Esta es la primera película que puedo recordar, y eso que mis padres siempre me han confirmado que la primera que vi fué "La Sirenita". Bah, no será tan buena... je je je. En fin.
Esta película fue la que inició en mí una fiebre por los dinoaurios que aún conservo hasta mi mayoría de edad. Don Bluth puede presumir de una películas de animación francamente excelentes, pero nunca se le he considerado una buena competencia para Disney. Es una lástima.
Y coño, esta película ha tenido, creo doce secuelas llevadas directamente a cine de domicilio. Si es que ya hay ganas de estrujar la gallina.
Un hurra por la banda sonora de James Horner.
¡¡¡Larga vida a Don Bluth!!!

Damas y caballeros. Les resumo: seis horas y media enfocando el Empire State. En blanco y negro. Vemos algunas nubes que pasan, algunas luces que se encienden, algunos oficinistas que se suicidan... Uy, no, me equivoqué de fotografía. Bueno, en cualquier caso, ningún pájaro se caga en la cámara. Eso animaría la cosa.

En cualquier caso, estamos ante la película más larga que este servidor conoce. Y sin embargo, tiene el guión de un cortometraje de unos pocos segundos, un guión que escrito equivaldría al propio título.

La única pretensión de este corto es darnos un reflejo visual de la definición que cualquier diccionario brindaría acerca de la cinematografía. ¿Cuáles son los problemas? Yo, personalmente, le hallo estos:
1- En efecto, es una definición. Pero no necesita 6 horas para que la comprendamos.
2- En efecto, es una definición. Pero las palabras de un diccionario son de por sí lo bastante intuitivas para que algunos nos sintamos que nos han llamado idiotas con la clásica lección para subnormales de la índole "el perro hace guau guau".
3- En efecto, es una definición. Pero no necesitaba durar tanto. Es decir, algunos no somos tan lentos, y a los demás tampoco les vendría mal una clase de atletismo. Si el tío quería hacerla larga, mejor que hubiera dejado allí la cámara durante todo un día. Entonces sí que llamaría la atención.
4- En efecto, es una definición. Pero es demasiado larga.
5- En efecto, es una definición. Pero puede hacer que algunos se asqueen por el cine.
6- En efecto, es una definición. Pero nos dice algo demasiado obvio, que conocemos demasiado bien, y que algunos podemos aprender de forma más útil y productiva.
7- En efecto, es una definición. Pero quedarse mirando seis horas y media a una pantalla y contemplar una grabación de esa calidad temporal no es algo médicamente recomendable para nuestras infravaloradas retinas.
8- En efecto, es una definición. ¡Pero es larga de cojones!
9- En efecto, es una definición. Pero "leyéndola" te puedes quedar más ciego que un Anofolgaster Cornuta, y si cabe, con la misma cara. Eso es negativo tanto para la vista como para los dientes. Ah, por cierto. Y si te quedas ciego, lo llevas un poco chungo para disfrutar del cine.
10- En efecto, es una definición. Pero el cine exige un director que controle, y dudo mucho que Warhol se haya tirado seis horas con el cráneo encajado ante ese foco fijo.

En resumen: damas y caballeros, esta no es mi película.

En el cine histórico hay muchas situaciones en las cuales la vida de personajes reales se deforma para poder contar algo diferente y sorprendente. Esto suele ser objeto de crítica tanro como de elogio. Yo, por ejemplo, elogié los rumbos ficticios que Ridley Scott dibujó a las vidas del caballero Balián de Ibelín y la princesa Sibila de Jerusalén en "El Reino de los Cielos". Y no creo que el mayor objeto de crítica de "10000 BC" de Roland Emmerich sea mezclar mamuts con el Antiguo Egipto.

Esta película es un drama romántico mezclado con bastantes aventuras, ambientado en la Primera Guerra Mundial. Y su protagonista es Manfred von Richthofen, as de ases de la aviación alemana.
La película trata dos facetas reales del personaje: su visión de la batalla como un deporte y su sentido del respeto a los derrotados dándole orgullosamente ese toque caballeroso y romántico que ha alimentado el mito.
Las otras dos facetas que se tratan, yo no las conozco y parece ser que bastante gente tampoco: su romance con la enfermera Käte Otersdorf (mujer real a la cual conoció) y su visión del mundo, de su país y de la guerra como filántropo y pacifista.
Y no falta la aparición del avión pintado de color sangre (hecho así para que sus enemigos le reconociesen y temiesen) que dió lugar a su célebre apodo.

Esta película es una de las más caras que se han hecho en Alemania, y si se tiene en cuenta que sólo ha costado 18 millones de euros es jodidamente espectacular. Las batallas aéreas son impresionantes, al iguál que los escenarios perfectamente ambientados: ese Berlín de principios de siglo, esos aeródromos... Los vestuarios, las armas y la sangre también están todos perfectos, y la fotografía acompaña a fijarse en todo.
Y mención aparte merece la magnífica banda sonora que se han currado Dirk Reichardt y Stefan Hansen, con esas piezas de violines...
Los actores están todos bastante bien, todos experimentados y sinceros ante la cámara (aunque no excesivamente apasionados) y con gran parecido físico con sus personajes reales.

