Tal y como hiciera hace pocos años Peter Jackson, John Guillermin trató a mediados de los años setenta de adaptar a los "tiempos modernos" uno de los mayores clásicos del cine Holywoodense, Kong Kong. Para ello, tomó a una de las "sex simbols" del momento, Jessica Lange, y cambió ligeramente los aspectos secundarios de la trama.

De todos esos pequeñso cambios, dos se granjearon las iras de todos los forofos del enorme mono escalador de edificios: convertir al protagonista mas culino en un chulo-playas y sustituir el Empire State Building por las hoy malogradas torres gemelas. En cuanto esto último, se ve razonable puesto que a diferencia de la película del treinta y tres, en ésta los edificios más altos son los de las torres gemelas.

Dejando a un lado todas estas diferencias argumentales, de las tres películas que se han hecho sobre el simio enamoradizo ésta es la que tiene un mejor ritmo. El tiempo en cada uno de los escenarios es el correcto, sin aburrir al espectador con interminables escenas. Además, en esta versión se le da una mayor importancia a los sentimientos del mono.

Sin embargo, peca al presentarnos un guión muy poco lúcido y a unos personajes principales que no despiertan excesiva simpatía. La chica, resulta una pija que no aprecia nada y el chico es un hippie con aspecto de ligón.