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Voto de Fernando Cobo:
1
Comedia Cuarta entrega de las aventuras del casposo policía José Luis Torrente. En esta ocasión encontramos a nuestro (anti)héroe en una situación delicada. Tras varios intentos fallidos de llevar una vida digna (como si eso fuese posible), decide aceptar un peligroso encargo que le hace un viejo conocido. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2011
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pareció atrevido y un personaje con su gracia este de Torrente hace trece años. Me he reido hasta con ganas con algunas de sus muletillas, aceptando la zafiedad, y es que tenía su aquel, y los personajes secundarios estaban decentemente construidos e interpretados por actores profesionales.
Pero todo tiene un límite, un principio y un fin. Cuando las ideas se acaban y tienes que repetir el mismo gag -tan conocido y previsible que hasta lo corean los asistentes a la sala antes de que lo hagas,, y lo haces hasta tres veces en una película, es que algo falla. Cuando los actores son sustituidos por famosetes en una interminable sucesión de cameos, has perdido las riendas del personaje, su construcción, su sentido, para entregarte a la búsqueda del chiste fácil y aislado, sin conexión alguna ni estructura que lo sustente.
Esta cuarta entrega de Torrente supone la muerte absoluta del personaje. Un Santiago Segura poco esmerado en su gesticulación, relajado, aburrido, suelta el timón y decide que el barco se desplace a uno y otro lado sin importar si se pierde el rumbo, si hay hilo conductor, continuidad, construcción inteligente y sorpresiva del gag... imagino que estaba demasiado ocupado en su doble faceta de actor-director en decirle al famoso de turno el momento en que tiene que entrar y hacer su cameo, como para preocuparse de dotar de la, otras veces conseguida, hilaridad a su personaje.
Hace poca o nula gracia esta entrega, y hasta aburre en su recorrido entre gag y gag. Ni siquiera el 3D la salva... esto no lo salva ni Tony Leblanc, edulcorado en esta entrega como todos los personajes, bajos de fuelle, forzados, haciendo sólo acto de presencia.
El humor puede ser zafio, grosero y tosco, pero inteligente en su zafiedad, y el Torrente de otras entregas hacía cierto uso del mismo. En esta, Torrente se ha infantilizado. Parece como si Santiago Segura se hubiese conformado con el "caca, culo, pedo, pis" que tanta gracia y jolgorio causa dicho muy rápido a los niños.
No hay gran espectacularidad tampoco, ni inventiva, sólo un sinfín soporifero de coches volando por los aires.
Y de repente, y no porque se te haya hecho corta, se acaba, y sales del cine pensando que lo del cine español es más grave de lo que parecía. Que esta peli lleve recaudado lo que lleva recaudado, siendo la cuarta entrega de un fenómeno que ya en su tercera entrega agonizaba, da que pensar. Sobre todo en un momento de tenso debate contra la piratería, cuando se analizan las posibles razones de la incapacidad del cine español de levantar cabeza... llega el espectáculo chusco y lamentable por excelencia, y lo peta. Y la gente se gasta el dinero, más de lo habitual por eso del 3D y las gafitas, y se deja los 8-9 euros por cabeza en ver... esto. Una de dos, o los adolescentes sin escrúpulos carentes de criterio selectivo mueven la industria, o un mal endémico grave nos afecta como sociedad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fernando Cobo
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