El gran Kevin Smith se olvida de la comedia guarra a la que tan bien nos tiene acostumbrados, y se embarca en un trabajo duro y sombrío, y no sale nada mal parado.
La premisa de la historia es excelente, un alegato contra las iglesias extremistas con sus fanáticos adeptos y sus locos líderes, tiene tres partes bien diferenciadas, la presentación de los amigos (la parte más convencional de Kevin Smith), la parte donde se desarrolla el terror de la locura que desprende los feligreses tarados y finalmente la acción que se desata.
Es una película de detalles, rodada con muy poco presupuesto, pero aún así sabe sacar el jugo a cada centavo gastado.
Lo mejor de la obra es sin duda el reparto, destacando a un Michael Parks enorme, que se come la pantalla y nos regala una actuación de diez.
Le falta más mala leche, violencia y humor negro.
Buena.