Es la mejor comedia de todos los tiempos; divertida y educativa; entretenida e intelectual. Su crítica es feroz, y la recibimos mientras nos partimos de risa. Fantástico.
Lubitsch nos sorprende desde el principio. Un mítico principio en el que nos interesa primero y luego nos hace reir como simples espectadores en un teatro. Y no para de ingeniárselas, para nuestro deleite, hasta el ser o no ser final. Y es que la película se pasa en un dulce suspiro, dejando a su paso felicidad y miles de matices que hablan por si sólos de la ocupación y del movimiento nazi.
Los actores lo bordan, muy especialmente Jack Benny, su vena cómica es de las mejores de su tiempo, y el papel que interpreta es brillante.