Seguramente nos encontramos ante la típica historia que se hace sin ninguna pretensión, y que la gente decidirá dejar de verla porque no le aporta nada. Pero también es la típica historia que sin saber uno por qué acaba gustándote, y por mucho que uno la vea sigue disfrutando aunque sepa que la película no va a quedar en el futuro como un gran clásico.
No obstante, debo decir que es un film que engancha desde el principio. Uno siente interés por ese joven jugador de hockey que por circunstancias de la vida tendrá que abandonar su sueño, y años más tarde le volverán a dar la oportunidad de ser campeón olímpico; pero esta vez como patinador artístico. Ahí conocerá a una joven fría como la pista donde baila, y que se ha hecho una coraza para que las cuchillas de la vida no le marquen.
La relación de estos dos personajes es de las cosas más llamativas. Dos personajes de fuerte temperamento que se verán obligados a aguantarse con tal de conseguir un sueño en común.
Los dos actores realizan una interpretación bastante interesante llevando a buen puerto a dos jóvenes que tendrán que romper muchas barreras, y aceptar una realidad que se niegan a reconocer.
En fin, película que sin llegar a ser del gusto de todos en mí caló desde la primera vez que la vi y por repetidas veces que la vea sigue distrayéndome. Recomendable de ver para pasar un rato agradable sin tener que hacer ninguna reflexión sobre lo que cuenta; solo disfrutar, distraerse y divertirse con esos bailes que se hacen sobre el hielo y esas figuras imposibles.