La película es bastante recomendable, aunque como bien se ha dicho, muchos de sus recursos quizá no se aprovechen del todo ni den una sensación de verdadero rigor, pero sin duda, es una muy buena referencia de casi todo lo que trata.
La película posee una dualidad que la ha conducido a no tener gran éxito en su país de origen, donde se condena el patriotismo: la historia de un héroe de guerra de cuyas hazañas se enorgullece el largometraje, pero también tiene un alegato en contra de la guerra y en favor del respeto y la igualdad entre naciones descaradamente elocuente. A veces el patriotismo es simplemente ensalzar el hogar como algo "bueno" y no necesariamente como algo "mejor".
Y el mensaje no es que algo tan horrible como la guerra sea algo respetuoso, sino que incluso en algo tan horrible como la guerra hay cabida para el respeto.
Este equilibrio a muchos les suena a raro, mas a mí me parece muy meritorio.

Species es una película bastante disfrutable que, sin más pretensión que entretener, a mí ha logrado absorberme bastante.

La historia es simple: un híbrido entre humano (tía buenísima) y alienígena (diseñado por HR Giger, de "Alien", como algunos deducirán) escapa de un laboratorio con la intención de reproducirse con un tío perfecto. Un grupo formado por dos científicos, un vidente, un asesino a sueldo y un propio creador del monstruo se lanzan a investigar para perseguirlo y matarlo. Las palomitas están más que servids, amigos.

En esta película es muy de agradecer el contraste entre las aventuras personales de la alienígena (llenas de erotismo, sangre y humor negro) y las de sus perseguidores (llevadas con una adultez y seriedad muy sobrias, aunque sin la adrenalina de "Alien"), con la ayuda de unas interpretaciones más que decentes por parte de Ben Kingsley, Forest Whitaker, Michael Madsen y Alfred Molina. Bastante bien llevado.

Su único problema es que, como película de terror que a veces pretende ser, no funciona. Es demasiado chorra. A ello caben a destacar los pobres e innecesarios CGIs del final y algunos altibjados y agujeros de guión.

Por lo demás, divertida y muy entretenida.

"Avatar: The Last Airbender" de Nickelodeon es una serie de televisión juvenil cuyo éxito y virtud se basa en la combinación de cuatro poderosos elementos:

1- Gran historia: la guerra de las cuatro civilizaciones elementales, todas exóticamente diferentes, y la llegada de un poderoso mesías que debe luchar contra la tiranía. Con un inicio sencillo, feliz e inocente, derivará en una odisea oscura, dramática e introspectiva, repleta de sentimientos y dilemas. Es raro que estas premisas sean llevadas de forma inteligente y adulta dentro de su aptitud para todos los públicos. Todos los problemas que surgen en la serie y son solucionados (algunos no lo son, no es una serie engañosa), son solucionados de forma práctica. Por encima de todo: pensar y actuar.

2- Buenos personajes que evolucionan, bien para mejorar, bien para degenerar. Tenemos al risueño y enigmático Aang, la valiente y responsable Katara y el cómico (machista y luego calzonazos) Sokka, perseguidos por el resentido príncipe Zuko. Más tarde conoceremos a la ingeniosa y fanfarrona Toph (este personaje le sube el ánimo a cualquiera), a la sádica y manipuladora Azula (la perfecta encarnación de locura y la crueldad en su origen y en su fin) y el tiránico Señor del Fuego Ozai.

3- Delicia audiovisual: la suavidad y la gracia de la animación de los personajes, lo bello y representativo de los escenarios, los exóticos paisajes naturales repletos de color y las sobrecogedoras escenas de lucha y acción son un auténtico gustazo. Todo está dibujado con un trazo soberbio y movido con ingenio, haciendo esta serie un paraíso de diseños. Muchos de ellos se inspiran en la cultura oriental y ello le ha dado a la serie un toque muy exótico. La combinación de magias elementales con artes marciales y danzas acrobáticas le da un gran dinamismo.

4- Desarrollo equilibrado: toda la serie tiene una continuidad. De hecho, es sorprendente comparar a los personajes en su primera aparición con la última: su evolución, así como la del mundo en el que viven, se percibe en cada capítulo, e incluso aún así, hay una historia diferente para todos ellos. Cada episodio trae una novedad, una trama distinta, pero todos dejan una herencia para los siguientes, y eso es auténtico ingenio, combinado con una gran facilidad para hacernos comprender lo más importante sucedido en cualquier capítulo que nos hayamos perdido.

Esta serie no cruza en ningún momento el límite de lo "apto para todos los públicos", pero les aseguro que eso no la hace nada inferior.
Posee aventura, ternura y valores humanos, complejidad argumental y un agudo sentido del humor, y también posee oscuridad y dramatismo; eso incluye desamores, fracturas familiares, desgracias generacionales, miserias de guerra y una trágica historia de venganza. Yin y Yang.

Es una recomendación segura para todos los niños y para todos los no niños a quienes les apetezca cultivar un poco el niño interior. No lo dudéis, hijos y padres. ¡Es muy, pero que muy guay!