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Voto de John Giraldo:
9
Animación. Drama En la isla imaginaria de Orfales, Almitra, una niña de 8 años, conoce a Mustafá, preso político sujeto a arresto domiciliario. Entre los dos se teje una amistad fuera de lo común. Sin embargo, el gobierno anuncia a Mustafá que por fin es libre y los soldados le conducen a un barco que le llevará a su país. En el camino, Mustafá comparte su concepción de la existencia y sus poemas con la población de Orfales, mientras que Almitra lo ... [+]
18 de diciembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente Universidad Tecnológica de Pereira
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Si la palabra tuviera el poder que otrora tiempos engalanó, habría por ahí varios poetas haciendo de su lucidez y emocionalidad una perspectiva menos plana del mundo (y lo hacen). Eso hizo el libanés que se universalizó: Gibran. Luchó por las tiranías e hizo de su palabra un deleite, cautivó tanto como lo refleja la muy bien lograda película animada El profeta (que recuerda uno de sus libros), donde la coproductora es la célebre Salma Hayek.
Se trata de una obra de arte, en la que varios artistas dan despliegue de color y de diseño visual a cada uno de los poemas que compilan. Reunieron sus talentos y nos entregan una mágica pieza audiovisual, una con una delicadeza que se compagina con esas palabras sonoras del poeta, como él mismo decía: “Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños”. Quizás por eso esta película fue pensada para un público infantil, aunque de todo disfrute para los grandes. Con 26 poemas visuales y de su libro, se arma la trama de quien fuera perseguido por su capacidad de enunciar.

Escribió: “En mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser” y si algo tuvo es que se resistió a ser enjaulado, fue un librepensante; promulgaba: “Cuando das todo lo que tienes es muy poco lo que das. Otórgate a ti mismo y sólo entonces serás realmente generoso”. Tuvo una corta duración como sujeto (48 años), pero se extendió en el tiempo con sus alas de metáforas. Su poesía atraviesa a quien la escucha y lee, uno no puede sino reaccionar. A los temas como el amor, la muerte, la amistad, la soledad, el poder y a otros tantos les dedicó su entusiasmo, por ejemplo, a un amor casi en su momento de temblor le sentenció: “Hay una trémula primavera en cada invierno del corazón y un sonriente amanecer se esconde tras el velo de cada noche”.

Kahlil fue exiliado, vivió en los Estados Unidos, desde donde combatió la segregación en Medio oriente. Su principal arma fue su pensamiento que quedó plasmado en libros, poemas, pinturas. Un efecto primordial era el aliento de sus letras, desde el que comía un mendrugo de pan, hasta el que por su efervescencia o melancolía andaba decaído. Al altisonante amor, no lo dejó quieto, decía de él con vehemencia: “Cuando el amor os llame, seguidlo. Y cuando su camino sea duro y difícil. Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera. Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce vuestros sueños, tal como el viento norte devasta los jardines. Porque, así como el amor os corona, así os crucifica”. En ese libro de El Profeta, que pudo sobrepasar fronteras y viajar entre uno y otro lector ávido de emociones se hallan una serie de frases únicas y precisas.

La película no nos da esperas, y de un poema salta al otro, mientras que Kahlil sale de la cárcel y debe abandonar el sitio donde fue recluido, luego, en cada estación nos comparte su ideario. El amor no lo suelta y nos expresa: “Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso. El amor no tiene otro deseo que el de realizarse. Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos: Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche. Saber del dolor de la demasiada ternura”.

Luego esa ternura se ve atada y nos cuenta de la libertad: “Y si es un miedo el que queréis disipar, la sede de ese miedo está en vuestro corazón y no en la mano del ser temido. En verdad, todas las cosas se mueven en vosotros como luces y sombras apareadas. Y, cuando la sombra se desvanece y no existe más, la luz que queda se convierte en sombra en otra luz. Y, así, vuestra libertad, cuando pierde sus grillos, se convierte ella misma en el grillo de una libertad mayor”.

Mejor que sea su palabra la que nos diga. Tenía una para cada momento, y antes de partir, dijo: “Si algo de lo que he dicho es verdad, esa verdad se revelará en una voz más clara y en palabras más cercanas a vuestros pensamientos”. Entonces se resiste con el decir, y más si este se conecta con lo que se piensa y se hace.
John Giraldo
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