La película crea una atmósfera de sosiego, esperanza y poesía, que envuelve la epopeya de los que quieren hacer del Oeste una tierra habitable, floreciente y pacífica. No hay en la obra ansias de venganza, sino anhelos de eliminar la violencia. Son escenas destacadas la del baile de Wyatt y Clementina, la visita de Wyatt a la tumba de James, la captura del viejo Clanton, condenado a vivir para conocer la amargura de su fracaso, y la escena romántica y lírica de la despedida.

La música original, de Alfred Newman, subraya el sentido épico y lírico de los héroes que lucharon para transformar el Oeste en un paraíso. La música añadida incluye canciones como "My Darling Clementine", "Sombrero" y "Shall We Gather At The River". La fotografía, de Joe McDonald, acentúa las sombras expresionistas que rodean el rostro de "Doc" Holliday, los contraluces idílicos y las luces crepusculares que evocan el ocaso del Oeste salvaje y el orto de un nuevo Oeste. Los gestos, las miradas y los silencios se convierten en recursos de extraordinaria expresividad en el marco de una narración visual muy poética. El guión hace uso de un formidable sentido de la elipsis, que evita las escenas de dolor, al servicio de la voluntad de acallar las pistolas de la intimidación y la muerte. La interpetación de Fonda es magistral en un papel que trasmite la serenidad propia de los héroes anónimos que luchan por la paz. La dirección de Ford, en una de sus películas más logradas, construye una obra poética, épica y romántica, de singular belleza.

Película culminante del género del Oeste, en la que la simplicidad de las formas exalta la profundidad del contenido.
Miquel
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8
26 de octubre de 2006
44 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film independiente, escrito y dirigido por Samuel Fuller. Se rodó en plató con un presupuesto ínfimo. Fue nominado a un Globo de oro y ganó la Espiga de oro de Valladolid. Se estrenó el 11-IX-1963.

La acción tiene lugar en EEUU, en la sede del diario "Daily Globe" y en el interior de un centro psiquiátrico, durante varios meses, en 1962/63. Narra la historia de John Barret (Peter Breck), de 30 años, periodista ambicioso, casado con Cathy (Constance Towers), que desea conseguir el premio Pulitzer. Acepta la misión de fingir una enfermedad mental, apoyado por el doctor Fong (Philip Ahn), para ingresar en un manicomio en el que se produjo el asesinato del paciente Sloan, cuyos autores no han podido ser identificados ni por la policía ni por el personal del centro.

La película muestra a través de las incidencias de la vida de Johnny en el centro una sucesión delirante de hechos protagonizados por los internos y por el personal sanitario, que sumen su ánimo en la angustia, hieren su espíritu, afectan a su mente y lo introducen en una senda de horrores. Las sesiones de electroshock y las lobotomías son práctica habitual, pese a su inconveniencia terapéutica, porque reducen la agresividad de los enfermos a costa de sus capacidades. El drama psicológico de Johnny pone a prueba su capacidad de resistencia mental en un ambiente de reclusión sin asistencia externa. Mientras sus indagaciones avanzan y rinden resultados esperanzadores, el duro y cruel tratamiento que recibe hacen emerger en él problemas de afasia, a los que siguen otros. La cinta explica mediante voz superpuesta los recuerdos, pensamientos, razonamientos, sueños y alucinaciones del protagonista. La fotografía construye una narración visual sobrecogedora, de planos breves y rápidos, encuadres de detalle (block de notas), ambientes claustrofóbicos, proyección de sombras, superposición de imágenes (baile de la ninfa), espacios de angustiosa profundiad (corredor de paseo) y la presencia de barrotes, rejas, rectángulos, ángulos y sombras lineales cruzadas, que exhalan aires de reclusión, indefensión y muerte. La película propone una seria reflexión sobre los límites del periodismo de investigación, la desmesura de cierto periodismo sensacionalista y las prácticas inhumanas de algunos centros psiquiátricos.

La música incluye fragmentos orquestales que provocan desasosiego, canciones de internos desafinadas y troceadas, como "Dixie", evocación del bando confederado de la Guerra Civil y arias del Barbero de Sevilla. La fotografía realiza una narración realista, sincera, desgarradora y convincente. El guión habla de segregacionismo, Ku-klux-klan, comercio erótico ("striptease" de Cathy) y otros temas, en un afán de crítica global a la sociedad americana. La interpetación de Peter Brek sobresale en intensidad y expresividad. La dirección demuestra una extraordinaria habilidad narrativa.

Película de culto, de imágenes inolvidables y de inusual profundidad dramática.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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7
19 de enero de 2010
42 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Última película del ciclo americano de Fritz Lang (Viena, 1890 – L.A., 1976). El guión de Douglas Marrow desarrolla un argumento original creado por el mismo. Se rueda en platós de RKO Studios (Hollywood), con un presupuesto de serie B. Producido por el productor independiente Bert E. Friedlob para RKO, se estrena el 5-IX-1956 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar a lo largo de un tiempo dilatado en una ciudad americana media, capital de un Estado de la Unión. El prometedor novelista Tom Garret (Andrews) y Austin Spencer (Blackmer), director de un diario local influyente, proyectan una mascarada que ha de permitir poner al descubierto los errores de la policía y del sistema judicial al objeto de mostrar la improcedencia de la pena de muerte. Garrett tiene relaciones sentimentales con Susan Spencer (Fontaine), hija de Austin. Éste es un hombre de prestigio, talante liberal y enemigo de la pena capital. Tom, que acaba de publicar con éxito su primera novela, es educado, correcto y flemático. Susan es elegante, sofisticada y quiere casarse cuanto antes.

El film suma crimen, cine negro, drama y thriller. Cuenta con el equipo básico de producción de “Mientras Nueva York duerme” (1956), constituye la segunda colaboración de Lang con el productor independiente Bert E. Friedlob y es una de las últimas películas de la RKO, abocada a la quiebra, que es adquirida (1957) por Lucille Ball y Desi Arnaz (Desilu). Los estudios son vendidos 10 años más tarde a la Paramount.

El tema de portada del film es la pena de muerte, una de las cuestiones de preocupación constante de Lang, tratada por él en diversas ocasiones anteriores. Como tema complementario aborda la problemática de las limitaciones y errores del sistema judicial, con especial referencia a los que se relacionan con condenas a muerte. Añade una detallada reflexión antropológica, filosófica y metafísica sobre la debilidad y escasa consistencia de los fundamentos en los que se suele asentar la defensa de la pena capital. Como temas adicionales analiza las figuras del falso culpable, los sentimientos y conciencia de culpabilidad y la caprichosa, inabordable y avasalladora fuerza del destino y la fatalidad. Se ocupa, por último, de un tema más general y desolador, íntimamente ligado a sus obsesiones de siempre: la exploración de la naturaleza de la condición humana, la presencia natural e inevitable de la maldad en el interior del alma humana, la imposibilidad de disociación del ser humano y la pulsación del egoísmo, la hipocresía, la ambición, la envidia, el odio, la insolidaridad, la sed de venganza, la crueldad, la mezquindad y la frialdad respecto de los sentimientos y situaciones de los demás.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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