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España España · madrid
Voto de elías:
6
Drama Tras serle diagnosticado un cáncer de mama, Magda, una maestra en paro, reacciona sacando a la superficie toda su energía vital. Gracias a su valentía y optimismo, tanto ella como los suyos vivirán insospechadas escenas de humor y delicada felicidad. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un rayo ilumina el cuerpo de una mujer. Envuelto en las mejores intenciones, Julio Medem proyecta una obra vital y sentida que, en una primera impresión, puede presentarse un tanto desigual. No obstante, “ma ma” se esfuerza en sobreponerse y consigue superar con la mejor de sus caras los obstáculos que encuentra por el camino. Fundamentalmente, gracias a la brillante entrega de su actriz principal. La labor de Penélope Cruz, dentro de la que es su vertiente más afable y agradecida, acaba por convertirse en un fuerte pilar sobre el que se sujeta el valor de la cinta. La bondad de su personaje se asoma con una sonrisa en el fondo de los espectadores y es inevitable contagiarse de su calidez y de su espontánea sabiduría. Ella transforma el conjunto en una película que respira y se expande en el recuerdo.

Lo triste es que el sol no resplandezca todo el tiempo. Durante los primeros minutos del largometraje, los intérpretes se muestran un tanto descarriados. Algunos de los curiosos recursos visuales del director terminan por repetirse más de lo debido y, sobre todo, chirría el problema del rubor generado ante los desconcertantes momentos musicales con los que tiene que lidiar el polifacético Asier Etxeandia. Eso sí, conforme la película avanza, nace en el relato un anticiclón sembrado de optimismo que se lleva por delante varias de estas nubes pasajeras que flotan sobre las cabezas de sus desdichados personajes.



El material con el que se construye la película es delicado. A la hora de hablar en el cine sobre la enfermedad, conviene andar con cautela y no caer en un tono excesivamente melodramático. Es peligroso dejarse llevar por un tratamiento manido de estos asuntos. Ahí probablemente radique el verdadero éxito de “ma ma”, pues el hallazgo de su mensaje alentador puede ser muy útil para los que vayan a recibirla con buenos ojos. Tampoco saldrán descolocados tras su visionado quienes en más de una ocasión hayan sentido cercana la poesía que rodea a las imágenes de Medem y a todo su universo sensorial. Resulta inevitable detectar aspectos sueltos que conservan el sugerente recuerdo de momentos de la cosecha de su cine en otras décadas. Es posible chocarse, dentro de las escenas más oníricas de esta historia, con distintas reminiscencias a sus propias películas y hasta se divisan espejismos en el guión que directamente nos devuelven a determinados parajes de “Los amantes del círculo polar” o de “Lucía y el sexo”. Un texto que se enriquece al dejarse empapar por la luminosa filosofía de un personaje protagónico que, de hecho, llega a ser quien finalmente escoge el sentido que toma toda la película de cara a su misterioso destino.

En lo referido a la realización, como es habitual en los trabajos del donostiarra, también se mantienen los rasgos de su sello personal. Hay instantes en los que, con el fin de enfatizar la intimidad innata de la historia, Medem se arriesga para conmover al espectador mediante los frecuentes manierismos que suelen poblar el lenguaje de sus trabajos. Aunque, en este caso, es de justicia admitir que en ocasiones se agradece el atrevimiento. Precisamente, es durante algunos de esos fragmentos donde la película, como mero artefacto fílmico, se vuelve más interesante. En los puntos en los que la narración se desarrolla desde su apariencia menos convencional, los aciertos adquieren un valor añadido y esto resultará reconfortante para aquellos que decidan sentarse en su butaca con la esperanza de reencontrarse con el peculiar artista que firma la obra.
elías
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