El problema es que Babylon llega tarde a su época, con tanta peli similar, tratada en forma similar, o con tantos coqueteos con la ciencia ficción que termina por volverse redundante. Partiendo de esa dura verdad, hasta se podría decir que es una obra aceptable, pero confusa.

Trata de ser realista y lo logra con mucha sangre fría. Diesel se muestra como el exponente perfecto para toparse con tigres enojados, osos polares ejecutados y conejitos eliminados con mira láser. Desde ahí la peli gana en puntos, cuando se circunscribe a un mundo decadente, en guerra constante y de límites difusos pero a la vez concretos. Pero resulta redundante, ya la hemos visto, como evitar esa sensación de deja vu que automáticamente la relega a un segundo plano. Como si Kassovitz se hubiera relamido al ver otras pelis de esta índole y haya querido hacer una secuela en secreto, se nota, y mucho.

El tramo final la termina de hundir: retuerce un argumento ya de por sí medio retorcido y se le cuelan los tópicos de la ciencia ficción al mejor estilo Yo, robot, Hijos del hombre y tanta otra dando vueltas. Babylon es Babylon porque uno va a ver algo que presupone y, lo peor, acierta ante lo presupuesto.